Francisco Maldonado de Silva, historia de traición y consecuencia.

El caso de Francisco Maldonado de Silva es representativo de la persecución de los judíos por parte de la Inquisición, pero él a diferencia de otros defendió su fe y su Dios hasta la muerte. Su inteligencia y conocimiento de la Biblia asombraron a sus acusadores, que –como a ninguno- le permitieron más de quince disputas en las que pudo exponer sus dudas y aclarar sus puntos. Lo enfrentaron a teólogos insignes de Lima que buscaron la forma de enrostrarle sus errores, mientras él discutía cada una de las acusaciones, manteniéndose pertinaz en sus creencias.

Criollo de la provincia de Tucumán, Perú. Nacido en una familia de dos vertientes religiosas (padre judío y madre cristiana vieja), Francisco contaba sólo nueve años cuando su progenitor fue apresado. Durante el tiempo que Diego Nuñez estuvo prendido, aseguró que judaizó sólo diez meses y que antes de su captura, ya había vuelto a guardar la fe cristiana en la cual quería vivir y morir. Abjuró, pero se vio obligado a confesar que había enseñado la fe judía a su hijo mayor, Diego de Silva. Don Diego fue condenado a confiscación de bienes, usar hábito de reconciliado y curar a la gente del Callao, por haber ahí carestía de médicos, y su hijo fue obligado a pasar los seis primeros meses recluido en un monasterio para ser reencaminado en la fe cristiana… nunca más se supo de él.

Francisco Maldonado, solo y con dieciocho años, va desde Tucumán al Callao a encontrar a su padre a la salida de la cárcel. Durante el tiempo que Diego Núñez quedó atendiendo a la población, su hijo lo acompañó. Es en este periodo de íntima convivencia, cuando Francisco es iniciado en el judaísmo. Hasta aquí, se consideraba un buen católico; cristianado con el bautismo y la confirmación, pero su espíritu de investigador lo llevó a descubrir la ley de Moisés, y comprendió que las creencias de sus antepasados llegaban mucho más a su corazón que las aprendidas desde su niñez: las de Cristo.

Diego Núñez, el portugués y anusim , siguió apegado al semitismo y –a pesar del sambenito- se encargó de instruir a su hijo en los nuevos preceptos haciéndolo heredero de la fe, del miedo y la persecución. Ambos caminaron juntos en el judaísmo, siempre a oscuras, oculto incluso de sus propias –y cristianas- mujeres; en un principio, Francisco, hubo de esconderlo, primero, a su madre y hermanas, luego a su esposa e hija y simular buscar hierbas en la desembocadura del Bío Bío, para poder cumplir los ritos del Sabat.

A la muerte de su padre, Francisco sale del Callao y llega a Santiago de Chile, donde se necesitaba urgentemente un buen médico. Cirujano al igual que su padre, Maldonado de Silva aprovechó sus conocimientos para curarse a sí mismo cuando, con navaja y tijera, se circuncidó, siendo su propio rabí. De aquí en adelante podemos considerarlo como un heredero absoluto de la religión y el Dios prohibido de sus ancestros. Su hermana Isabel, es la primera en enterarse de que su hermano practica el judaísmo, pues se lo confía él mismo y le hace saber, además, que en su discreción estaba su vida o su muerte. Ella, escandalizada, intenta persuadirle de abandonar su fe señalándole que es el diablo quien busca tentarlo y perderlo y que sus creencias sólo lo llevarán a la hoguera, pues por todos es sabido que La Inquisición quema a los judíos.

Isabel, comparece el 8 de julio de 1626 a testificar frente al comisario del Santo Oficio en Santiago de Chile. Asegura que su hermano guardaba los sábados, y que lo había visto ayunar, también agrega otro hecho sospechoso: Maldonado se ponía camisas limpias los días sábado. El 12 de diciembre de 1626, los inquisidores dan la orden de aprehensión. Es durante este tiempo que Francisco, posiblemente sospechando la delación de su hermana, llega a la Ciudad de La Nueva Concepción junto a su esposa embarazada y la pequeña hija de ambos; allí adquiere una casa en la plaza y comienza a ejercer su profesión de médico cirujano. El único en toda La Concepción.

Esta vida libre, pero temerosa, se termina definitivamente el día 29 de abril de 1627 cuando fue capturado con secuestro de bienes y encarcelado en el Convento de Santo Domingo. Después de una breve estancia, es llevado a Santiago y recluido en una celda del Convento de la Orden de San Agustín. En junio de 1627, lo embarcan desde Valparaíso hacia el Puerto del Callao y el 22 de julio es entregado en las cárceles del Santo Oficio de Perú y deja a su familia en la más penosa miseria.

En Perú pasó casi trece años prisionero para luego ser juzgado, condenado y quemado vivo junto a once judíos en el Gran Auto de Fe en Perú, el 23 de enero de 1639. Llevaba atados al cuello algunos de los libros que él mismo escribió en la cárcel. Francisco no considera jamás que ser judaizante sea un pecado y esto se confirmará así cuando en el momento en que leen su sentencia a muerte, su Dios tiene una señal para él: un viento recio rompe la tela que cubre el tablado justo sobre él y un rayo de luz cae en su rostro. Durante largos años, su figura estuvo oculta entre los procesos inquisitoriales, pero el 12 de Diciembre de 2010, en Rocoto, Comuna de Hualpén, Cuidad de Concepción, la Municipalidad, junto a la comunidad Judía, erigieron un monolito en su honor con una placa que recuerda el día y lugar de apresamiento, junto a la triste muerte del primer hombre que ejerció la medicina en la Región.

Escritor: FLOR COFRÉ

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