Definición y tipologías de acción social

En primer lugar resulta del todo necesario definir a que se refiere la expresión acción social. Por acción social hay que comprender aquellas acciones que tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de las personas, favorecer sus procesos de participación y promoción social y reducir sus situaciones de desventaja. Esta definición, bastante amplia, comprende a su vez otro tipo de acciones que son características. Naturalmente, la acción social puede ser llevada a cabo por varios actores, fundamentalmente por el Estado y las administraciones o por otras entidades organizadas y de carácter privado (asociaciones, fundaciones, cooperativas, de iniciativa social u otras empresas, obras sociales, etc.).

En muchos sectores del trabajo de inclusión social el papel del Estado es de actor predominante, pero en muchos otros es más bien testimonial. Por este motivo se opta para hablar de acción social con el objetivo de incluir aquellas acciones llevadas a cabo tanto desde el sector público como desde el privado.

De acuerdo con los aspectos que se han comentado hasta aquí, se pueden encontrar varias tipologías de acción social, y las integradoras y los integradores pueden encontrarse desarrollando tareas de inclusión social en cualquiera de estas tipologías.

Quizás una de las distinciones de acciones sociales más importantes es la que define si las acciones tienen un carácter preventivo, de promoción o de reinserción. Las acciones que presentan un carácter preventivo tratan de hacer desaparecer o minimizar los condicionantes y factores de riesgo de exclusión de las personas. Las que consisten en acciones de promoción buscan tratar de promover aquellas condiciones que generan justamente el efecto contrario, la inclusión y la participación social de las personas. Por poner un ejemplo, en el ámbito sociosanitario se puede trabajar por la prevención de la enfermedad o, al contrario, por la promoción de la salud.

Finalmente, las acciones que trabajan con carácter de reinserción buscan acompañar personas y colectivos que ya presentan situaciones de vulnerabilidad, facilitando la su reinserción o inclusión social o la reducción de daños que de forma acumulativa pueden asociarse a la problemática que padecen.

La óptica de la prevención trata de evitar o minimizar riesgos de exclusión antes de que estos se produzcan. Por su parte, busca fomentar o maximizar las condiciones que favorecen la inclusión, también antes de que las situaciones de exclusión se produzcan. La óptica de la reinserción trabaja una vez las situaciones de vulnerabilidad se han producido y busca acompañar a las personas en su reinserción o inclusión social. Se pueden ver representadas tres tipos de flechas dentro de este ámbito, correspondientes a tipo de acción preventiva, de promoción y de reinserción. Como ya se ha comentado, las acciones de reinserción operan facilitando la inclusión de personas que se encuentran ya en situaciones de vulnerabilidad o exclusión social. Por su parte, las acciones de prevención trabajan tratando de disminuir los factores o condicionantes que pueden conducir a las personas a situaciones de riesgo.

De alguna manera, tratan de frenar u ofrecer una barrera a procesos de exclusión, tratando de mantener a las personas en espacios y situaciones de inclusión. Finalmente,  se observan las acciones de promoción, que tratan de favorecer factores de inclusión, dotando las personas de hábitos, conocimientos, bienes o recursos que faciliten su participación social.

El trabajo de los integradores sociales puede desarrollarse presentando cualquier de estos tres caracteres, ya veces una combinación de varios. Quizás sí que es mucho más habitual que tenga un carácter de reinserción, trabajando ya con personas o grupos que presentan situaciones de riesgo o de exclusión social. En todo caso, es fundamental organizar acciones con unos caracteres que sean adecuados a la situación concreta en la que se encuentran las personas.