EL TIEMPO Y LA MÚSICA

A través del acto creativo y por medio del lenguaje, la música consigue saltar por el muro de la cotidianidad o del presente. Puede dirigirse a otros individuos, a otras generaciones y a otras sensibilidades. De este modo, escribiendo la propia biografía y se va reconociendo como sujeto musical.
La gestación de una notación musical y de una estructura lingüística propia ha resultado como capital para conseguir esta objetivación de la música a través de su devenir histórico. Sin embargo, este salto frente a la cotidianidad también se produce en la música oral, aunque de manera diferente. La función principal de la música es implicar a la gente en experiencias compartidas dentro del marco de su experiencia cultural. Así pues, su forma debe servir para remover y ensanchar la conciencia del público reflejando y contradiciendo a la vez el espíritu del momento.9
 Por esta capacidad de la música de saltar por encima de lo cotidiano, los balineses hablan del «otro espíritu» como de un estado que se puede lograr por medio de la danza y de la música. Se refieren a unos estados anímicos en que los individuos son conscientes de la verdadera naturaleza de su ser (del otro yo dentro de ellos mismos y de otros humanos) y de la relación con el mundo que les rodea..10
En cierto modo, el mismo Schopenhauer hablaba de estas cuestiones en El mundo como voluntad (1818). En este volumen, Schopenhauer expuso que, mientras la ciencia (el conocimiento científico) se fundamenta en él estudio y la descripción de los fenómenos y de su relación de causalidad, el arte (la creación artística) va más allá y no se interesa por la organización del mundo y de sus representaciones en objetos, sino por su origen primigenio: por las ideas que le dan vitalidad. Para Schopenhauer, el Arte reproduce las ideas, y la ciencia describe sus manifestaciones sin llegar a conocer su naturaleza verdadera, porque le impide el principio de razón que la rige. Asimismo, Schopenhauer hizo una jerarquía de las artes y situó a la música en el escalón más alto, porque la música no reproduce la voluntad, sino que es la voluntad misma.