Sobre la fotografía

La fotografía como disciplina artística incluye la técnica dentro de sus avatares tecnológicos y metódicos. Acceder a la técnica en la fotografía, implicaría la vinculación de la imagen técnica, como sustituto existencial, con la rapidez del proyecto moderno. La imagen fotográfica aparece debido a razones relevantes, a saber: viene a darle forma a una idea que se ha gestado desde el Siglo XV en adelante y que tiene que ver con hacer realidad el principio de “ventana del mundo”; un nuevo cuadro que comienza a relacionarse con el sujeto en sí, ya que es éste quien comienza a interpretar el mundo y la naturaleza desde su propia particularidad.

Tomando en cuenta este panorama, la fotografía actuaría como causa de aquello que alguna vez estuvo frente al lente: se intentará racionalizar la existencia de algo que estuvo ahí, pero que ya no se encuentra. La fotografía sería la definición conceptual de un nuevo modo de pensar, en donde todo tiene una causa : aspecto que justificaría y solventaría el período moderno como constructo social, político y cultural.

Una manera de acceder a la fotografía como disciplina es la vinculación con el cine, en tanto este último se formaría- en su vertiente técnica- en base a la fotografía, pero agregándole movimiento. La fotografía apunta necesariamente a un pasado, a una huella extraída de una situación o hecho que se gestó previamente, es el testimonio visual de la imagen que ya no es recurrente, pero que en algún momento lo fue. El aquí y el ahora (hic et nunc) se truncarían en la fotografía, en tanto no habría una lógica efectiva ni completa en dicha conjunción: lo que se observa ya no se encuentra en realidad ahí. Lo que resultaría un tanto incoherente, es el antecedente para comprender- racionalmente hablando- a la fotografía como el testimonio de lo que ya no se encuentra en aquel lugar, pero que sí, efectiva y ciertamente, posó algún instante y existió de alguna u otra manera.

Diversos teóricos se han referido a la fotografía, además de Walter Benjamin. Uno de ellos es Roland Barthes en su obra La cámara lúcida. Quizás de una manera más bien personal y experiencial, define a la fotografía bajo un término que me parece bastante pertinente: punctum. Dicho concepto se relacionaría netamente con aquellas marcas que poseen ciertas imágenes fotográficas y que generarían en quien las observa sensaciones físicas y emotivas importantes. En este recorrido visual que realiza Barthes, apunta netamente a aquellas imágenes que- en cualquiera de sus ángulos, destrezas, colores, espacios, formas- le han provocado cierto sentimiento de extrañeza, cierta manera distinta de enfrentar el gusto estético por las fotografías. Aquello que la fotografía punza en los espectadores, se da en un marco determinado de acción, en un margen: la persona posa y se queda ahí, como testimonio de que estuvo, como presencia física y material, en aquel espacio, en aquel lugar. Barthes dirá que la foto inmoviliza, en tanto algo que pasó tras el lente, quedará en él para siempre (La cámara, 139); volviendo quizás a desarrollar, en aquellos que observan fotos, una especie de melancolía con aquello que se está recordando: el testimonio se encuentra, más la vivencia propiamente tal se ha perdido.

Mencionar a Barthes en este apartado me parece de suma importancia, en tanto comienza a realizar su recorrido textual, primero considerando su propia experiencia, y segundo, vinculando a la fotografía con el pasado-permanente. Ahora bien, dicha manifestación concreta en la fotografía, marcha paralelamente a la noción de progreso, en tanto se va definiendo una versión nueva de temporalidad que es de carácter diacrónico, ya que todo acontecer tendría un antecedente, actuando- la fotografía- como sustituto de la imagen original, la cual se imposibilita de trasladarse a un presente temporal. Lo que pretendo decir es que la fotografía posee en sí la particularidad de traer a un presente espacial y temporal, aquello que ya ocurrió, situando en la palestra el acontecer como un antecedente verificable. Noción de progreso que potencia el pensamiento científico.

El hic et nunc, que en la fotografía se atrofian, se traen de vuelta pero de manera nueva: lo observable en la imagen fotográfica pasó alguna vez, siendo el antecedente demostrable y científico de aquella verdad, que en primera instancia podría ponerse en jaque o en duda. La imagen, entonces, se volvería el sustituto de la verdad, la cual vivificaría, siempre a modo de recuerdo, lo ya vivido, lo ya acontecido. Dicha potencia de la imagen es trascendental para entender tanto la noción de progreso como la idea técnica en la fotografía, en cuanto es la referencia testimonial a un pasado que verdaderamente ocurrió.

Escritor: Ricardo Andrade