Prevención del alcohol en escolares colombianos: una necesidad

El consumo de sustancias psicoactivas (SPA), en especial de alcohol en los adolescentes escolares es una situación que debe preocupar a padres de familia, a instituciones escolares y a la sociedad en general, por su alta prevalencia y las consecuencias que trae en la salud y las condiciones de vida de muchos niños, niñas, adolescentes, jóvenes, padres y familiares. El aumento del consumo de estas sustancias así como su inicio de consumo cada vez a edades más tempranas invita a reflexionar e intervenir sobre dicha realidad.

Desde una mirada epidemiológica, la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que el consumo de alcohol se encuentra entre las primeras problemáticas de salud. Consumo que trae, entre otras, situaciones asociadas como traumatismos no intencionales, enfermedades, alteraciones neurológicas, discapacidades, muertes por accidentes, homicidios, y embarazos no deseados (OMS, 2005, 2008, 2010, 2011). Esta problemática, según la misma organización, tiene consecuencias sociales perjudiciales para el bienestar y desarrollo del individuo, su entorno más próximo como la familia, y para la sociedad en general. Para enfrentar esta situación, la OMS en el 2010, propone la Estrategia mundial para reducir el uso nocivo del alcohol, la cual enfatiza la necesidad de acciones de prevención (OMS 2010).

Para el caso de los jóvenes colombianos, El Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar- Colombia 2011, muestra que el consumo de alcohol se está presentando desde la etapa escolar. El alcohol es la SPA de mayor consumo, con un 40% de estudiantes entre 11 y 18 años que reportan haber consumido en el último mes. El alcohol es la SPA más solicitada a la hora de las relaciones sociales por los adolescentes y jóvenes.

Los resultados demostraron que la edad promedio del primer consumo es desde los 12 años sin tener diferencia entre los hombres y las mujeres, este estudio también indica que entre mayor sea el grado que se curse mayor será el consumo de alcohol. El (44,1%) de los adolescentes que consumen alcohol son de colegios privados a comparación del consumo de colegios públicos que es de un (38,9%), es decir que el mayor consumo viene por parte de los adolescentes que asisten a colegios privados. En términos de estrato socioeconómico, el consumo más alto se registra en los estratos 5 y 6, mientras que el más bajo se encuentra en el estrato 1. Sin embargo, la mayor proporción de personas con consumo de riesgo y perjudicial de alcohol se reporta en el estrato 1 sobre todo en los adolescentes (Ministerio de Justicia y del Derecho et al., 2011).

Los factores asociados al consumo en jóvenes adolescentes no pueden considerarse en forma aislada, ya que el consumo problemático, como cualquier otro comportamiento humano implica una interacción dinámica entre el adolescente, la bebida alcohólica, el tabaco y otras sustancias, las situaciones personales y las situaciones que involucran a terceras personas en su contexto y entorno. El alcohol en nuestra sociedad actual cumple muchas funciones como mecanismo de integración y estructuración cultural, como instrumento de identificación como mecanismo de «solución» al tiempo «vacío» social y/o individual, y como mecanismo de sociabilidad. El consumo de alcohol está muy arraigado en los patrones culturales vigentes en nuestra sociedad.

Como lo dicen Trujillo, Pérez y Scoppetta (2011), el consumo de alcohol y sus consecuencias hace parte de una serie de factores de riesgo y protección, de diferentes modelos e influencias (aprobación, normalización, o restricción) del contexto sociocultural en el que se desarrolla el joven: contexto familiar, social, comunitario e individual. Según Castaño (2008), lo anterior puede ser parte del “arraigo” de los ciudadanos al alcohol, lo que hace que la sustancia sea legal y socialmente aceptada, favoreciendo el consumo de alcohol en niños, niñas, adolescentes y jóvenes, y el surgimiento de problemas asociados al consumo problemático en la población.

Según lo mencionado por Manrique, Ospina, y García (2009), en la sociedad colombiana, se considera el consumo de alcohol y cigarrillo en los jóvenes como algo normal y permitido, como una forma de prepararse para ser adultos, en especial en los varones. Esto posiblemente ha favorecido el alto consumo actual que presentan los escolares colombianos y que como se cuestiona en el editorial del Tiempo, ¿serán los alcohólicos del futuro? (El Tiempo 2013).

Se podría afirmar que para el alcohol ha llegado a ser un elemento de la canasta familiar, para el joven, la diversión se concibe con alcohol; el tiempo libre, de esparcimiento y de socialización transcurre muchas veces en espacios donde el alcohol es el centro; no hay una mirada crítica que le permita evaluar las secuelas que deja el consumo a edades tempranas.

Los adolescentes actuales son el futuro del país, esto requiere velar por su sano crecimiento y desarrollo. Es necesario que en Colombia y respondiendo a la propuesta de la Estrategia mundial para reducir el uso nocivo del alcohol de la OMS (2010), se invierta en acciones de prevención frente al problema que se está presentando en torno al consumo de alcohol en la población de menores de edad, acciones que les permitirán un mejor futuro. Es necesario educar a los colombianos acerca de los riesgos y consecuencias generadas por el consumo de alcohol, generar un cambio social desde las relaciones, que favorezca en el joven su identidad, su estabilidad emocional, y encauzar su potencial en proyectos de vida.

En la prevención se debe involucrar al gobierno, la escuela, el sistema productivo, las instituciones de control y vigilancia, los medios de comunicación, la familia, las comunidades de los barrios, las redes de amistad, las organizaciones colegiadas, los sitios de diversión llegando a una interacción mancomunada cuyo objetivo sea el bienestar de las semillas del país, los adolescentes. Es necesario buscar una transformación cultural mediante planes y programas de innovación social que partan de las mismas comunidades en los que los mismos jóvenes sean los actores principales.

Escritor: María Liliana Muñoz Ortega