La educación e instrucción deben permitir la transformación.

Todo proceso intelectual debe ser disfrutado y vivido como una fiesta a la que uno se entrega con el ánimo lo más relajado posible, porque allí no hay verdugos, con reglamentos ni amenazas, este es el fin u objetivo que debe alcanzar la educación, a través de la formación de seres conscientes de lo que quieren y tienen . La educación está llamada a transformar, no sólo estructuras cognitivas del sujeto sino esencialmente la, afectividad, subjetividad, sensibilidad y eticidad.

Gracias a la insatisfacción e infinidad de planteamientos del docente frente a una educación donde sólo se transmiten saberes elaborados, y se utilizan dispositivos pedagógicos, que parecieran ser la solución a la educación, en otras palabras la salida a la problemática pedagógica, el seguimiento de modelos conductistas que han centrado su atención en la parte conductual del estudiante, obligándolo a hacer las cosas en función de un examen, sin que la enseñanza y el saber le interesen, dando como resultado, estudiantes autómatas , acríticos, desconocedores de su entorno y de lo que él mismo les podría proporcionar es lo que ha permitido concluir, inquietarse y buscar soluciones que propendan por otro tipo de estudiante, con aptitud y actitud investigadora, con hambre de saber.

La formación como lo diría Vargas, debe ser el proyecto esencial de la pedagogía, recordemos que la pedagogía es la teoría o estructura racional (constituida por un conjunto de convicciones, intuiciones, conceptos que deben dar sentido a todo lo que se hace en el aula, con una intención expresamente formativa. Hoy el docente debe diariamente interesarse por facilitar procesos de autoformación e investigación, matricularse con una teoría que le identifique y le fundamente, aprender a enseñar ciencias.

La pedagogía debe tener un carácter más explicativo que descriptivo, ésta debe enseñarse como teoría coherente, razonada, y científica, es decir se debe investigar, plantear y re contextualizar, tener en cuenta la formación como una auto transformación, algo que implica un cambio radical, abarcando conceptos de educación: vida del sujeto; e instrucción que corresponde al proceso de conocimiento. No es ensayar y cambiar un procedimiento por otro, se debe hacer una reflexión pedagógica, no pensar en salidas inmediatistas como en su momento lo han sido el constructivismo y la tecnología o el abandono de una pedagogía tradicional. Un curso debe ser pensado como un espacio académico que permita toda la investigación, pues no puede haber docencia sin la misma, e incluirla en una clase implicaría llevar al estudiante al reconocimiento de los autores imprescindibles, sus más importantes contribuciones; una bibliografía que le permita buscar, rastrear por si mismo; alternativas que le generen conocimiento, deseo de aprender, de investigar, de dejar a un lado esa pasividad, ese rechazo al conocimiento.

Debemos ser conscientes que esto no se logra de un día para otro, pero que se debe iniciar en Ella al estudiante, invitándolo a plantear problemas en el saber enseñado, mostrar experiencias de investigación, hacer de ellos seres autónomos. Por otro lado se debe tener en cuenta que la investigación no debe ser entendida como un conjunto de técnicas, o el hacer cosas. Ésta debe permitir plantear un problema, partiendo de lo que ya se sabe hasta darle sentido al porqué de determinado proceso, es decir apropiar al investigador de su conocimiento, mostrarle al estudiante que el acceso a la misma no es asunto exclusivo de los llamados investigadores y profesores, que ellos pueden ser constructores del conocimiento atraídos por su profundo encanto.

Este documento permite reflexionar sobre la necesidad de correr riesgos en la educación, y es que definitivamente, somos esclavos de la continuidad, hablamos de estudiantes acríticos, sin detenernos a pensar en la actitud veleta del docente que se mueve al compás de la opinión de muchos, no hay conciencia del ser que se quiere formar , pues aún no hemos profundizado en tan importante área como es la de la investigación, hacemos las cosas porque sí, porque toca.

¡Autómatas! dirigidos por una sociedad consumista e inmediatista que no se cuestiona, ni parte de bases sólidas y definidas que transformen el pensamiento y el caminar de una vida, que sólo piensa en que todo debe ser de un momento a otro. Nuestra sociedad pide a gritos personas que le den sentido y valor a lo que hacen. Citar hoy la vida de Sigmund Freud y su corriente psicológica en este documento cobra sentido, pues al comienzo su teoría no fue bien recibida pero precisamente su tenacidad permitió que fuera difundida e irradiara impactando con tanta fuerza e importancia nuestra actualidad.

Escritor: María Cristina Arciniega velez

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