EL ARTE DE CAPTURAR LA COTIDIANIDAD

Antes de adentrarnos de lleno en el mundo y visión de Edgar Degas es necesario hacer una pequeña inmersión en el movimiento que lideraba junto con otros artistas tan relevantes como

 Manet, Monet o Renoir y que conocemos a día de hoy como impresionismo.

Asimismo, podríamos definir el

 impresionismo como una corriente artística cuyo nacimiento situamos en Francia en el siglo XIX y que surge como un acto de rebeldía en contraposición a la pintura académica predominante en la época. De esta manera, se consigue una ruptura con el arte clásico y las técnicas impuestas por la Academia de Bellas Artes y se abre un nuevo camino a los artistas teniendo como principal propósito capturar paisajes y escenas cotidianas habitualmente ejecutadas al aire libre.

Para conseguir plasmar

 el momento o instante’ de la manera más fidedigna a como el propio artista lo contempla es necesario utilizar técnicas distintas a las utilizadas hasta el momento. Para ello, recurren a la utilización de colores primarios (azul, rojo y amarillo) y complementarios (naranja, verde y violeta) realzados con pinceladas cortas y yuxtapuestas. Habitualmente solían hacer una serie de un mismo motivo o tema porque la intención era representar la incidencia de la luz en el objeto y por consiguiente como le afectaba visualmente.

En definitiva, el propósito principal de los pintores impresionistas era captar el cambio visual que se producía en el instante que el haz de luz incidía en el objeto o escena retratada, y por este motivo habitualmente se representaban escenas al aire libre o en espacios donde los cambios atmosféricos afectaban directamente en la percepción de los colores. Y decimos habitualmente, porque no siempre era así, y no en el caso de Degas.

Al pintor que dedicamos estos párrafos lo podríamos considerar como un impresionista algo diferente del resto de camaradas impresionistas. Tanto su forma de pintar como sus obras se desmarcan de lo que el movimiento postula, esto debe ser a la formación clásica que recibió desde infante en diversos talleres como en el del Pintor Barriasy en 1853. De la misma forma, a lo largo de su juventud tuvo acceso a obras originales de Rafael o Botticeli lo que suponemos que influyó también en su peculiar forma de pintar.

A diferencia del resto de impresionistas Degas se negó a practicar la pintura al aire libre y prácticamente no retrató temas paisajísticos enseña del movimiento pictórico, sin embrago sí tuvo interés en representar escenas cotidianas y en captar el movimiento humano como se puede observar en su serie más representativa dedicada a

las bailarinas. Cabe destacar por tanto que Degas tenía preferencia por la luz artificial y por los lugares cerrados y urbanos.

Así, solía observar escenas cotidianas en cafés, teatros o clases de bailes con el afán de capturar una estampa espontánea de la realidad. En ocasiones se sentaba horas a observar los ensayos de las bailarinas o el trabajo de

 las mujeres planchadoras algo que se volvió casi una obsesión para él.

Podríamos considerar la serie dedicada a

 las bailarinas una de las más importantes de su carrera pictórica. En ella además de capturar la cotidianidad pretende captar el movimiento de los cuerpos en el instante preciso. Siempre se interesó por la anatomía femenina y lo refleja en la mayoría de sus obras dedicadas a la mujer como en la conocida serie de desnudos de mujeres lavándose, peinándose o secándose. Degas actúa como un ‘Voyeur’ queriendo trasladar al lienzo escenas cotidianas sin intervenir en ellas, observando siempre desde lo lejos o como si mirase a través de una cerradura.

Por último destacar la influencia que supuso para la obra de Degas los estudios que recibió sobre la estampa japonesa y que trasladó a la composición espacial de sus obras. Una composición descentrada y asimétrica más cercana al enfoque fotográfico que a la pintura y que refleja a la perfección en obras como

La Clase de Danza (1875) o La Absenta (1836).

Escritor : EDGAR DEGAS