¿Qué es la actitud natural en el contexto husserliano?

La actitud natural es definida por Husserl como la actitud en la que se tiene conciencia del mundo extendido sin fin, en el espacio y en el tiempo. Una actitud en la que se asume la existencia de lo que aparece ante el sujeto. Este tener conciencia del mundo quiere decir que éste se encuentra ante el sujeto de manera inmediata, intuitiva, de manera experimentativa.

Ésta forma de referencia intencional tiene el carácter del “estar ahí delante”, tanto si se hace referencia a los seres animados como a las cosas. Así, estando en el escritorio de mi habitación, la lámpara que percibo en este momento es una cosa que tiene para mí el carácter de “esta ahí delante”, y en cuanto está para mí de ese modo, la considero como real. Puedo estar fijando mi atención en otra cosa, v.g., en el teclado que está cerca de la lámpara, pero ésta sigue estando para mi “ahí” simplemente. Incluso, en el caso de que la cosa no entre en mi campo de percepción, como la silla que esta a mis espaldas, “sé” que en cierto sentido la silla está simplemente ahí. El saber del cual se tiene conciencia acerca de estas cosas no es un saber conceptual, sino vivencial.

Ahora bien, otro factor que completa la configuración de la actitud natural en el contexto husserliano es que las cosas o los seres animados, y en general todo lo que pueda presentarse a mi conciencia está rodeado por un “horizonte oscuramente consciente de realidad indeterminada”3, y esto ocurre de tal manera, tanto en el caso en el que este percibiendo algo de forma actual (como el ejemplo anterior de la lámpara), como en el caso en que esté percibiendo algo de forma co-presente o inactual (como el ejemplo anterior de la silla).

Este aspecto de presentación del mundo en cuanto a lo espacial es análogo a cuando se piensa en términos temporales. Temporalmente lo que percibo tiene el carácter del “estar ahí delante”, y a su vez, presenta un horizonte temporal oscuramente consciente. Aunque es claro que el examen riguroso del tiempo, en un sentido fenomenológico, impone el hablar de su triple horizonte: el antes, el después y lo simultáneo 4.

El correlato de esta actitud natural, en pocas palabras es el mundo circundante-natural, el mundo de la vigilia. Así hacen parte de este mundo no sólo las cosas, sino también, y de forma inmediata, los valores y los bienes. Todo esto en una unidad entrelazada. La siguiente cita da soporte textual a lo expresado:

“En forma inmediata hay ahí cosas [en el mundo circundante] que son objetos de uso, la “mesa” con sus “libros”, el “vaso”, el “florero, el “piano”, etc. También esos caracteres de valor y estos caracteres prácticos son inherentes constitutivamente a los objetos que “están” “ahí delante” en cuanto tales, vuélvame o no a ellos y a los objetos en general. Lo mismo vale, naturalmente, así como para las meras cosas, también para los hombres y animales de mi contorno. Sean ellos mis ”amigos” o “enemigos”, mis “servidores” o “jefes”, “extraños” o “parientes”, etc.”

Escritor:  Edgardo Mariño Salamanca