EL ARTE DE PERSEVERAR.

Una persona al nacer, abre sus ojos a dos destinos: Uno es el éxito y el otro al fatídico fracaso. No se nace para esto, pero en la medida que avanzamos nuestras acciones se reflejan hacia uno de ellos; por eso somos cuerpo y espíritu, porque precisamente actuamos en la medida que la conciencia nos ordena lo que hagamos y si no desarrollamos la capacidad de conquistar ideales en el camino que muestra la vida, andamos perdidos.La vida es una línea imaginaria que llevamos frente a nuestros ojos, ella guía el andar, pero el cuerpo y el espíritu se dirigen hacia donde quiera que vayamos. Muy seguramente encontraremos opciones que quizás nos detengan a reflexionar o también nos impulse a seguir aunque sea de manera equivoca, pero lo importante de todo esto es que podamos reconocer en medio de las adversidades y  logros cuán importante soy como persona.

Cuando vamos forjando la personalidad que queremos lograr nos damos cuenta que hay múltiples obstáculos que impiden la marcha, nos entristecemos, nos frustramos, perdemos la confianza en sí mismo… hasta que por fin empezamos a descubrir todas las riquezas que llevamos dentro, enmarcadas en una nube de cualidades y virtudes que visionamos tan alto que no alcanzamos a sentirla cerca porque simplemente pensamos que no somos nosotros. La duda se apodera de los pensamientos, los tenemos como piedras en medio de riachuelos que alcanzan a verse por encima y en la medida que nos acercamos el temor y la inseguridad nos muestran esas piedras como racimos de espinas que atraviesan los pies y nos hacen caer.

El dolor de aquellas heridas impide que nos arriesguemos a continuar, mejor nos agachamos y nos dejamos llevar de la corriente pensando que en la otra orilla habrá otra vida mejor, otros propósitos y es aquí donde nos convertimos en aventureros de nuestra propia vida. Escapamos de la propia realidad, disfrutamos de las vanidades de la vida, olvidamos las cicatrices que marcaron las espinas por miedo a afrontar las situaciones adversas, por conquistar los ideales, por excusarnos una y otra vez en que nacimos para el fracaso.

Luego despertamos de esa aventura… nos miramos frente al espejo de las cualidades, hablamos yo y yo, ambos nos animamos, nos tomamos de la mano y como niños pequeños palmeamos sonreídos, invitándonos a seguir pero con un cambio de perspectiva, nos convidamos a buscar en el baúl del tesoro aquellas cualidades escondidas y con ella hacemos un talego que colgaremos en el cuello para cuando nuestra mirada se dirija hacia el pecho  recuerde que soy un ser valioso, lleno de cualidades y virtudes que en un tiempo no quise aprovechar… mejor no evoquemos esos recuerdos, me lastiman, mejor sigamos compartiendo y juntos empecemos a organizar el proyecto de vida, ya no importa lo que quedó atrás, el pasado quedó en la otra orilla. Es momento de volver a empezar.

Un nuevo capítulo se abre en nuestra vida, ¡cuán valioso soy! admiro la  capacidad de percibir las situaciones, la elocuencia que transmito cuando me dirijo al público, la certeza que doy de mis propias acciones, los pasos firmes con los que atravieso a una orilla, la nube de cualidades y virtudes que acarician mi rostro cada momento me hacen sentirme optimista, la valentía con la que asumo los retos, la mirada penetrante para vencer al que me mira con desconfianza… Esa es mi verdadera esencia.

Cada mañana es una invitación a continuar la vida, pero cada día poniéndole un sentido diferente de optimismo, proactividad, donde una experiencia sea el motivo para perseverar en medio de la dificultad y recordar que lo valioso de ser humano está en la capacidad que tenga para actuar asertivamente en pro de su bienestar, que la perseverancia sea el escudo que identifique el  andar, las metas y los propósitos se conviertan en el alimento diario del espíritu porque perseverar es vivir a plenitud la satisfacción que te reconoces como ser valiosos dotado de cualidades y virtudes que lo conducen a conquistar el camino del éxito y ni siquiera a pensar en que el fracaso podría estar presente de nuevo en su vida. Hoy doy cuenta que lo importante no son los obstáculos, sino la inteligencia emocional que utilizo para enfrentar los momentos difíciles que me ayudan a pensar siempre que soy un ser exitoso y con ello la disciplina  y la constancia contribuyen a la perseverancia.

 “Todo el que persevera construye un sendero de felicidad hacia el éxito”

 Autor: Mildred Margarita Martínez Sayas