GRITO DE GRATITUD POR LA GUERRA EN VOZ DE UNA MUJER

A pesar de los grandes impactos violentos, la pobreza y muertes que generó la primera guerra mundial, no podemos desconocer el impacto social que este mismo causó e influenció directamente en el pensamiento “machista” de la población de la época. Y es que la mujer fue una de la más trastocadas por los impactos violentos que se estaban causando; Para el momento, el rol de la mujer se restringía a ser ama de casa, educar los hijos, mantener una casa limpia y satisfacer los deseos de su cónyuge; tras esta gran guerra, las mujeres “ganaron” un poco más de libertad y pudieron hacerse participes del mercado laboral que ha la fecha les era tan esquivo.

Esta guerra desató un sin número de oportunidades de trabajo para las mujeres (KUROYUPIK 2010). Los países Europeos emplearon personal femenino para labores técnicas y en algunos casos profesionales, desencadenando las bases del feminismo actual que se fueron ampliando hasta las Américas, logrando el derecho al voto y la posibilidad de equidad entre sexos.

Sin embargo, el impacto de la guerra no solo se vio reflejado a nivel laboral; en 1915 varias mujeres europeas se reunieron en Holanda para intentar aportar en la guerra construyendo un tratado de paz, el cual los medios de comunicación la trataron con desprecio, y en consecuencia de ello, estas mujeres fueron encarceladas y hasta asesinadas, incluso en países donde supuestamente estaba garantizada la libertad de expresión (JAVIERA 2011).

Laboralmente, la mujer empieza a causar impacto en la economía europea modelo del mundo. Viudas, casadas y solteras, comenzaron a trabajar realizando labores de medio tiempo para poder sacar adelante a sus hogares. Aunque hubo países como Alemania donde las mujeres fueron prácticamente ignoradas (dado a que temían que les fueran a quitar el trabajo a los hombres) con el tiempo se lograron posesionar y hasta que se quedaron con el trabajo tras terminar la guerra, e incluso también ganaron el derecho al voto. El impacto más fuerte en las Américas se reflejó en Estados Unidos, donde las mujeres trabajadoras empezaron a realizar labores más inusuales, como empleadas en los bancos, vendedoras de boletos, operadoras de ascensores, chóferes, conductoras de ferrocarriles, mano de obra, limpia trenes, elaboradoras de puentes, asistentes en talleres mecánicos, en fábricas de acero, pólvora y municiones y en agricultura.

Claro está que los beneficios no eran del todo perfectos; las condiciones laborales no eran placenteras. Al trabajar un medio tiempo, había menos posibilidades de crear sindicatos y los pocos que había, eran bastante hostiles con las mujeres y no les permitían integrarse. También se vieron afectadas con salarios injustos debido a que las industrias contrataban a varias mujeres para remplazar la labor que hacia un solo hombre, o dividiendo trabajos laboriosos en etapas más fáciles y todo con el fin de pagarles un salario inferior al que regularmente recibía un hombre. Algunas mujeres, especialmente las que trabajaban en fábricas de municiones estuvieron afectadas con peligros para su salud.

Al finalizar la guerra muchas de las mujeres regresaron al trabajo del hogar (REVISTA MARINA. ESPAÑA 2010). El pensamiento de las mujeres se dividió tanto que entre ellas misma se oían algunas que decían que “ningún hombre decente dejaría a su mujer trabajar, y ninguna mujer decente lo haría si supiera lo que le esta haciendo a las solteras y viudas que están buscando trabajo …Saquen a las mujeres casadas, envíenlas a casa a limpiar, a cuidar del hombre con quien se casaron y a criar a sus hijos. Denle a las mujeres solteras y a las viudas el trabajo”. En conclusión, la guerra introdujo a la mujer hacia un mundo de oportunidades, igualdad y libertad; las mujeres dejaron de ser amas de casa y simples objetos sexuales, a individuos capaces de hacer cualquier labor, fuertes e independientes, demostrando la igualdad que puede existir frente a los hombres en lo que a capacidades y derechos se refiere.

Escritor: Juan Andrés Rodriguez Jimenez