EL GUSTO POR LEER.

Al tomar la decisión de abordar una lectura, se encuentra en nuestra conciencia la invitación responsable de realizar una buena lectura, en un comienzo no será fácil entrelazar el título con las primeras líneas de nuestro acometido, y en esta razón se debe tener la mejor disposición para lograr entender, comprender y encontrar la conclusión de la actividad que se ha decidido, pero esta debe tener el interés necesario, el entusiasmo y la complacencia de leer sin afán y llegar al final; si se toma el tiempo necesario y se hace de manera lenta y de forma comprensible, al final sentirá el gusto de saber lo que lee y en ultimas no tendrá la sensación de haber caído en el desacierto, que se ha perdido el tiempo sin entender nada de lo que se ha leído.

Cuando se lee, se recrean imágenes en la mente que sirven de conectores con la lectura y poco a poco se va asimilando las ideas expuestas por el autor, no es sano pensar en la simplicidad de solo leer como un pasa tiempo, sino aplicar esta nueva experiencia a la comprensión como seres racionales, que nos entendemos por una o varias razones acerca de nuestra existencia.

El leer sin finalidad, trae como resultado el aburrimiento para una futura lectura, si sabemos que cada lectura tiene su interés propio de exponer nuevas ideas que aportan a nuestras vidas, se tendrá claro la objetividad propia, de entrelazar todas las ideas y apropiarse de los temas en discusión y llegar a la reflexión de conclusiones buenas y malas, que se tendrán a criterio personal de cada uno de nosotros, el cual se decide que tomar y dejar para la aplicación a ideas futuras; hay que tener en cuenta que este interés no es general, cuando se exponen ideas de ciertos autores que no despiertan dicha complacencia por leer, pero este no es motivo para no buscar otra de nuestro agrado, y seguir en el sano ejercicio de leer.

Si se obliga a leer de manera sutil y despiadada, el producto del interés se ha perdido mucho antes de lo imaginado, y de eso no se trata, sino de encontrar el buen lector que habita dentro de cada uno de nosotros y de manera análoga descubrir ese dialogo distante que nos acerca unos a otros en un mismo interés de pensar de maneras diferentes con ideas nuevas y comunicarnos de manera general en una sociedad como sujetos.

Un buen lector, pasara de saber menos a saber más y no lo contrario; cuando se hace una mala lectura será de menos al desinterés que le produce esta experiencia y perderá la decisión de buscar otra que le aporte nuevas ideas; este planteamiento está dirigido a la comprensión y a la experiencia que se adquiere en la ampliación de temas, cuando se abordar lecturas que se encuentran de alguna manera relacionadas de manera progresiva.

Al hablar de progresivo, es una característica que tienen las buenas lecturas, hay que ser claros en la intencionalidad de leer, se tiene el reto de descifrar las ideas que expone cada autor; un buen lector no puede tener una sola postura en su punto progresivo, los autores pueden ser historiadores, filósofos, políticos y otros en general que existen en la variedad de la literatura; el buen lector se diferencia del historiador, del político, del filosofo, porque evita a toda costa confundir los hechos e ideas que cada autor ha expuesto, se ciñe a la determinación de entrelazar las ideas y llegar a la autonomía de dar su punto de vista respetando las ideas de los demás; en algunas ocasiones la confusión de ideas han creado malas escuelas y pésimos estudiantes, cuando no se ha descrito con veracidad la verdadera realidad y se han tergiversado las ideas en el camino de su exposición, se ha perdido el rumbo que otros autores han querido compartir en la historia progresiva de la verdad.

Al decidir ser buenos lectores, es la responsabilidad de comunicarnos con la realidad, llevando consigo los valores del descubrimiento que encontramos en cada lectura; se tendrá en la reflexión el aporte al progreso y no al estancamiento en retroceso de crear fronteras ficticias, limitando adquirir nuevas experiencias en la adquisición de vivencias de otros lectores, que han querido producir ideas que aportan en el desarrollo, como personas al servicio de una comunidad que se supone y se acomoda a la realidad.

Si se tiene la experiencia de leer y se encuentra en la imaginación, se puede complementar estas ideas con la observación y verificar que no solo con ver las lecturas será satisfactorio, sin tener clara la finalidad de leer para comprender y tener respuestas múltiples de lo que en verdad se quiere saber.

En la apuesta del anterior artículo es aportarle a la comunidad una manera clara de evidenciar como se ha concebido la lectura y como se ha tratado; se espera como buen lector, lograr descubrir cuestiones y justificaciones que de alguna manera no se hacen evidentes, y quizá la falencia es cómo se lee, se interpreta y como se construye el conocimiento; es importante tener claro el papel que juega la filosofía de leer, en pro del desarrollo del pensamiento y de su progreso, cuando es difícil abandonar ideas instaladas no solo en la comunidad estudiantil sino también en los estudiosos de la literatura, si se pertenece a una comunidad científica inmersa en una comunidad social y cultural, con puntos de vista de oposición, a favor o neutral de como se ha concebido la lectura, desde el abordaje de la historia resuelta por el historiador y analizada por una comunidad que entreteje con los expertos en hacer ver esas falencias que por mucho tiempo pasaron inadvertidas a los ojos de todos, y se piensa ahora en la tecnología y no en el progreso del pensamiento de una cultura que aun pertenece a la lectura.

Escritor: EDGAR RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ