Gerencialismo y globalización.

Las transformaciones educativas a gran escala están relacionadas con el modelo económico del país y su desarrollo. Generando que las necesidades pedagógicas se acoplen a los intereses del mercado, buscando hacer más funcional la educación a la sociedad de mercado y a las metas que el país se traza en materia de desarrollo. Es por eso que en los últimos meses hemos observado como el debate frente a la educación se posiciona en los medios de comunicación – influenciado por los resultados de las pruebas PISA[1] –  buscando dar al traste con el problema de los bajos rendimientos. De esta manera podemos observar como a partir de estudios comparativos, ya sean evaluativos (PISA), o a partir de estudios de caso (Fundación Compartir), se ha posicionado en el debate la necesidad de una educación de carácter global que cumpla con las exigencias de construir ciudadanos globalizados.

Este es el enfoque que maneja el gobierno colombiano, construir una educación para el trabajo ligada a la concepción de ciudadanos del mundo, adaptable, transformable, dinámica. Es de esta manera como Colombia entra en las sociedades del gerenciamiento como señala Grinberg: “Las sociedades de gerenciamiento se construyen, así, con una nueva promesa que comporta una suerte de fetichización de las condiciones de vida de los sujetos llamándolos a la autorealización… los individuos ya no tendrán que depender de nadie más que de sí” (Grinberg, 2011, pág. 66). Es decir, individuos autónomos capaces de adaptarse a cualquier contexto.

Este nuevo discurso que busca posicionarse a partir de acabar con la modernidad, nos muestran que: “La lógica gerencial conforma el telón de fondo de la configuración del relato y del no – relato, cuya máxima es presentarse – y presentar al mundo – en forma de lo disperso y lo fragmentario, incierto y en crisis permanente” (Grinberg, 2011, pág. 65), de esta manera obliga al sujeto a no tener ataduras de ningún tipo, a estar predispuesto al cambio, pues, es lo único certero.

Gerencialismo y procesos educativos. El caso colombiano.

El discurso del gerencialismo viene acompañado de una serie de términos y estrategias que permiten su implementación, sobre todo nos dedicaremos aquí a las competencias. Para esto nos remitiremos como primera medida al origen de esta expresión en la educación, como señala el profesor Renan Vega: “La primera vez que se empleó fue en 1992 en los Estados Unidos, cuando la Secretaria de Trabajo de ese país conformó una comisión de expertos que elaboró un documento titulado “Lo que el trabajo requiere de las escuelas”. Nótese que el informe es elaborado por la Secretaria de trabajo y no la Secretaria de Educación lo que muestra desde un principio quién determina la importancia de las competencias” (Vega, 2008).

De esta manera podemos ver como la principal característica de este concepto está ligada al mundo del trabajo; el tipo de sujeto en el que se centra este nuevo enfoque es el de un obrero más que cualificado para algunas tareas, que sea capaz de adaptarse  a cualquier tipo de tareas, como lo señala  el Ministerio de Educación Nacional en su texto “Diseño y ajuste de programas de formación para el trabajo bajo el enfoque de competencias”:

Un énfasis mayor en el “hacer” es característico de este enfoque, puesto que se centra en los desempeños que una persona debe demostrar. Sin embargo, a la base del “saber hacer” están conocimientos científicos y tecnológicos, incluso de carácter sectorial y corporativo, que son condición sine qua non para que una persona pueda actuar y obtener resultados con su desempeño. Esta característica conlleva la adopción de metodologías activas para el aprendizaje y al reconocimiento del estudiante como el actor principal en el proceso educativo. El objetivo se transforma: de enseñar a facilitar aprendizajes efectivos. (Ministerio de Educación, MEN, 2008, pág. 6)  

Es así como podemos observar en los documentos de trabajo del MEN un claro enfoque de educación para el trabajo desde una perspectiva gerencialista,  modificando y generando unos lineamientos sobre los cuales deben trabajar las instituciones educativas para cumplir las metas que se traza el Ministerio en relación con la educación para el trabajo. Todas estas transformaciones en los programas curriculares se hacen basadas en documentos del gobierno, que busca modificar el perfil de la fuerza de trabajo, como lo señala el documento “Tendencias del mundo productivo y sus implicaciones en el perfil esperado de los trabajadores”:

El saber hacer (competencia) se torna más importante que los títulos que la personas han recibido por la formación de cualidades, destrezas y habilidades sin relación con el contexto propio de desempeño (cualificación). El perfil esperado en los trabajadores está asociado a su capacidad de “hacer más y mejor” con menor supervisión y mayor autonomía. La integración de los procesos de producción hace que se valore la polivalencia, es decir, que un trabajador controle una amplia gama de funciones y trabaje en grupo para coordinarse con los miembros de la cadena productiva es fundamental identificar y reforzar las competencias requeridas en los trabajadores para su empleabilidad (Ministerio de Educación Nacional, MEN, 2003, pág. 11)

Conclusiones.

A partir del  analisis de los documentos del Ministerio de Educación podemos observar claramente como se expresa el gerencialismo en la educación, como ésta va vinculada a un tipo de sociedad globalizada. Así el enfoque de la educación para el trabajo busca más que una educación innovadora, pareciera ser más bien una guía de buenos modales que debe aprender el trabajador para desenvolverse en el mundo del trabajo. Ya no basada en la educación para el conocimiento y las epistemes sino para la realización de tareas mecánicas y conocimientos cada vez más generales.

Referencias

[1] Diseñadas por la OCDE, en las que el país ocupo el último puesto: http://www.semana.com/nacion/articulo/colombia-en-el-ultimo-lugar-de-las-pruebas-pisa/382250-3

Autor: Fabian Felipe Contreras Ortiz