El VERDAERO VALOR DE LA MUJER

Jean Paúl Sartrè filósofo francés expresó ¨ muchos son lo que no son, pero no son lo que son ¨, y Napoleón Bonaparte dijo ¨ Una mujer hermosa agrada a los ojos; una mujer buena agrada al corazón; la primera es un dije; la segunda es un tesoro ¨.; y el Rey Salomón se preguntó ¨ ¿Mujer virtuosa quien la hallará? ¨. Sartre y Bonaparte manifiestan un problema de identidad en contraste con la apariencia, donde se intuye que la condición o estado interior de la persona se refleja en lo exterior de la misma , es decir la belleza interior es la mas valiosa tal como tácitamente lo señala Salomón, la mujer es mas valiosa en virtud, de lo que hay en su interior, de lo que guarda en su corazón.

El apóstol Pablo señala ¨ Porque todo lo que Dios creó es bueno ¨ ( 1ra Tim 4: 4 ), y es así que Dios luego de crear al hombre y ver que no era bueno que esté solo, crea a la mujer quien seria llamada Eva. El nombre de Eva significa ¨ madre de todos los vivientes ¨ y personifica lo femenino en la raza humana, en ella está escondida, como en un grano o semilla, toda la gracia e independencia de una mujer. Eva creada de Adán, antes de aparecer sobre la tierra, existía en el pensamiento de Dios, Dios la vio, y porque la vio la creó. La mujer pues, es el producto de la creación divina, fue creada completa, cuyas perfecciones no eran debidas a la cultura o la tradición sino que fue el resultado de la actividad divina. A pesar que Adán fue creado primero, el no era viable sin Eva, es decir el hombre estaba en necesidad, y la mujer era la ayuda que necesitaba, Dios crea a la mujer como ayuda idónea para el hombre.

La mujer representa la gracia humana en alto grado, su sensibilidad es mas viva e impresionable por lo concreto y lo atractivo, es decir mas susceptible a la tentación debido a su curiosidad innata, y la consecuencia de ello es ya conocida, siendo que a partir de entonces Dios determinaría que quedaría sujeta del varón, bajo su responsabilidad ( Génesis 3: 16 / 1ra Pedro 3: 5 ), pero sembrando en lo mas profundo de su alma la semilla de una fe gloriosa para que en su rol de madre sea restaurada a su condición inicial en tanto permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia ( 1ra. Timoteo 2: 15 ).

Dios crea a la mujer diferente, no superior ni inferior al hombre y le dio una misión distinta en la vida como madre, esposa y administradora del hogar para su completa realización personal, por ello la mujer no debiera aspirar a ser igual al hombre en su esfera, sino a convertirse en una mujer auténticamente femenina, que complementa al hombre a quien ama, conforme a la visión de Dios.

Sin embargo esta visión del rol de la mujer se distorsiona de modo radical a partir de la revolución industrial en Europa a mediados del siglo XVIII donde la aplicación de los descubrimientos científicos en la industria a gran escala, provocó, entre otras consecuencias, drásticas reducciones de los niveles de salarios de los obreros como de los campesinos, haciéndose necesario desde entonces la incorporación de la mujer en el sistema de producción social capitalista para mantener el ingreso familiar que permita atender sus necesidades básicas de subsistencia pero en perjuicio del orden familiar imperante.

La participación de la mujer en el sistema productivo a gran escala, derivó asimismo en un trato desigual y discriminatorio para con ellas, cometiéndose muchos abusos y excesos en las que eran vulnerados sus derechos laborales como de su libertad de expresión, empezándose desde entonces una lucha progresiva por la conquista de sus libertades y derechos a través de movimientos feministas, logros que han trascendido el ámbito laboral para incursionar en la mayoría de las actividades socio políticas, económicas y culturales en la que se desempeña el varón, como en el ámbito sexual en clara competencia con el genero masculino.

El nuevo orden económico social globalizado de hoy consumista e individualista, en el que la participación de la mujer en el ámbito laboral es necesaria y trascendental, si bien viene permitiendo una mejora del nivel de vida material en términos relativos de cantidad mas no de calidad, se ha gestado al precio de descuidar la institución del matrimonio y la familia, con escasa comunicación en el hogar, haciéndose a un lado el rescate de valores y roles correspondientes al de padres y esposos así como del ignorar los principios de autoridad establecidos por Dios.

Esta realidad no es la verdad establecida por Dios en lo que respecta a la correcta valoración de la mujer, ella es la gloria del varón ( 1ra. Corint. 11:7), su valía esta descrita en Proverbios 31: 10 – 31 en que la virtuosidad de la mujer vale su peso en oro, es una mujer reconocida por sus cualidades, entre las cuales se encuentra su inmensa capacidad de amar como de entrega, de su alto sentido del honor, la fuerza para sobreponerse y adaptarse a toda circunstancia adversa , la sabiduría, la previsión, la clemencia y la toma de decisiones acertadas, pero el secreto de todo su valor es que su corazón está cimentado en una relación con Dios, a quien reconoce como la fuente de todo lo que ella tiene y todo lo que ella es, y en ello debe estar fundamentada su autoestima.

Una mujer así vale mas que las demás porque su atención no esta en las cosas materiales ni en su propia hermosura, sino en agradar al Señor: No es imposible ser como aquella mujer virtuosa, antes bien, está al alcance de toda mujer que ponga a Dios en primer lugar en su vida y acomode el resto de sus prioridades alrededor de El y su palabra, en el orden correcto de acuerdo al diseño de Dios.

La idoneidad de la mujer para el varón debe ser reconocida y correspondida por este en obediencia al mandato de Dios, dándole honor como a vaso mas frágil y como a coheredera de la gracia de la vida, (1ra Pedro 3:7), para bendición suya, no en relación de su fragilidad física sino en virtud de su valor como creación de Dios, tomando en cuenta que ¨ La mujer salió de la costilla del hombre, debajo del brazo para ser protegida y al lado del corazón para ser amada.¨ ( dicho Judío). ¿ mujer virtuosa quien la hallara? ¡YA LA HALLÈ!.

Escritor: Agustín Villanueva C