Es de destacar que el panorama observado es el de una guerra de divisas, teniendo en cuenta que su factor esencial es el tipo de cambio y las tasas de interés deseadas. Por otra parte el flujo de comercio internacional de esta manera se puede visualizar afectado, especialmente en las economías emergentes en donde el valor de sus monedas inhibe el desarrollo en términos de exportación y por tanto conlleva a empobrecerlas no concertando las medidas y además siendo utilizada una política de protección en especial con una incidencia en las exportaciones como está realizando Estados Unidos en el contexto de recuperación.
Actualmente en el marco económico, teniendo en cuenta mayores flujos en comercio como lo es de capitales, se engrandece el modelo capitalista, lo que implica mayores tasas competitivas con respecto al comercio, es mayor así la cantidad transada de bienes y servicios y por ende ampliación en fronteras de producción para países que participan, son una mayor volatilidad de la tasa de cambio y lógicamente de las tasas de interés determinadas.
Claro está que es posible contextualizar por una parte la fase de recuperación de economías, especialmente emergentes partiendo de la base exportadora y por otra parte, los obstáculos que han aparecido desde Estados Unidos en el desarrollo de su política fiscal deficitaria y la monetaria flexible en cuanto a conformación de la balanza comercial del resto de economías.
La guerra de divisas se trata en términos generales de un descontrol entre acuerdos para equilibrar el tipo de cambio de manera que no se desacelere la mecánica de exportación con la que cuentan las economías para financiar sus importaciones y manejar sus reservas internacionales, así mismo el equilibrio macroeconómico ante la aparición de incidencias inflacionistas y de desempleo.
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