El reto compartido

“La juventud está en una encrucijada”

¿Cuántas veces hemos escuchado esta aseveración?

Muchas. Y la seguiremos escuchando mientras haya jóvenes.

De alguna manera a todos nos alude esta frase, bien sea en el momento específico de ser joven o en el momento de asumir responsabilidades con la juventud ya sea como padres, maestros, dirigentes o simplemente conciudadanos.

“La juventud está en una encrucijada” y siempre lo estará, aunque es de gratitud todo lo que se hace para liberar a la juventud de la asechanza.

Pero, la “encrucijada” varía cada momento. Lo que hace algunos años era considerado peligroso para la juventud hoy ha sido asumido de tal forma que el solo recordarlo produce sonrojo, lo cual no significa que ese “peligro” haya sido del todo inofensivo.

Pero entremos en materia.

La juventud de hoy tiene al frente un reto demasiado grande: un mundo trastornado, homogeneizante que le bombardea por todos lados con  informaciones, palabras, imágenes, truculencia, seducción….y si aceptamos que la juventud nunca está preparada para lo que no sea presente….pues debemos preocuparnos.

Adicionalmente, la situación actual de Colombia (violencia, muerte, corrupción, escepticismo, etc), les presenta a nuestros jóvenes muy pocas oportunidades de hacer un futuro halagüeño. Esta situación, por demás incierta, lleva  a optar por respuestas equivocadas, facilistas, sin compromiso. Los tocados por el genio o la fortuna se van del país o se hacen los de la vista gorda, “mientras no se metan conmigo” es su expresión favorita; otros apelan al “sálvese quien pueda”; unos pasan a conformar “barras bravas” de los equipos de fútbol; otros, los menos encuentran en el satanismo una forma de llamar la atención y los más, en apariencia transmiten un mensaje de indolencia.

Claro, hay también los que enfrentan el reto y trabajan para construir futuro. Son muchos, pero hacen falta más.

¿Qué hacer?

Aunque no nos lo pidan, los ayer jóvenes tenemos la palabra, y los que nos ocupamos de la educación, con más razón. ¡A la carga!

No se trata de incitar a nuestra juventud a gestas heroicas ni a alistarse en uno u otro bando del conflicto, no. La tarea es muy sencilla: invitarle a asumir su cotidianidad de una manera eficaz, libre y creativa. Que  lo que hace, (sin adjetivos) lo haga bien. Que se comprometa con su propia existencia.

A nosotros, los encargados de formar a  las nuevas generaciones;  a nosotros, los que debemos conducir a la juventud a través del túnel, no se nos es dado el pesimismo, ni las soluciones fáciles ni mucho menos el luchar simplemente por la supervivencia. Compartimos el reto con nuestra juventud y para asumirlo adecuadamente se nos exige compromiso, se nos exige convicción, se nos pide ser luz.

No importa si somos oficiales o privados, doctores o simples normalistas, citadinos o de áreas rurales…nuestra condición humana nos exige atender prioritariamente el destino de un país del cual nos sentimos orgullosos

“La juventud está en una encrucijada”; “la situación de Colombia es caótica”; “este país está dejado de la mano de Dios”; “por favor, no disparen”; www.porfavor.com…..todo esto es el pan de cada día y muchas veces nos desespera, nos desalienta sobre todo si nos sentimos solos. Pero somos  seres Humanos y esta condición nos permite afrontar todas las contingencias con la seguridad de luchar por algo y no estar solos. Por ello nuestra tarea inmediata es la de hacer más sólida nuestra identidad comunitaria. Por eso, a partir de la expedición de la Ley General de Educación los colegios  han tenido que hacer un esfuerzo grande por convertirse en verdaderas alternativas vivenciales, desarrollando un proceso de autoconocimiento, de formación y de proyección social. Los que no lo han hecho con firmeza y convicción le han faltado al sentido de humanidad y han convertido la educación en un mero negocio y de contera, a los estudiantes en consumidores y a los maestros en mercenarios.

No basta con proveer a nuestra sociedad de mujeres y hombres académicamente brillantes; excelentes en su profesión….la principal contribución que añoramos darle al futuro de nuestro país y del mundo es la de entregar personas íntegras, seres humanos capaces de conmoverse; ligeros a construir, fieles en la cooperación; audaces a la hora de decidir; valientes cuando se trata de liderar empresas difíciles; entregados sin límites a una causa……..

Lo anterior, podría ser la definición más cercana de lo que es ser “buen colombiano”

“La juventud está en una encrucijada” se repetirá miles de veces, pero por sombrío que aparezca el panorama….siempre estará la respuesta de la esperanza y más aún, cuando la esperanza crece en el corazón de un joven colombiano…..brota de la sonrisa de un maestro colombiano y brilla en la mirada de todos los que soñamos con días mejores.

Por: Luis Fernando Arias Alvarez