¿Qué es la libertad?

De vez en cuando es una pregunta que muchas veces creemos tener noción de lo que significa, pero realmente y con total sinceridad, ¿de verdad sabemos lo qué es la libertad? Lo postulo ya que a lo largo de la historia de la humanidad, el hombre ha tenido el deseo ferviente de buscar aquella sensación instintiva de independencia, emancipación, autonomía.

Pero vamos por parte, según nuestra concepción teórica social occidental, basamos nuestra vida política, económica, cultural y social según los postulados de la antigua Grecia, aquella misma en donde el ágora servía como punto de encuentro para discutir asuntos políticos o económicos, y qué también servía en ciertas ocasiones como centro recreativo en donde se le daba auge al teatro y las artes, aquellas mismas artes que nacieron en la academia de Atenas en el S. I a.c. Y que a su vez postularon la filosofía de Aristóteles, Platón y Sócrates entre otros. Pero, ¿qué tienen en común estos tres grandes filósofos? El simple hecho de que según ellos, el único camino para encontrar la libertad del hombre era a través de la virtud, aquella virtud que sólo podía descubrirse a través de conocernos a nosotros mismos, en nuestro interior.

Por otra parte, ya a mediados del S. IV y casi entrando en el período de tiempo denominado por la historia como Edad Media, aparecen los postulados de un sacerdote, teólogo y filósofo llamado San Agustín de Hipona, que expresaba que la única libertad posible en el ser humano, era a través de seguir el camino de la “ciudad de Dios”. Que según él, era aquel individuo que entregaba por completo su vida a Dios y al cristianismo, sólo de esa forma las personas podrían ser libres (como dato anecdótico San Agustín es todavía considerado en la actualidad como uno de los más grandes filósofos del cristianismo).

Pero lo que no se sabe o que ocultan muchos libros, es que aquella virtud libertaria que expresaba Platón, Aristóteles y Sócrates, no era precisamente para todos, por lo contrario el conocimiento, las artes, la literatura, la poesía, la política, entre otros, eran asuntos sumamente elitistas, en donde solo griegos con un alto nivel socioeconómico podían discutir sobre estos temas o insertarse en ellos, de forma viceversa una gran cantidad de población, ya sean inmigrantes, esclavos o mujeres, no tenían ningún derecho básico, de hecho la idea patriarcal de nuestra sociedad corresponde precisamente a la antigua Grecia, ya que ellos consideraban que la mujer era solo el instrumento de procreación en la tierra, la mujer no podía hablar, no tenía derechos, ni mucho menos pensar en insertarse en la política, era denominada “la eterna menor” ya que según los griegos, nacía y la cuidaban los padres, se casaba y la cuidaba su esposo, y cuando su esposo moría, la cuidaban sus hijos, literalmente degradándola y imponiendo una categoría en donde el género masculino estaba por sobre el femenino.

De forma parecida, no sé habla mucho sobre las múltiples masacres y asesinatos que cometió el cristianismo en la Edad Media con la instauración de la conocida Inquisición (S. XX al XV por toda Europa) en donde por ley, se castigaba con la pena de muerte (que podía ser de muchas formas) a todas aquellas personas que no adoptaran los estatutos de la Iglesia Católica. Y qué decir de la ciencia, era considerada como ofensa máxima, ya que según el cristianismo era la viva expresión de Satanás (sólo cabe recordar que en el año 1616 se sentenció y se obligo a Copérnico a que se retractara de su teoría heliocéntrica y pedir disculpas públicas a la Iglesia por ir en contra de sus postulados, de esa forma se le perdonaría la vida y se le condeno a vivir en exilio hasta sus últimos días de vida).

Entonces y sin querer volvemos a llegar al mismo punto de partida, ¿qué es la libertad? Y vemos que de igual forma, si han existido autores que se han hecho esta misma pregunta, como por ejemplo el filósofo alemán Nietzsche (S. XIX) que luego de múltiples obras y escritos a lo largo de su vida, que expresaban su enorme odio y repugnancia por el cristianismo (ya que lo consideraba el verdadero opio de la humanidad, y la fuente directa de la limitación de la sociedad), logra llegar a la conclusión en una de sus últimas obras llamada “Zaratustra” (1883-1885), que la verdadera libertad del hombre según él, está en el simple hecho de que el hombre busque su verdadera felicidad, pero siempre y cuando está felicidad no fuera manipulada por la sociedad, más bien que cada sujeto se instruya de todos los conocimientos posibles y luego tomar su propio camino.

También de forma similar, se encuentran los postulados del filósofo Italiano Errico Malatesta (S. XIX), qué señalan que la verdadera libertad del hombre está en destruir aquella estructura filosófica de creer que todo es una propiedad, y lo señala de forma concreta en sus escritos en donde postula que el “amor socialmente aceptado” no es más que un conducto burocrático de propiedad, en donde dos personas aceptan un contrato, que lo cubren bajo el nombre de amor y aceptan reglas y limitaciones a cambio de una aceptación de la estructura social, antes que vivir por sus propios sentimientos y emociones.

Y quizás podríamos seguir, pero de una u otra forma volveríamos al mismo punto de partida, quizás la respuesta más asertiva sea que es un concepto sumamente subjetivo, y que dependerá de cada sujeto, de las diversas costumbres, del pensamiento filosófico, de su entorno en sí. Esto en parte hace pensar, que quizás la libertad no sea un concepto que se pueda generalizar, quizás esta más ligado al respeto y la tolerancia, ya que debemos comprender que cada sujeto piensa diferente a los demás, por lo mismo debemos aceptar el hecho de que la mejor forma en que podemos encontrar la libertad sea respetando, escuchando y tolerando a los demás.

Escritor: Miguel Fierro Ramírez.