De la automedicación al abuso de sustancias

La automedicación es una conducta ampliamente difundida en nuestro país y está incentivada por las exigencias que la sociedad de consumo impone al individuo, a costa de su bienestar personal. Esto tiene como consecuencia la búsqueda de soluciones mágicas para compensar insuficiencias de adaptación, ya que se debe ser competente en términos profesionales y sociales para mantenerse dentro del circuito productivo. El sujeto se ve obligado a no poder expresar sus pensamientos y sentimientos de manera natural, si no están de acuerdo con los parámetros establecidos por la moda del momento. Así la sociedad lleva al sujeto a ejercer un autocontrol de sus impulsos y sentimientos, que le producen malestar, dolor, inhibiciones y lo llevan a enfermar. En este estado de vulnerabilidad, la solución más rápida es el consumo de algún fármaco que termine con la sintomatología y le permita seguir en carrera.

Definimos la automedicación como la conducta que consiste en tomar medicamentos que no han sido prescriptos por un médico. Se trata de una práctica antigua y generalizada, ya que desde siempre el hombre ha buscado paliar sus dolencias recurriendo a diferentes métodos, como la utilización de sustancias, ritos, magia, entre otros.

En nuestro país esto se ha convertido en una práctica común, fomentada por diversos factores, entre los cuales encontramos la publicidad tendenciosa, que utiliza el mismo criterio publicitario tanto para vender una cerveza como para vender un fármaco, y la presión de la industria farmacéutica. Hasta no hace mucho tiempo, podíamos adquirir gran variedad  de medicamentos de venta libre en las góndolas de los supermercados, gimnasios, como también en quioscos, junto a bebidas alcohólicas y cigarrillos. Actualmente, se pueden solicitar estos y otros fármacos a través de Internet.

En general, la población desconoce cuáles son los peligros de esta práctica, que incluyen el enmascaramiento de la enfermedad de base, la aparición de efectos adversos, la prolongación o agravamiento de la dolencia, la resistencia generada a los antibióticos, y la adicción que pueden producir en el organismo.

La evolución de la farmacología es un proceso constante de superación permanente, la cual ha hecho posible el tratamiento de muchas patologías y la erradicación de un gran número enfermedades en otro tiempo mortales. Pero el importante aumento del consumo de fármacos, tanto de venta libre como de prescripción médica, nos pone ante la discusión de lo que se considera salud o enfermedad. Si bien ambos son criterios dinámicos, que dependen para su definición del momento histórico y de la cultura, una sociedad responsable no puede perseguir el logro de la productividad, mediante el tratamiento de síntomas amenazantes para la consecución de una performance social adecuada a los fines del aparato económico, sin tener en cuenta los aspectos sociales, psicológicos y éticos del ser humano. Desde este sistema perverso, la automedicación no persigue la idea de curación, sino el consumo compensatorio de insuficiencias personales de adaptación.

Un estudio llevado a cabo en 2007 por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico sobre la medicalización de la vida cotidiana, concluyó que la sociedad lleva al sujeto a ejercer un autocontrol para resultar competente en términos profesionales, sociales y afectivos. Esto produce en el individuo inhibición, depresión, ansiedad, excitación y un estado de vulnerabilidad, síntomas que tienden a ser resueltos mediante la utilización de tranquilizantes y estimulantes.[1]

Si bien estos productos le sirven al individuo para luchar contra sus síntomas, también le sirven al aparato productivo para callar al sujeto y ejercer un control social a expensas de la individualidad y del desarrollo personal.

 La Organización Mundial de la Salud define el término Autoayuda como “… todas aquellas medidas llevadas a cabo (…) con el fin de movilizar los recursos necesarios para promover, mantener o restaurar la salud de los individuos y de las comunidades… La autoayuda puede incluir asimismo el autocuidado (como la automedicación) y los primeros auxilios en el contexto social normal de las vidas cotidianas de las personas”.[2] Si bien se incluye la automedicación como práctica del autocuidado, debemos tener en claro que para que esto sea posible, hay que realizar una muy cuidadosa educación en la población, dirigida a establecer criterios que lleven a una mejor calidad de vida.

El concepto de autocuidado tiene que ver con todo aquello que las personas hacen por sí mismas, para restablecer o preservar la salud. Abarca la higiene, nutrición, actividad física, factores ambientales, socioeconómicos y la automedicación responsable (en relación a los medicamentos de venta libre). En la automedicación la persona utiliza medicamentos para tratar síntomas o enfermedades que ella misma puede identificar. El problema se presenta cuando de la automedicación se pasa a la autoprescripción, que implica el uso indiscriminado de fármacos sin indicación de un médico, con sus posibles efectos negativos. Se tiende a dar una respuesta artificial a determinados estados de ánimo, crisis vitales o problemas relacionados con el envejecimiento normal.

Si tenemos en cuenta, además, la dependencia psicológica que se puede generar hacia la medicación, muchas personas pueden estar muy cerca de la dependencia y abuso de sustancias. Esto es propiciado también por la desinformación o el error de suponer que el abuso de sustancias está referido exclusivamente al consumo de cocaína, LCD, alcohol y tabaco, entre otros. En el abuso de sustancias, o drogadependencia, el sujeto tiene la necesidad compulsiva de ingerir drogas para lograr un efecto psíquico. Esto se logra con cualquier sustancia, natural o sintética, que al introducirse en el organismo produce modificaciones en su fisiología. Esta utilización puede ser esporádica, continua (abuso) o tratarse de una conducta drogadependiente, donde aparecen profundas modificaciones en el organismo, tanto físicas como psíquicas, y problemas familiares, sociales y laborales.


[1] SEDRONAR: La medicalización de la vida cotidiana. El uso indebido de medicamentos psicotrópicos en adultos. Informe final, Febrero 2007

[2] Organización Mundial de la Salud / Promoción de la salud Glosario. Ginebra, 1997

Escritor:  Sandra Cristina Battaglia

 

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