¿Qué tanto sabe el ciudadano acerca del derecho a elegir y ser elegido? ¿Conoce el pueblo las implicaciones que tiene el hecho de dar el voto por alguien? ¿Valoran los ciudadanos colombianos el derecho a votar y hacen un uso racional y efectivo del mismo?, estos interrogantes suelen surgir cada que analizamos a cada una de las personas que hacen parte de nuestro gobierno y aún más cada que se exhiben a la luz pública los innumerables actos de corrupción que cometen nuestros dirigentes desangrando cada vez más nuestro erario.
Ahora bien, es pertinente mencionar que el aludido mecanismo de participación ciudadana se encuentra consagrado en el artículo 40 de la Constitución Política de Colombia, cuyo ejercicio comprende una colosal responsabilidad, pues no se trata simplemente de asistir a las urnas y depositar el voto sin saber a quién elegimos, sin enterarnos de su plan de gobierno, de la formación del candidato y menos del pasado que dicho sujeto ha tenido en la sociedad, pues no podemos olvidar que el derecho a votar se ha adquirido después de una ardua lucha y que hasta hace un poco más de medio siglo toda la ciudadanía lo puede ejercer.
El derecho al voto ha tenido una evolución histórica interesante, pues en la Constitución de 1810 y posteriormente en las de 1815 y 1821 se excluyó del derecho al voto los esclavos, los analfabetas, las mujeres y los pobres; por su parte en la Carta Política de 1853 permitió el sufragio a hombres de más de 21 años y a los descendientes de los esclavos; ulteriormente la Constitución de 1886 suprimió el voto a los analfabetas, a menos de que fueran dueños de propiedades o generaran altos ingresos, hasta que en 1936 se volvió a reiterar el derecho al voto para todos los hombres mayores de 21 años; Luego, y como un grande logro para nuestro país en el año 1954 se concedió el derecho a elegir y ser elegidas para todas las mujeres. En la actualidad, el derecho a elegir tiene una connotación especial pues se puede ejercer una vez se obtenga la mayoría de edad, es decir 18 años, sin ningún distingo de raza, sexo o condición social, lo que implica un goce efectivo de un derecho que no fue fácil de lograr.
De acuerdo con lo expresado, vale la pena preguntarse ¿Qué espera un país de quienes ejercen el derecho al voto?, la respuesta puede ser sencilla, pues se espera que el ciudadano conozca el programa y el plan de gobierno que promueve el candidato para que al momento en que éste sea elegido cumpla a cabalidad y al pie de la letra dicho programa, pues ésta persona es un representante en el gobierno de la ciudadanía y está en el deber de manifestar el querer del pueblo y luchar por sus necesidades para mantener así la sana convivencia, la protección de los intereses de todos los habitantes del territorio nacional y de la soberanía , además como ciudadanos nos encontramos en la obligación de elegir a un candidato ejemplar, diligente, pulcro y transparente que sea consiente que está al servicio del pueblo, sin buscar satisfacer intereses personales pues su fin mismo es el Estado.
Finalmente, resulta sorprendente la forma en que se asume el derecho al voto en nuestro país, la falta de compromiso de la ciudadanía, quien vota sin saber por quién lo hace, o sólo porque se le ofreció algún beneficio y eso sin mencionar los que ni siquiera salen a las urnas a apoyar a candidatos con buenos planes de gobierno, o mostrar su inconformismo a través del voto en blanco; el derecho al voto debe convertirse en un derecho tan importante para cada ciudadano porque de él depende el presente y futuro de su país, es una manera de acabar con la corrupción y de forjar un gobierno que nos brinde garantías y no que se aproveche de las riquezas que le aún le queda a nuestra Colombia.
Por LUIS GERÓNIMO RÍOS BETANCUR