Relaciones humanas, una cuestión de autoestima

Aunque las personas que trabajan dentro de una misma organización tienen el común denominador de la VISIÓN y MISIÓN, pueden tener entre sí identidades opuestas y/o diferentes que se sobreponen las unas a las otras y requieren del entendimiento y la cooperación mutuas para alcanzar un mismo fin; sin embargo, no se debe dejar de lado que una empresa sana parte de que cada individuo que la compone también se sienta pleno y satisfecho en su interior, porque de lo que tiene, eso también dará.

En toda sociedad, sin importar rasgos culturales, sexuales, económicos, materiales, políticos, o de cualquier otra índole, existen seres humanos que por una razón u otra se ven en la situación de compartir un vínculo. Puede ser un pequeño roce de tan sólo unos minutos que podría llegar a olvidarse (más no a desaparecer), o algo más intrincado y profundo que implique la totalidad de la emocionalidad, conciencia y personalidad de las personas afectadas, de modo cercano o distante.

Sea cual sea el tipo de encuentro entre estos seres humanos, ese vínculo es a lo que le llamamos RELACIONES HUMANAS. El grado de fraternidad, cooperación, y reconocimiento entre unos y otros dependerá en buena medida de cuál sea la base sobre la que se fundamenten esas relaciones; y para ello se debe partir del siguiente principio: “en cada extremo de una relación humana existe un individuo”. En tal sentido, el concepto de relación se amplía y a su vez se complica, toda vez que el contenido directo de lo que es cada individuo se enfrenta al de su semejante, en términos donde ambos persiguen la coexistencia.

Ningún ser humano es una isla, y a menos que se trate de un náufrago o un  ermitaño, está en la necesidad de vincularse con otros seres humanos. En cualquier entorno donde se busque interactuar, ya sea por necesidad, o por afiliación, las relaciones humanas están presentes, ignorarlas no mejorará la experiencia, y subestimarlas facilitará momentos desagradables. Cualquier persona en cualquier lugar debe comprender antes, su propia naturaleza para poder brindar a otros una relación cómoda. Desde el chofer del autobús en el cual se sube cada mañana, o la persona de la barra en la panadería que despacha el café, la persona de servicio que limpia la oficina, el compañero del cubículo adjunto, el vecino al que le sobran perros, los padres amorosos que no dejan de llamar, la pareja que celebra junto a ti un año más, y tantas otras múltiples conexiones que se hacen a diario se verán afectadas directamente por la carga de personalidad que se deposite en ellas.

¿Agradable o desagradable? …, dependerá de nosotros esa relación.

El modo en cómo nos visualicemos a nosotros mismos determinará la forma en que trataremos a nuestros semejantes. Cada individuo acepta en su vida a aquellas personas y conductas que inconscientemente cree merecer. Por ese motivo, es necesaria una reevaluación del propio carácter para purgar esos aspectos negativos que disminuyen la autoestima y fortalecer los que positivamente la elevan.