LA MADRE DE TODOS LOS DISCURSOS

Resulta un hecho posible en cuanto acto posible, el generar intencionalmente la imitación de un modelo a imagen y semejanza del ideal del lenguaje formal de alguna disciplina, para de ésta manera, desde un concepto pre lógico deliberado a modo de sustituto de verdad, en cuanto un “como sí” de aquella, promover las condiciones favorables que den acceso a que tal constructo funcione en cuanto ideal —del lenguaje científico—, como un real en el que termina por convertirse mediante superposición.

Es de esta manera pues, que se asiste al triunfo del discurso en cuanto legitimador del efecto de verdad. Se trata en cuanto espacio discursivo, de un lugar de convergencia donde se encuentran el objeto que se intenta develar —al que se supone portador de claridad para el común—, y la idea de no entenderlo por parte del destinatario. Un binomio que ofrece como resultado, no el poner en cuestión el objeto develado, sino la capacidad propia de develación lógico-racional del mismo por parte del sujeto, —un sujeto “sin duda” convertido en objeto—, quien estaría de manera implícita reconociendo que no sabe, que no conoce que conoce, y al cual, el temor de quedar expuesto al ridículo epistemológico, le supondría una amenaza mayor que la producida por el engaño de un algo que a lo mejor pudiera ser verdad y que bien pudiera perfectamente aclararse, en el momento del traslado de la duda hacia un escenario cuántico.

Un escenario abierto, flexible, adaptable, donde las posibilidades en cuanto tales por el hecho de ser posibles, son tan reales como la realidad, la cual, se convierte a su vez en una posibilidad de todas aquellas que son posibles, derivándose de ello que la razón es un algo equitativo, pues la sin razón tendría en este escenario una razón de ser, por lo tanto todos tendríamos razón, o por lo menos, posibilidades de razón.

De esta manera resulta no solo fácil, sino coherente el afirmar cuestiones como: “…el tiempo imaginario es algo que realmente da forma al universo… el tiempo imaginario es un recurso muy útil utilizado en la teoría cuántica, que describe lo más pequeño, los átomos y las partículas elementales. En el universo incipiente todo era pequeño., Así las cosas, se confía en que los principios y los conceptos de la mecánica cuántica puedan ser aplicados en este contexto.”. El traslado de una terminología de carácter “cortesano-científica” al más puro estilo “Rococó” supone licencia para el uso de negligencias, cuando no menosprecio, por los hechos, el uso de lógicas construidas al margen de la realidad y donde la realidad no tiene cabida, el uso extendido de galimatías de apariencia científica, donde la “imagen de” se convierte en el centro de un manierismo contemporáneo, el uso oscuro y despótico de la metáfora, la analogía, la praxis demagógica. Suponiendo todos éstos elementos, en el fondo, el intento de creación de un nuevo mito origen.

Efectivamente todas las sociedades por simple o complejas que sean se exigen o se narran un relato sobre quiénes son, donde van, qué les hace común, que les hace diferentes, a este tipo de relatos se les conoce también como mitos de origen, que las sociedades se narran a sí mismas. Si partimos del concepto de la modernidad entendida ésta en sentido amplio, más que como un periodo histórico como una forma de pensar, de entender el mundo, el universo, el hombre… de una manera determinada en un tiempo determinado, dentro de la cual se han desarrollado no solo pensamientos sino tipos de pensamiento, es la modernidad pues un arquetipo de innovación moral nunca antes visto, una gran inventiva, un gran producto, generado desde la occidentalidad y para la occidentalidad como centro

Pues bien, es desde la critica a la modernidad dentro de la propia modernidad donde surge una postmodernidad que pretende trasladar ese centro hacia un deconstruccionismo que funcione como constructor, un relativismo que funcione no ya como un elemento de objetividad sino más bien como un elemento de objetivación, un subjetivismo que se pretende objetivo, un orientalismo occidentalizante, un New Age donde de la culpa emergen nuevos dioses salvadores detentadores de verdad, un feminismo machista, en definitiva nuevos “ismos” de los “ismos.”

Una situación postmoderna mediante la cual, las “vacas sagradas” del según Focault: “Poder/saber”, son convertidas en referencia fundamental a los pie de página para dar sustento de verdad al discurso, a las tesis, a olos artículos que generan los saberes del hoy. Unos saberes en los cuales es posible observar que “Virilio, por ejemplo, «no sabe distinguir entre cinética y cinemática», Kristeva e Irigaray «no saben nada en absoluto de mecánica de fluidos», Lacan es «incapaz de diferenciar entre números imaginarios y números irracionales», Baudrillard no sabe nada de las teorías del caos, Deleuze sólo escribe disparates, Lyotard tiene un conocimiento débil sobre la teoría matemática del derrumbe. Latour, está convencido que la teoría de la relatividad de Einstein es la base del relativismo cultural, etc.”

Se trataría en cojunto, de una demagogia en este caso de carácter académica, que nos hace dudar de que todo lo que aprendimos o leimos no es otra cosa más que un gran mito-relato, lo que significaría a su vez, que nuestros títulos al igual que las indulgencias medievales, son papeles que nos han vendido muy caros y que para poco o nada sirven, y que el mito-relato continua en nuestro imaginario colectivo que nos da identidad y con el cual nos identificamos más que como animales racionales, como animales simbólicos en la búsqueda del nuevo mito origen que desplace a Adán y Eva del paraíso hacia un escenario cuántico, en el perfectamente, éste ensayo tendría su sin razón de ser con razón, o su razón ser con sin razón, como posibles.

Escritor: Jerónimo Lopez Sodevilla