BRAINSTORMING COMO ESTRATEGIA DE MERCADEO

En esta era digital en la que vivimos, en la que existe un mercado cada vez más cambiante y competitivo, las empresas deben valerse de todos los medios a su alcance para garantizar la rentabilidad de sus productos y el éxito de los negocios.

Considerando la constante evolución y necesidades del público, en ocasiones puede resultar difícil determinar los requerimientos de los usuarios. Es por ello que, a veces, la creatividad puede convertirse en un factor decisivo a la hora de garantizar las ventas. Muchos empleadores están conscientes de ello, y por ello buscan potenciar y aprovechar al máximo la inventiva de su personal.

Una de las herramientas de trabajo más reconocidas a la hora de generar contenidos es el brainstorming, o lluvia de ideas. Esta consiste en la discusión grupal en torno a un tema determinado, donde la interacción entre los participantes como respuesta a dudas o sugerencias permite generar mayores y mejores propuestas que trabajando individualmente, y en un menor tiempo.

El brainstorming fue desarrollado en 1939 por el publicista estadounidense Alex F. Osborn, reconocido por su trabajo para empresas como General Electric y Chrysler. Osborn planteó cuatro principios fundamentales para que una sesión de tormenta de ideas fuera efectiva:

  1. Prohibición de críticas: No está permitido burlarse, criticar las ideas o mostrar escepticismo sobre ellas, ya que esto puede limitar a los participantes. La valoración de las ideas se llevaría a cabo posteriormente.
  2. Libertad de pensamiento: Esto garantizaría ideas innovadoras, arriesgadas u originales que pueden llegar a ser grandes soluciones para los problemas empresariales o requerimientos del público.
  3. Cantidades importantes: A mayor número de ideas, hay más posibilidades de que surjan propuestas útiles.
  4. Combinación y mejora: Esto da pie al perfeccionamiento de ideas previamente formuladas.

El brainstorming no es una estrategia sin metodología: sigue un orden estricto que involucra una preparación previa, una ronda donde se genera la mayor cantidad de propuestas posibles –por muy descabelladas que puedan parecer–, y una sesión de evaluación crítica, donde se seleccionan las mejores ideas, se definen e implementan. De igual modo, requiere de un moderador que habrá de regir el debate, un grupo de participantes de diferentes disciplinas (a mayor variedad, mayor pluralidad de puntos de vista e ideas) y un tiempo límite que servirá a su vez como factor de presión y formalidad.

Cada vez más empresas se valen del brainstorming para tomar decisiones importantes. Normalmente son reuniones propias del personal ejecutivo, directores creativos y mercadólogos, presenciales o por vía electrónica, en las que se discuten los estudios de mercado, se plantean campañas publicitarias o se crean productos. No obstante, ese no es siempre el caso: a veces, las sesiones involucran a todo tipo de personal –sobre todo a los empleados más vinculados al tema o producto objeto de la sesión–, y en otras ocasiones se llevan directamente al mercado, porque la opinión de los consumidores finales puede arrojar luces sobre lo que en verdad desean, o predecir aquello que tendrá éxito.

Finalmente, es importante recalcar que el brainstorming es una estrategia importante de mercadeo puesto que posibilita conseguir soluciones a los cuestionamientos de la empresa y los requerimientos del público, explotando el valioso talento humano de la propia compañía a través del trabajo de equipo, y ahorrando las horas que podrían consumir los empleados aisladamente, y los recursos que serían necesarios para contratar asesoría externa.