La gallardía alemana

Mucho se ha dicho y escrito sobre la selección alemana que ganó el mundial de Brasil 2014. Elogios de todo tipo han llovido sobre el equipo de Joachim Löw y su fútbol vertical, técnico y demoledor con el que impresionaron al planeta en la mayoría de sus encuentros mundialistas. También se ha destacado (¡y con total merecimiento!) el proceso de remodelación profunda que ha llevado a cabo el fútbol alemán por más de una década. Un proceso en el que todos los actores del fútbol en este país fueron en la misma dirección y en el que se cuidaron todos los detalles, desde el fortalecimiento de las divisiones menores hasta el saneamiento financiero de los clubes de la ‘Bundesliga’, pasando por la capacitación continua a los directores técnicos de todas las categorías en dicho país.

Ha sido y sigue siendo tal la seriedad de este proceso, que en el 2018 se espera la inauguración de la Academia DFB (siglas de la federación alemana de fútbol). Este centro educativo, que estará ubicado en la ciudad de Fráncfort, promete ser la mejor “universidad del fútbol” del mundo. Sin embargo, ha sido poco lo que se ha escrito sobre la actitud del equipo alemán y de sus jugadores en esa increíble semifinal en la que destrozaron las aspiraciones de la selección anfitriona con un devastador 7 – 1. Ese partido, jugado el 08 de julio del 2014, ya hace parte de la historia de los mundiales y del fútbol en general (además de ser una de las máximas vergüenzas que ha pasado Brasil en toda su historia). Se recordará sobre todas las cosas el buen juego que mostraron los teutones ese día, pero a mí me gustaría también resaltar su actitud.

Hagamos un poco de memoria. Ese día Alemania ya le iba ganando 5 – 0 a Brasil en la primera media hora de partido, habiéndole marcado 4 de esos 5 goles en 7 minutos (si, ¡en 7 minutos!). Era un día en el que absolutamente todo estaba saliendo bien para los europeos, y absolutamente todo estaba saliendo mal para los sudamericanos. Con este marcador se acabó el primer tiempo, y era claro que el finalista de esta llave ya tenía nombre propio.

¿Qué hicieron los alemanes en el entretiempo? Fácilmente hubieran podido hacer tres cambios de forma simultánea, para dar descanso a sus jugadores clave y reservarlos para la final del mundial. También hubieran podido salir con un planteamiento más defensivo,  o con un planteamiento enfocado a tener el balón y dejar que los minutos pasaran sin tener que hacer mucho esfuerzo. Bueno, no hicieron nada de esto. La selección germana salió a afrontar el segundo tiempo con la misma seriedad y oficio con el que jugaron en la primera parte. No renunciaron a buscar la portería contraria en ningún momento. Prueba de esto es que hicieron dos goles más, y tuvieron muchas más oportunidades de ampliar el marcador.

En ningún momento del partido se vio una finta o un lujo innecesario por parte de los alemanes. En esos noventa minutos no se vieron amagues, ‘taquitos’, ‘rabonas’, ‘túneles’, ni ninguna otra jugada hecha para buscar el lucimiento personal o la humillación ajena. Los alemanes respetaron en todo momento a sus rivales, y los respetaron a punta de goles y buen juego. Ahora bien, salgámonos de lo que pasó ese día y vayamos a un mundo hipotético. ¿Cómo se habría comportado un equipo sudamericano si estuviera goleando 5 -0 a Brasil, equipo anfitrión, en una semifinal de un mundial de fútbol? ¿Habría mostrado el mismo respeto? ¿Qué planteamiento táctico habría propuesto un director técnico de nuestra región para abordar ese segundo tiempo?

En un continente como el nuestro, en donde es común ver aparecer el tradicional “ole, ole” de los aficionados cuando su equipo va ganando con holgura al rival, creo que la actitud de una selección ‘local’ hubiera sido totalmente diferente a la que mostró el equipo alemán. La forma en la que reaccionaron muchos medios de comunicación, jugadores y aficionados chilenos, colombianos, argentinos y de otros países latinoamericanos a ese histórico 7-1 pone en evidencia una diferencia considerable de mentalidad. Hay mucho que aprender de la forma en la que Alemania ganó este mundial, desde su juego en la competición hasta todo su trabajo de preparación previa. Hoy quiero invitar a que aprendamos también de su mentalidad y de su cultura deportiva; ciertamente nos podríamos beneficiar bastante de ella.

Autor: Eduardo Escobar Gutiérrez