LA FORMACIÓN DEL LICENCIADO, SU PERTINENCIA Y LA MEDIDA DE LA CALIDAD, UNA REFLEXIÓNi

La calidad de la educación frente a la formación de licenciados deberá ser medida por la diferencia y el aporte que las universidades pedagógicas y facultades de educación generan a través de la potencialización de sus funciones sustantivas, en ese sentido la docencia, la investigación y la proyección social permeadas por una política de internacionalización acorde con las necesidades del medio, constituirán un elemento fundamental frente a esa calidad.

La formación del licenciado implica inmensas responsabilidades, pues no solo se forma al profesional en un área del saber, si no que se forma también al ser de quien formara otro ser, es tal vez esa la principal fortaleza del profesional de la educación, pues una vez conoce su disciplina, deberá enfrentarse a la difícil tarea de la comprensión humana y ser excelente mediador entre la enseñanza y el aprendizaje, entonces ¿Cuál debería ser la principal tarea de las universidades y los formadores de formadores en pro de dicha calidad?. Con total certeza se podría decir que la tarea principal debe ser la formación de profesionales integrales y dimensionales de modo que cuando éstos hagan inmersión en el mundo laboral, los elementos constitutivos de la integralidad como lo humano-social, lo pedagógico y lo disciplinar confluyan de forma tal que constituyan el quehacer pedagógico del maestro y así mismo formulen su propio proyecto pedagógico.

En términos generales la calidad de la educación superior se evidencia a través de sus egresados y su desempeño profesional, lo anterior no resulta ajeno a la formación inicial de licenciados ya que las universidades pedagógicas y facultades de educación deben propender por graduar profesionales de la educación con altas calidades por ser su empresa el desarrollo humano.

Con el ánimo de reflexionar en torno a lo anteriormente mencionado, es pertinente comprender que la potencialización de las funciones sustantivas, como camino a la calidad debe reconocer entre otros elementos el papel preponderante de la investigación en la formación docente, ésta representa una condición innegable en la labor cotidiana dentro de la institucionalidad y hace parte además de los procesos misionales de la universidad, al respecto Gibbons (1998 ) en su informe sobre la pertinencia de la educación superior, menciona de manera reiterada el surgimiento de una nueva modalidad de creación de conocimiento que trasciende la disciplina y transforma la práctica investigativa a través del análisis del contexto, adquiriendo a su vez mayor responsabilidad social, lo que en esencia permite un perfecto engranaje entre la investigación, la docencia y la proyección social.

A la luz de la investigación educativa el docente en formación incorpora nuevas formas de reconocer los contextos, los fenómenos sociales y las prácticas educativas, en ese sentido su formación pedagógica se torna significativa; desde ésta perspectiva gestionar el conocimiento de lo educativo será cada vez más determinante para la labor del docente

Desde la mirada de la docencia como función y misión en la universidad en éste caso carácter pedagógico, se hace necesario reconocer que cuando mayor inversión se hace en la planta docente y mayores incentivos de tipo académico-investigativo se generan serán mejores las posibilidades de lograr calidad en la formación de futuros profesores, puesto que al cualificar la docencia a través de la formación continua y la participación activa y comprometida en procesos y proyectos de investigación podrán desde su oficio propiciar mejores prácticas académicas.

Al respecto el papel de la práctica pedagógica como requisito indiscutible en la formación inicial del maestro, mediada tanto por el acompañamiento, monitoreo y evaluación de la institución y el docente asesor se constituye en un importante valor académico, pues allí deberá evidenciarse y determinarse no solo el enfoque disciplinar del futuro licenciado sino el perfil didáctico y pedagógico de éste. Por lo anterior es menester que las acciones tendientes al mejoramiento de la calidad de la educación del país se encuentran permeadas particularmente por el quehacer docente y la construcción de su proyecto educativo, en el que sin duda, la praxis se convierte en la mejor estrategia para lograrlo.

Un maestro creativo, reflexivo y critico, representa para la sociedad un actor significativo en la construcción de ciudadanía y poder social, por tanto un maestro empoderado de su misión posibilitará el desarrollo a escala humana en el individuo y éste en su colectivo social; pero ¿como hacer que el maestro se empodere de su misión y que su práctica no sea un simple hecho estético? y ¿que se piense axiológicamente a la par que construye conocimiento?.

Si bien es cierto que la misión principal del profesional de la educación es la enseñanza-aprendizaje, también es cierto que el avance de la sociedad ha sometido a éste a nuevas formas de ejercer su profesión, formas que se materializan en el día a día a través de la práctica reflexiva, que obliga al maestro a problematizar el contexto y a dar soluciones coherentes que contribuyan con el desarrollo social y humano, esto no es más que la forma en la que el maestro gestiona el conocimiento educativo a través de procesos investigativos que a través de su proyección tiende a impactar a la comunidad.

En términos concluyentes la calidad de la educación en la formación del docente deberá ser leída a través de tres elementos interdependientes a contemplar en el diseño curricular y direccionamiento que las universidades pedagógicas hagan en sus programas de licenciatura: lo epistemológico de acuerdo con lo pertinente y contextual, que involucre un conocimiento científico y Tecnológico amigable con el ambiente y coherente con las necesidades humanas; un segundo elemento referente a lo estético, que se refiere al hacer cotidiano y finalmente lo ético que constituye lo axiológico, espiritual y valorativo del ser humano.

REFENTES BIBLIOGRÁFICOS
Gibbons Michael. Pertinencia de la educación superior en el siglo XXI. 2009. Conferencia Mundial de Educación Superior UNESCO, 1998.
i Mariana Carolina Reyes Velandia. Licenciada en Biología, Especialista en Promoción en Salud y Desarrollo Humano, Magister en Salud Pública.

Escritor: Maria Carolina Reyes Velandia