Análisis de la práctica docente como proceso de transformación social

Los fenómenos sociales de la actualidad, la inclusión de nuevas tecnologías en los diferentes ámbitos de actuación del ser humano y las constantes demandas generadas desde diversos contextos de interrelación, exigen la formación de un individuo capaz de crear, de operar cambios significativos en su ambiente a partir de la reflexión crítica.

En concordancia a ello, se asume que la educación juega un papel fundamental en la generación de condiciones propicias para el aprendizaje, siendo el docente un agente de vital importancia en el desarrollo de éste proceso. Sin embargo, es menester considerar que la responsabilidad por educar, concibiéndose éste término en una amplitud que trasciende las prácticas pedagógicas convencionales para generar transformaciones sociales desde la escuela; no recae únicamente sobre el quehacer del docente, sino sobre la comunidad educativa en su conjunto, entendiéndose como un proceso sinérgico que se apoya en la integralidad y en las vivencias compartidas de sus actores.

Se comprende entonces a la práctica docente como el direccionamiento pedagógico y social del acto de enseñar. En éste sentido, haciendo un parangón con la realidad educativa de hoy, cada vez resultan más evidentes las exigencias que posan sobre el docente para que los resultados en términos de logros académicos se alcancen de manera satisfactoria en los estudiantes, viéndose enfrentado en ocasiones a una retroalimentación negativa de su ejercicio profesional si los objetivos de aprendizaje no son alcanzados cabalmente.

Ergo, es preciso realizar un cuestionamiento sobre los estándares de calidad diseñados institucionalmente para la práctica docente, pues se estima que en algunas instituciones educativas no se ha delineado un sistema claro de acompañamiento que garantice al docente la orientación pertinente al proceso de enseñanza en pos de optimizar el rendimiento de sus estudiantes y generar en éste experiencias significativas de aprendizaje que le permitan extrapolar el conocimiento a campos de acción social.

En concordancia, se resalta que la responsabilidad por el proceso formativo de los estudiantes debe asumirse de manera contigua por todas las personas que hacen posible la institución educativa, quienes aportan directa o indirectamente a mejorar los métodos de enseñanza desde la práctica docente pues se vinculan con las necesidades propias de los escolares. A este respecto se abona que la educación no puede seguir enmarcada bajo formas de enseñanza tradicionales, en extremo desde un marco decimonónico, donde se concibe al “alumno” como un ser pasivo que actúa sólo como un receptor. El mundo demanda cambio, movimiento y una dinámica de perfeccionamiento constante, traducida no solo en un replanteamiento curricular sino como un proceso de transformación per se.

Como respuesta a estos requerimientos, se ha hecho manifiesta por parte de algunas instituciones de educación la necesidad de rediseñar sus estrategias de enseñanza, incluyendo a este respeto componentes que dinamicen el abordaje de los contenidos teóricos en clase y posibiliten en el estudiante la generación de un aprendizaje más duradero; allende a la memorización se busca la aplicación pragmática de contenidos, la solución de problemas, la síntesis e integración de pensamiento capaz de dar respuesta a los fenómenos contextuales. Podría referirse ello de forma tentativa a una “reingeniería” de la educación.

En éste sentido un análisis etnográfico de la práctica docente en procura de la transformación de las vivencias de aprendizaje, podría servir de estrategia para ahondar en el estudio de los elementos que comprenden su actuación para dinamizar el proceso de enseñanza – aprendizaje, enmarcándose en los fundamentos del desarrollo intelectual, científico y tecnológico para el crecimiento social. Debe pretenderse con el análisis de dichos elementos generar impactos que abran caminos a la innovación, al adelanto de ideas propositivas, a la consecución de grandes proyectos que alimenten la actividad orientadora e insten al cambio desde el contexto.

Se considera entonces que el análisis de la práctica docente constituye una herramienta de transversalización, concibiéndose desde los primeros grados de educación como un elemento que aporta al desarrollo de competencias en las distintas áreas de formación por las capacidades que genera a nivel cognitivo, exhortando hacia un aprendizaje integral; no obstante se insiste que dicha transformación de la práctica docente no debe ser asumida individualmente, pues se considera un proceso rico en experiencias, donde las vivencias de cada uno de los protagonistas de la institución contribuyen a optimar la actividad discursiva, la posición afectiva y la intención conativa de la enseñanza.

Escritor: Wendy patricia Pérez Frías.

Los comentarios están cerrados.