El conocimiento pedagógico como objeto de estudio

 (Fragmento)

Introducción
El interés por desarrollar investigación educativa en la línea temática del
pensamiento del profesor responde a una necesidad de analizar constante y
permanentemente mi práctica pedagógica. Mi experiencia como docente de aula,
ha posibilitado un mayor entendimiento de lo que soy y de que lo sucede conmigo
en la labor didáctica. A mi modo de ver, la inquietud por investigar el conocimiento
profesional (pedagógico) de profesoras y profesores busca comprender en
profundidad aquellos procesos internos que tienen lugar en el acto mismo de
enseñar y, que pasamos por alto por ser parte de lo cotidiano y se suceden casi
de manera automática, pero que están estrechamente vinculados a nuestras
acciones didácticas, a la forma en que desarrollamos la tarea educativa.
Desde mi experiencia personal y profesional, debo reconocer mi afán por los
fundamentos de la práctica docente. Aquellos marcos conceptuales conscientes o
no, que dan sustento a la concepción de ser humano, de mundo, de conocimiento,
de educación, de ciencia. Este foco de atención se gesta durante el periodo de
formación universitaria y se consolida en la práctica profesional, al darme cuenta
de las “complejidades” que son inherentes a la práctica misma al participar en la
dinámica de diferentes contextos y escenarios educativos; y digo “complejidades”
dado que la acción educativa está llena de contradicciones, por lo que no admite
formular una lógica universal, en consecuencia desmitifica la imagen de “profesor
ideal” la cual había construido en mis años de Universidad. Ya cuando se derriba
el mito, ese “conocimiento pedagógico” que me parecía abstracto en un principio,
cobra un sentido práctico que es clave en la toma de determinadas decisiones en
el aula.
Por último, indagar y poner en tela de juicio la forma en que me acerco a la
realidad educativa y a la práctica de la enseñanza desde una determinada
perspectiva conceptual, me ha permitido reconocer y aceptar tanto la complejidad
de la docencia como el compromiso con la propia práctica.
Trayectoria investigativa de base
Debo partir diciendo que, desde la formación pedagógica inicial, una de las
cuestiones que ha llamado poderosamente mi atención es el pensamiento humano
en general y el pensamiento pedagógico (didáctico) del profesor en particular. Se
trata de un interés por develar el “misterio” acerca de cómo funcionamos en la
cotidianeidad del aula, en el día a día, de qué manera tomamos las decisiones que
tomamos o las acciones que llevamos a cabo; en definitiva, la forma en qué
pensamos nuestro rol de docentes en el acto de la enseñanza propiamente tal,
puesto que como ya es sabido esta dimensión implícita, tácita, inadvertida tiene un
impacto significativo en la configuración de la práctica pedagógica. Es decir, la
enseñanza es una actividad por naturaleza subjetiva y, que constituye un reflejo
de las concepciones, creencias y conocimientos pedagógicos (didácticos) de los
profesores, y son una base relevante para su práctica profesional, puesto que
operan como el fundamento central que las guía.
Al respecto conviene decir que las teorías del aprendizaje y la psicología como
ciencia humana estimularon aún más mi interés por el pensamiento docente
durante los primeros años de formación, especialmente las teorías cognitivistas
del desarrollo del conocimiento. A medida que avanzaba en la carrera pedagógica,
esta aspiración fue tomando ciertos matices: por un lado se hacía más clara, más
descriptible, más conexa, al dejar entrever una dirección hacia la racionalidad
(lógica) pedagógica del profesional de la educación; pero por otro lado, se hacía
más difuso, abstracto, disperso, amplio, por lo que me surgían preguntas, tales
como: ¿de qué forma abordar el pensamiento como un objeto de estudio?, ¿cómo
lo puedo estudiar?, ¿acaso es observable, medible o cuantificable? Estas y
muchas otras interrogantes me inquietaron, y al mismo tiempo me desmotivaron.
Aproximación al conocimiento del profesor: las percepciones
Ya avanzada la carrera, en el último año para obtener la Licenciatura, a pesar de
desarrollar una propuesta de investigación, no me mostraba completamente
convencido, pues mi sensación era que el trabajo no expresaba el interés en su
totalidad, quedando fuera muchos otros elementos de consideración,
especialmente los relativos a los procesos cognitivos del profesor. Es así como, la
primera experiencia investigativa en el ámbito educativo en la que participo tiene
como objeto de estudio las percepciones de un grupo reducido de profesores de
educación básica (primaria), respecto del juego como recurso didáctico, donde la
categoría “percepción” respondió a un intento de hacer concreto aquello que en un
principio resultaba amplio, abstracto e indeterminado de afrontar en términos
metodológicos, y que se orientaba en la dirección deseada al develar parte del
pensamiento pedagógico, como son los conocimientos, nociones o ideas respecto
a una temática determinada.
Gracias a esta primera práctica de investigación, me doy cuenta que había logrado
una aproximación superficial a ese saber didáctico, una descripción exhaustiva y
detallada de las “percepciones” concebidas como conocimientos, nociones, ideas
que poseía cada uno de los profesores que participaron en el estudio relativas a
las actividades lúdicas como actividades de aprendizaje significativo, pero en
ningún caso me encontraba en el terreno de los procesos de pensamiento más
complejos de los docentes. Sin embargo, este estudio fue clave para consolidar
una línea de investigación a seguir, despejó dudas, clarificó lo indefinido, y me
permitió identificar/denominar el foco de interés: el conocimiento pedagógico
(didáctico). Este concepto logró plasmar todas mis pretensiones como profesor e
investigador al comprender la necesidad de dotar de sentido/significado a los
muchos de los procesos que vivo, experimento, siento durante la enseñanza y que
pueden parecer triviales, pero que de alguna manera determinan mi quehacer
didáctico.

Escritor: Claudio vergara