Capitalismo vs. Socialismo, ¿beneficio de un individuo o del colectivo?

En el estudio de la teoría económica, hablar de Sistemas Económicos nos lleva a la consideración de dos tendencias que han sufrido tantas peleas como reconciliaciones en el transcurso de la práctica real: el capitalismo y el socialismo.

Las civilizaciones agrupadas siempre han debatido acerca de lo conveniente o no de una determinada política económica. Para algunos gobiernos y sus ciudadanos, el mejor provecho podría ser obtenido de la liberalización del mercado con la mínima participación del Estado, mientras que para otros, el beneficio de los empresarios mina las posibilidades de mejoras para el resto de la población y en ese sentido, los recursos serían mejor administrados por las comunidades con la planificación intervencionista del Estado.

De estos debates, han surgido ciertos modelos híbridos como la llamada Economía de Mercado Socialista o la Economía Social del Mercado, que no son otra cosa que la mezcla de diferentes aspectos de cada sistema en una línea de dirección que estará determinada por la política que defina el gobierno de turno. Lo cierto es que en la práctica, no existe una economía que pueda ser 100% Capitalista o de Mercado Libre, ni tampoco una Economía completamente Socialista que esté exenta de la participación del sector privado.

Muestras de estos casos los encontramos en los representantes más emblemáticos de estos sistemas económicos del mundo moderno: por un lado se encuentra Estados Unidos, primera potencia del mundo y mayor exponente de la llamada Economía Capitalista, quien no ha relegado los servicios sociales como la salud en manos del sector privado, sino que es el garante y planificador de los programas ofrecidos en este campo.

Por el otro lado, está Corea del Norte, cuyo régimen político ha intervenido todas y cada una de las esferas del acontecer nacional, pero no por eso ha desaparecido a la empresa privada de su geografía.

Cada sistema económico tiene sus ventajas y desventajas. Hablando del caso particular del Capitalismo, se puede decir que respeta la propiedad privada y estimula la participación del comercio libre para aumentar los ingresos netos en la cadena de producción, dejando a criterio de la sagacidad y el ingenio de cada empresario su capacidad de enriquecer o no sus bolsillos. Respecto al Socialismo, los intereses de los individuos se agrupan en comunidades (o comunas) que administran sus propios recursos y la propiedad pasa a un segundo plano en aras del bienestar colectivo, lo cual deja en manos del Estado la planificación y la regulación de las actividades realizadas para tal fin.

No obstante, la práctica demanda algo más que la combinación de algunos aspectos de cada sistema para funcionar. En ambos casos, la corrupción es el enemigo en común a vencer, porque si bien es cierto que existen empresarios codiciosos que no echan de ver el bienestar de su prójimo, también es cierto que existen funcionarios en el gabinete gubernamental que modifican las leyes para beneficiar sus propios intereses. Un sistema económico ideal sería aquel en el que todos salgan ganando, y no sólo un puñado.