Algunos elemento constitutivos de la idea de América Latina en José Martí.

Influencias intelectuales del pensamiento martiano.
Tres pensadores cubanos.
Vale la pena destacar los visos de renovación que la intelectualidad cubana ofrecía a las colonias españolas en América a finales de siglo XVIII y principios del XIX, ideas que acogería el héroe de Dos Ríos en su pensamiento y que son fermento de muchos de sus proyectos posteriores. En un principio José Agustín Caballero (1762 -1835) introdujo el racionalismo cartesiano y promovió un reforma en la universidad cubana para alejarla del dogmatismo escolástico y abogar más por el espíritu critico; rechazaba la visión de la física de Aristóteles, y la reemplazo por la enseñanza de Newton y Copérnico, que se centraban en la demostración experimental y no en la fuerza del argumento (Monal, 2007, pág. 315 y ss).

Más adelante Félix Varela (1788 – 1853), quien fuera discípulo de José Agustín Caballero en el seminario San Carlos, compartió el anti escolasticismo de su profesor; confiaba en el poder de la razón humana siguiendo la tradición iluminista del siglo XVIII, él introdujo la modernidad en la filosofía cubana construyendo un pensamiento creador alejado del eclecticismo; fue un empirista que se centró en el dato sensorial, la observación y la experimentación. Como su maestro utilizó la duda metódica como herramienta para la construcción de una teoría del conocimiento, ser racionalista no le impidió conciliar sus creencias con las teorías que defendía; el padre Varela creía que algunos aspectos de la teología (milagros y misterios), no eran asequibles al ser humano. (Monal, 2007, pág. 318).

José de la Luz y Caballero (1800-1862), estudiante de Félix Varela, se vio influenciado por escritos de iluministas como Locke, Condillac y Rousseau, así como también por Newton y Descartes. Criticó abiertamente los métodos de enseñanza tradicionales, y se centró en la motivación de sus aprendices para dar a conocer sus ideas.

Otro punto de atención en su pensamiento es la denuncia que hace del divorcio entre teoría y práctica, proponía que la transmisión de conocimiento y éste mismo debía estar enfocado a las necesidades del país; como su profesor fue empirista, pero más cercano a Locke, su iluminismo concebía al hombre como un todo y al mundo como una unidad inseparable del ser humano; promovió también el fomento del espíritu critico para penetrar en el conocimiento. (Monal, 2007, pág. 330 y ss).

Tanto en el padre Varela como en Luz y Caballero la religiosidad no brinda una interpretación de las cuestiones filosóficas; para ellos la religión es un hecho de conciencia individual y no una guía para comprender el mundo; esto concilia su filosofía con sus creencias religiosas. Todas estas nuevas ideas las recibiría Martí de su mentor Rafael María de Mendive al estudiar en el colegio San Pablo.

José Martí y sus objeciones al positivismo.

Es importante destacar la influencia del krausismo español en el pensamiento martiano; al pasar sus años universitarios en el Reino de España no fue ajeno El Maestro a esta corriente de pensamiento, que llego a América Latina a través de Julián Sanz del Rio (1814 – 1869) (Beorlegui, 2006, pág. 247 y ss).

La importancia de estas ideologías venidas de Europa esta dada por el momento histórico en el que arribaron a América: La formación de los Estados nacionales. Tanto el Krausismo como el positivismo fueron adoptados por las burguesías capitalistas como una herramienta para conseguir el tan anhelado “orden y progreso” que no se alcanzó con las lucha de independencia; el positivismo serviría para que Hispanoamérica dejara atrás el atraso feudal heredado de España.

Pero Martí no se dejo deslumbrar por las luces venidas de Europa, él, como creador incansable, veía muchas ideas en el positivismo que no se acoplaban con la realidad Latinoamericana decimonónica; así lo expresa Pablo Guadarrama : “Martí conocía muy bien que un traslado descuidado de ideas, independientemente del valioso componente epistemológico que pudiese contener, como era el caso del positivismo, podía traer consecuencias negativas para el desarrollo autentico de la cultura y la vida político-social Latinoamericana” (Gonzalez, 2012, pág. 357).

Método bueno filosófico es aquel que, al juzgar al hombre; lo toma en todas las manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente observar. Debilidad Martí, 2001, pág. 364 y 365).

No obstante, Martí destaca el valor de demostrar los hechos y la confianza en el papel de la ciencia que el positivismo abanderaba.
Otro de los desacuerdos que el Héroe de Dos Ríos tenía con el positivismo era la visión de la historia universal; describe Carlos Beorlegui que en el siglo XIX la visión histórica del positivismo era muy conveniente para explicar el desarrollo hispanoamericano: “… se consideraba que la época de la colonia correspondía al estadio teológico; la época de los ilustrados y liberales de la época de la independencia , al metafísico; y el momento presente, [el siglo XIX] representaba el inicio de la etapa científica, la positiva. Por lo tanto se interpretaba toda la historia Hispanoamericana desde este parámetro tripartito. Este modo de ver las cosas contagiaba de enorme fe en el progreso, como si ello estuviera inscrito de modo necesario en el proceso esencial de la historia” (Beorlegui, 2006, pág. 208).

En Martí la historia desempeña un papel liberador y creador de conciencia nacional y Latinoamericana; no cree que el motor de la historia sea la lucha de clases, o de razas; rechaza la historia biologizante, la historia providencial, en que un pueblo elegido es protagonista, y los demás se subordinan a su saber; no comparte el absurdo fatalismo geográfico, que condena a Nuestra América a ser inferior a Europa.

Así como las culturas del mundo, para él la historia es variada y siempre tiende hacia un mismo fin: La libertad del ser humano. El Maestro propone un nuevo enfoque historiográfico desde América Latina, una historia que explique nuestros orígenes y trasegar con un lenguaje, una mirada y un sentimiento americanos, dejando de lado como única y verdadera explicación de nuestra realidad las teorías venidas del extranjero (Estrade, 2008, pág. 146 y 147).

¿Fue Martí un positivista?, la respuesta es, claramente, no; su pensamiento, dice Pablo Guadarrama, es un intento sintetizador de lo mejor que se había consolidado y difundido en la producción filosófica universal hasta su época, y por esa razón no podía de manera alguna subvalorar, entre otras la filosofía positivista (Gonzalez, 2012, pág. 366).

Bibliografía
Beorlegui, C. (2006). Historia del pensamieto filosofico latinoamericano . Bilbao: Sabin.
Estrade, P. (2008). Martí en su siglo y en el nuestro . La Habana: Centro de Estudios Martianos.
Gonzalez, P. G. (2012). Pensamiento filosofico latinoamericano (Vol. 1). Bogota: Planeta.
Martí, J. (2001). Obras completas (Vol. 19). La Habana: Centro de Estudios Martianos.
Monal, I. (2007). Ensayos Americanos. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

Por: Oscar Andersson Cardozo Jiménez