SER O NO SER: DOCENTE

Son muchos los momentos donde los docentes se tiene que enfrentar con la maravillosa y misteriosa conducta humana, es decir, se encuentra con la alegría, el amor, la dulzura, la rabia, la desazón, el dolor, el gozo, la paz, la tristeza a flor de piel y en la piel de sus alumnos; son muchos los momentos donde se carga, se hace cómplice y se toma como fuente de solución en cuanto a las dificultades sociales, intelectuales, morales, económicas, familiares, grupales, físicas que presentan sus estudiantes.

Esto es lo que hace de la profesión al digno y satisfactorio, no es solo nuestro deber rellenar un conjunto de neuronas con información, problemas matemáticos, sujetos, verbos y predicados; es también crear seres humanos, consientes de las realidades y de los deberes o papeles como tal, es darle a esos muchachos que, como dice Bert Weeler, son “la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo… …a esos muchachos que tienen la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Verne, la timidez de una violeta…” alas para volar, para crear, para crecer, para formase, para ser y hacer felices.

Pero es triste ver que la mayoría de docentes no se preocupan por cómo está, llega y se va su estudiante. Es triste ver niños que llegan a la escuela con la expectativa y el ideal de no ver y repetir los golpes, el maltrato, el hambre física y moral de sus hogares, pero se encuentran que el jardín del conocimiento en su mayoría de veces es custodiado por un ogro que se hace llamar profesor. Y ser profesor no es cuestión de titulo, de un sueldo o de un nombramiento, ser profesor es cuestión de vocación, humanismo, sensibilidad, entrega; y ese es el verdadero reto de los que nos encontramos inmiscuidos en el camino de la educación: no repetir la historia que tiene un final infeliz.

El papel del educador consiste en crear ambientes agradables en la escuela, que faciliten la creación cognoscitiva, cultural, literaria y social del educando; para lograrlo Benedicto González Vargas, escritor y profesor, proponen las siguientes acciones: “Establecer en el aula un clima de relaciones respetuosas y de confianza con y entre los alumnos, donde la empatía, la posibilidad igualitaria de participación, la tolerancia, la solidaridad y el respeto como valor fundamental presidan cada una de las acciones pedagógicas y logren imponerse a cualquier diferencia” de igual manera “manifestar altas expectativas respecto a las posibilidades de aprendizaje y desarrollo de todos sus alumnos, es muy importante no prejuiciar ni discriminar de partida, ya que cuando el docente transmite una motivación positiva y honesta, cifra altas expectativas en las capacidades de sus alumnos, cuando lucha a fondo por desarrollar dichas capacidades, favorece la autonomía y la perseverancia en el trabajo escolar” y como último elemento se propone “establecer un ambiente organizado de trabajo, disponer los espacios y recursos en función de los aprendizajes”.

Esto favorece la motivación y creatividad de los educandos, además permite acercarse a cada uno de ellos como un mundo diferente que está en la capacidad de contar y trasmitir sus emociones, expectativas, miedos, dolores, sueños a través del vehículo inmortal por excelencia: las relaciones sociales, el arte, la escritura, las letras. Todo cargado de adornos, de sentimientos e ideas.

Escritor: CAMILO VELÁSQUEZ PALACIO