¿Enseñar inglés o hablar inglés?

Actualmente, muchos exámenes han sido diseñados para evaluar el uso del idioma inglés en diferentes situaciones. El ECCE (Certificate of competency in English), el GRE (Graduate record examination) y el GMAT (Graduate Management Admission Test) son sólo algunos ejemplos de ellos. Para las personas que están interesadas en enseñar inglés como segunda lengua o personas que sencillamente quieren “demostrar” suficiencia del idioma a nivel global, exámenes como el TOEFL o el IELTS son los que logran captar mayor atención, principalmente por dos razones.

La primera se debe a que éstos exámenes constituyen uno de los requisitos para poder empezar estudios de pregrado o postgrado en el exterior, y la segunda desde una perspectiva más profesional y laboral, éstos exámenes son una oportunidad para demostrar que se tiene un nivel de competencia en el idioma anglosajón y así tener mejores oportunidades de trabajo. Sin embargo, esta situación no es tan simple como se expone.

Durante los últimos años ha surgido una gran cantidad de institutos de idiomas en los cuales la lengua inglesa es la más ofrecida y a su vez es la que más demanda tiene. El éxito monetario de éstos se debe no sólo a su apariencia moderna con lugares agradables, plataformas de aprendizaje sistematizadas, sino además por sus aparentes facilidades en cuanto a horarios, locación y formas de pago. Estos institutos también deben su surgimiento y expansión a los extranjeros, debido a que ellos ofrecen a sus “clientes” la posibilidad de tener hablantes nativos de inglés como “profesores”. De esta manera, los licenciados de idiomas o lenguas extranjeras concentran su atención en el puntaje que pueden obtener en los exámenes internacionales de habla inglesa y así demostrar que tan competitivos pueden llegar a ser en un mercado donde las mejores ofertas de trabajo son dadas a extranjeros.

Frente a esta situación surgen varios interrogantes que cuestionan las políticas y regulación de enseñanza de lenguas extranjeras en el país y que de alguna manera impulsan a los maestros a entrar en esa dinámica de reducirse al puntaje de un examen para determinar si se es buen o no. Por ejemplo, ¿será que los profesores de idiomas se ven forzados a alcanzar un nivel de hablante nativo?, ¿Es realmente necesario viajar al exterior para lograr tal nivel de suficiencia? ¿Qué tanto el resultado de un examen de estos evalúa al profesor y a su ejercicio en el salón de clase?, ¿tiene mayor valor social el aprender el idioma de un hablante nativo que en la mayoría de las veces se trata de un turista, que aprenderlo de un profesional en la materia quien no es nativo?, ¿las universidades están ofreciendo programas de calidad a quienes desean formarse como docentes de lenguas en un mercado tan competitivo?

En este sentido, es importante resaltar que a pesar de lo expuesto y de lo que se podría hacer para lograr ser visto como un profesor de idiomas “competente” ante sí mismo y ante los demás, la remuneración salarial no lo compensa. Según un estudio que se basa en los datos de guiaacademica.com, un portal que se encarga de mostrar la oferta de estudios en Colombia y hace toda clase de estadísticas relacionadas con educación superior, más la base de datos de elempleo.com de más de tres millones de personas y la información sobre los costos de las diferentes carreras. Indica cuales son las diez profesiones con los salarios más bajos entre 85 aprobadas por el Ministerio de Educación, diez años después de la graduación de la universidad. Educación se encuentra entre una de las diez carreras profesionales peor pagadas en Colombia .

Entonces desde un punto de vista general en la cotidianidad, el profesor de idiomas es reemplazado por un extranjero que en la mayoría de veces se trata de un turista, ante la sociedad es visto como alguien que maneja el idioma pero que nunca podrá ser mejor profesor que un hablante nativo cualquiera y ante sí mismo, se ve como un profesional que debe recurrir a exámenes internacionales para que un puntaje le califique y determine que tan buen profesor puede llegar a ser. Todo esto, para que probablemente después decida ejercer otra profesión que le retribuya económicamente y socialmente un poco más de lo que invirtió en su educación ya que ser docente no paga.

En este sentido todo este surgimiento de escuelas de idiomas de toda clase y la necesidad de presentar exámenes de lengua internacionales, debe verse como una señal de una situación que tiene sus raíces en la política de educación en el país ya que las cuestiones aquí expuestas y otras más deben ser objeto de reflexión y ser discutidas tanto por estudiantes, docentes e instituciones y determinar finalmente cuál es el verdadero rol de ser docente de lenguas.

Escritor: Diana Katherine Enciso Arciniegas

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