A manera de diagnóstico: lenguaje, literatura y educación.

La autonomía en el individuo es un factor determinante para su desarrollo intelectual a nivel institucional y social. El objetivo de cada institución y maestro para con sus estudiantes debe ser entre otros, ayudar a utilizar la autonomía como principal herramienta en cada individuo. Dicha autonomía debe verse reflejada en la lectura y escritura, es decir, cuando el estudiante lea debe plasmar sus ideas en su mente y buscar la interiorización de cada tema basado en su propio entendimiento, y tener como primera premisa según mi criterio “el tenerse a sí mismo como primerísima opción de respuesta a una problemática”.

En la lectura se dice que la unión de la escritura y la lectura trae como resultado natural en el individuo la independización, que según mis interpretaciones no es otra cosa diferente a la autonomía. Tal idea fue planteada hace un siglo y aún se sigue pretendiendo buscar tal aspecto en el estudiante, pero, en la gran mayoría de los casos se ve frustrado dicho intento. ¿Qué es lo que sucede? Jurado decía que: “la escuela debe formar al ciudadano”. Basado en mi opinión creo que es ahí donde puede estar una posible causa de la supervivencia de dicho fenómeno. La escuela de ese tiempo era muy diferente a la de nuestros días; pero, eso no quiere decir que la haga mejor o peor. Sin importar el tiempo en que se esté, la filosofía de la escuela es formar un ciudadano integral. Desde mi punto de vista un ciudadano íntegro es quien se rige por unas normas cívicas pertenecientes a cada ciudad, pero es al tiempo un individuo que no sólo aboga por sus intereses, sino, por los de un colectivo, es un ser con pertenencia, es también alguien que por medio de sus ideales busca el bien ciudadano, colectivo y personal. Además es alguien que acata, que crea, que interactúa, es un individuo que posee un gran número de definidas características. Aquí  surge entonces una pregunta, ¿Qué es lo que ha hecho y sigue haciendo la escuela? En la mayoría de casos se ha quedado explorando una de esas características que posee según mi criterio un ciudadano integral; el acato. Pero, antes de tirar saetas por el aire con un objetivo definido, que es por supuesto la escuela, quiero definir “el acato”. Considero que la mejor forma de definirlo es ilustrando un ejemplo cotidiano.

Yo, Pablo Sebastián, voy en una de las calles más concurridas de mi ciudad, veo el semáforo en verde y a pesar de mi prisa por llegar al sitio en que entregaré una hoja de vida para ver si me puedo hacer a un espacio en la sociedad caleña, me detengo a esperar a que cambie a luz roja sin importar los cinco minutos que tarde el cambio de luz. Eso es acato. Entonces, la escuela busca siempre dicho acato en sus estudiantes que para mí, bien podemos ser sus súbditos en algunos casos y en todos los demás sus productos. La escuela etiqueta su mercancía y nos inyecta morfina con el fin de que nuestras alas sean inmovilizadas y de esa forma caigamos en el letargo y la oscuridad creativa. Es aquí cuando esa característica que he llamado acato se distorsiona y se vuelve un tentáculo de un duro régimen. Es por eso que los problemas educativos se transforman en una situación personal en la que cada individuo bien sea estudiante, maestro, ministro, etc, se ven obligados a tomar decisiones o partido en ó a. Cada quien decide si ser autónomo o autómata.

No es esa para mi una situación ideal y aunque el propósito de este trabajo es hablar de unos autores que honestamente reconozco, no conozco ni mucho menos reconozco, me quedó claro que hablaban sobre educación e institución educativa; así que apelando a lo que escuché decían aquellos sobre la autonomía una vez más intento ser autónomo en cada trabajo que realizo por pequeño que sea y nuevamente mi inconformismo con la escuela como institución o sistema; aflora. Regresando a la razón de ser de esta actividad, me queda claro que lo requerido no ha sido cumplido a cabalidad, pero lo interesante de este tema en especial es que habla sobre la autonomía del estudiante y creo que al mismo tiempo es un reflejo de la misma. Es este trabajo para mi una llamativa dualidad porque se puede con él ser o no autónomo, cada quién decide.

Autor: Pablo Sebastián Cuevas Ochoa