La idea del Superviviente en la novela: “Los ríos profundos”

Los cuentos y novelas de José Maria Arguedas no son pastiches de una cultura distante, son narraciones que buscan su “raíz cultural” y se dinamizan en la praxis de la vida. Tampoco son autobiografías (como se ha dicho de la novela “Los ríos profundos”) porque al final toda obra es ya autobiográfica. O como dijo el poeta norteamericano Robert Creeley de lo autobiográfico: es imaginación comunitaria. Sin embrago, la escritura Arguediana adquiere el atributo de un “testigo de la historia”; historias enlodadas por el olvido cultural.

La novela Los ríos profundos es una narración Homérica, es decir, el viaje no es un comienzo sino una forma de re-animar la espera subjetiva de los sentidos. Es una explosión de sensaciones particulares que posibilitan la construcción del sujeto en sí, y no es una disolución inmanente de la conciencia. Más bien, las posibilidades de la mecánica son dadas a partir de que los personajes son conciencias del yo, y hacen entender que hay una autodestrucción del orden vigente; pero en realidad son imágenes de la invulnerabilidad.

Los personajes que pueblan la novela se baten entre existir y la no existencia, son Odiseos añorando encontrar el camino que los lleve a casa. Pero también, los personajes son hombres sin atributos desvanecidos a lo largo del tiempo de la narración. El novelista intenta llevar a sus personajes a un mundo de la relatividad que confiera senderos bifurcados a causa del miedo, un miedo que se establece por la soledad de la existencia. Soledades que confieren; o más aun, son posibilidades de metamorfosis del lenguaje. Las onomatopeyas que emana la novela son representaciones de los ruidos culturales, ruidos que a la distancia parecen murmullos encapsulados en una bacía pero al ser re-elaborados por la escritura se transforman en cánticos que producen un devenir del mundo, complementado a su vez, por la conciencia del tiempo.

Arguedas reafirmó la idea del Superviviente en su diario-novela “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, en ella intento sacudirse la pesadumbre de la existencia, y reflexiono sobre lo que significa la creación literaria. Pero la idea del Superviviente es una y muchas formas de metamorfosear el sujeto. Los ríos profundos da pie a esas personalidades. Narración que se ocupa de la memoria y la muerte como preocupaciones de la vida misma, donde los ríos son “circunstancias empíricas” asociadas a través de Ernesto (personaje principal de la novela) que evoca la muerte: es presencia poética simbólica de escape, y una forma de la indestructibilidad.

José Maria Arguedas se preocupó (a mi parecer) por dos temas esenciales en la novela: la memoria y la imagen de la muerte. Las cuales represento de una forma más elaborada en El zorro de arriba y el zorro de abajo, su última novela póstuma. ¿Cómo entender la idea del Superviviente en Los ríos profundos de forma paralela al concepto de muerte y memoria? Elías Canetti en su gran obra, Masa y poder, plantea que la supervivencia y la indestructibilidad son dados a partir de la conjugación del poder. Es decir, “el hombre no solo quiere existir siempre; quiere existir cuando otros ya no existan.”.

El concepto de la muerte está presente en la literatura universal de manera amplia, sólo basta leer el poema Muerte sin fin de Gorostiza, él transforma la muerte como un “Método” de lo metafísico. Pero la idea del Superviviente se presenta en la Odisea de Homero y en El Hombre sin atributos de Musil. No podríamos considerar el mundo reflejado en la novela como dantesco, aunque los personajes son seres sufrientes y no se pueden considerar como lamentaciones; sino son imágenes conversas a partir de la indestructibilidad de la memoria.

Con estas precisiones, me invita a pensar que los personajes representados en la novela, Ernesto y doña Felipa, son complementarios entre sí; por tanto, son proyecciones de “héroes de la peste” que forman a la vez la “rebeldía-solidaridad”. Sin embrago, Ernesto actúa como evocación de la cultura muerta y es un sobreviviente de lo pasado y lo presente el cual desemboca en una praxis de lo vivido. Arguedas utiliza la imagen de Ernesto-doña Felipa para concebir una “realidad y emoción” las cuales se sintetizan en “los recuerdos de Ernesto”, y sirven al narrador para establecer una fuga memorística de la realidad de los personajes. Pero también Ernesto se convierte en una invalidez existencial, ya que no logra encontrar su simbiosis al perder el eco de sus palabras.

El último capítulo, tiene tres momentos específicos donde se puede identificar la invulnerabilidad y la cuestión del Sobreviviente. El primer momento corresponde con la despedida necrológica a la opa Marcelina y el combate con la peste, el segundo momento es la acción de salvación del padre Cárpena hacia Ernesto. El último momento corresponde con el regreso de Ernesto con su padre. Pero la invulnerabilidad por parte de Ernesto se compone en un juego de “dobles miméticos”; es decir, el Superviviente se conjuga en una simbiosis de persona-personaje representada en la imagen de Ernesto y doña Felipa. También es posible ver que el último capítulo resalta de manera simbólica la amnesia memorística, en el sentido de que la imagen de la chichera es diluida en el tiempo de la narración y sólo es rescatada a través de la simbolización. Por tanto, el Superviviente se pierde en el naufragio de la Historia pero dinamiza la invulnerabilidad de la memoria.

Ernesto es una imagen por la cual el autor re-transforma el discurso de la Historia; pero no busca un discurso conciliador con la realidad, sino busca entablar una alegoría de la muerte. Sin embargo, la imagen de la muerte como forma de terror, es una liberación del sujeto, la cual ira moldeándose en una invención de la comunidad. Donde la comunidad no es diluida por la presencia del tiempo, va adquiriendo importancia a través de la participación de los otros con la muerte del tiempo.

El superviviente resurge en la literatura de Arguedas como una intencionalidad para la Utopía, es una utopía que se ha calificado de arcaica y, por tanto, cómo una “contradicción viviente”. Sin embrago, la creación de la Utopía en la escritura de Arguedas se manifiesta como “un análisis del transcurso de los sentimientos y las pasiones”, las cuales desembocan en la esperanza. Pero la esperanza se convierte en un rescate que ofrece la literatura; posibilitando mirar, la otra cara de la luna. El Superviviente y la Utopía no son contraposiciones en Arguedas, yo pienso que son complementarios teniendo como objetivo el develamiento de la Historia, la cual se ha encargado de calcinar (los momentos de los otros) a través del ocultamiento del tiempo. Pero la narración sirve para crear un puente común que enlace la vastedad de los extremos. La Utopía y el Superviviente son creaciones, no para imaginar mundos mejores; sino crear la sensación de estar allí como una forma para la comunión cultural.

Escritor: Eduardo Prado

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