Asentamiento de industrias en Bogotá a partir de 1940

Una Década después de la crisis financiera de 1930, el mundo se estaba reponiendo de dicho colapso financiero. En el caso colombiano, las industrias asumieron dos efectos los cuales permitieron un desarrollo empresarial autónomo y estas mismas incurrieron en fusiones entre sí con el fin de evitar una eminente quiebra. Paralelamente, con las reformas constitucionales impulsadas por el presidente Alfonso López Pumarejo, se consolidaron los sindicatos en el país. En efecto, al consolidarse una nueva fuerza en pro del desarrollo industrial y obrero en el país, la aparición de industrias fue cada vez más rápidas y con una mayor influencia dentro del ordenamiento territorial de la ciudad.

A partir de los 30, se ha considerado que Bogotá entró en un proceso de modernidad, este paso de desarrollo urbano fue respaldado por el plan urbano de Karl Brunner. Paralelamente, bajo la administración del Alcalde Francisco José Arévalo, se inició la construcción en 1936 de la ciudadela universitaria, por iniciativa de Karl Brunner, la represa de “La Regadera”, la planta de tratamiento de aguas de “Vitelma”, el aeropuerto de techo y por supuesto el asentamiento de nuevas industrias y residencias obreras en la ciudad.

Con la creación del Departamento de Urbanismo de Bogotá, previamente supervisado y revisado por Karl Brunner, se inició un planteamiento de una ciudad moderna y ordenada teniendo en cuenta una reestructuración del centro y una formación de anillos concéntricos para así mantener un patrón de crecimiento uniforme, además de la asignación de usos de suelo tanto para industria, comercio y vivienda.

En este sentido, el Plan de Karl Brunner constaba de 12 puntos, entre los cuales se contaban la regularización y el diseño de proyectos de ensanche urbano; los preparativos y procedimientos de planificación; la modernización de la ciudad; las tendencias del desarrollo urbano de la época; la definición de los cinco problemas urbanísticos fundamentales de Bogotá. Estos problemas eran, la regulación de usos del suelo, el reordenamiento de los asentamientos industriales, el control de la expansión urbana, el planteamiento de nuevas vías de comunicación entre los nuevos barrios ubicados hacia el norte de la capital y la carencia de un departamento que tratara temas urbanos; el establecimiento de necesidades de circulación; la conformación de las futuras vías principales; la distribución de zonas comerciales, residenciales e industriales; la reglamentación de edificios; el código del desarrollo urbano; la cooperación de las secciones de de urbanizaciones o de arquitectura (Edificación particular); y la tramitación respecto de la aprobación del plano regulador.[1]

Para las décadas de 1940 y 1950, las ciudades más importantes de Europa y América manifiestan un deterioro de su centro. Este deterioro causó una migración de las clases altas y medias a las periferias de las ciudades abandonando el centro, iniciando un proceso de deterioro de su centro histórico el cual es descuidado por su poca deseabilidad, entendiendo la deseabilidad como un juicio de valor impuesto por las clases altas de ese entonces lo que generó un desprecio “natural” por el centro, en el caso bogotano. En el momento que una ciudad pierde su centro como su núcleo gravitatorio, las ciudades sufren una desarticulación en su mayoría, a nivel comercial, residencial y comunicativo, generando una poca consolidación a la misma. En consecuencia, la expansión incontrolada dió paso para que las urbes se expandieran a voluntad sin un plan trazado previamente o con poco control administrativo en ciudades que no poseían un ente regulador en temas de urbanismo

Es por eso que en la década del 50, se promulga la Carta de Atenas[2] la cual busca una restauración del centro histórico y el patrimonio, buscando devolver la importancia de estos dentro de la vida de las ciudades.

Bogotá no fue ajena a esta idea propuesta en la carta ya que Karl Brunner, como un primer agente, planificó la ciudad partiendo de la ampliación vial del centro como una solución a la movilidad y la designación de usos de suelo para así estimular a Bogotá en su inclusión al mundo moderno y fomentando un desarrollo industrial ordenado.

Sin embargo, a pesar de la visión de ciudad ideal para Bogotá de Brunner, aparecieron unos agentes que desarticularon la visión de orden. El desplazamiento de campesinos a Bogotá y el poco control que se tenía de los suelos en la periferia de la ciudad, hicieron que se asentaran de forma esporádica y cerca de las industrias ya que permitían un desplazamiento más óptimo a sus lugares de trabajo, además de asentarse en el sur de la ciudad, deformando la visión de ciudad “Moderna” y ordenada.

Estos barrios obreros como: “Los Arenales”, “Cundinamarca”, “Las Cruces”, “La Estanzuela” y “Santa Helena”,  generaron un nuevo tejido urbano, con diferentes procesos de desarrollo a los planeados y a los que tradicionalmente se encontraban en las zonas donde se ubicaban las unidades habitacionales planificadas, desarticulando diferentes sectores de la ciudad y obligando a que la administración extendiese las redes de servicios públicos puesto que al no tener un sistema adecuado para sus necesidades, se encontraban en condiciones insalubres, además su hacinamiento en las viviendas que construían.

Dichos barrios se densificaron en los 40’s, beneficiando a las industrias de alimentos, minera y manufacturera con mano de obra barata, permitiendo un crecimiento acelerado de las mismas. No obstante, estas condiciones de crecimiento urbano y densificación poblacional determinaron procesos de segregación socio espacial, perjudicando así, a los nuevos pobladores impidiendo una correcta integración con el resto de la ciudad y con sus equipamientos públicos; el acceso a edificios de uso social e infraestructura vial adecuada; finalmente, el acceso a los servicios públicos domiciliarios.

Por otra parte, la instauración de la estación de ferrocarril de La Sabana, contribuyó a que las industrias de Bogotá pudiesen expandir su mercado a otras partes del país y estimuló el crecimiento industrial, ya que era posible traer nuevas materias primas y en mayor cantidad para producir elementos de valor agregado en mayor cantidad.  Como se puede observar, a mayor producción y demanda, mayor es la necesidad de las empresas de conseguir mano de obra para alimentar sus sistemas de producción. Es por eso que, como se dijo anteriormente, con la migración de personas del campo a la ciudad, que a manera de coincidencia, benefició a las industrias que se encontraban en pleno crecimiento, aportaron a que este proceso de desarrollo industrial fuera forjándose más rápido y los procesos de asentamientos también.

Es menester ahondar algunos conceptos que se tratan a lo largo de la investigación para así brindar una mayor claridad y posibilitar una mejor interpretación en la temática propuesta. De esta manera, en Bogotá se consolidaba una dinámica de expansión tomando así una nueva morfología. Como se dijo al inicio del estudio de caso, de manera más precisa:

La morfología urbana hace referencia a la forma externa de las ciudades. Esta se ve afectada por el emplazamiento y la situación. Su análisis se ejerce en un plano, que es una representación a escala de espacios construidos y de la trama urbana. La morfología o configuración morfológica puede verse constituida por los tres siguientes aspectos: el trazado o plano de la ciudad, las edificaciones dentro de la misma y el uso del suelo. Cada uno de estos aspectos se caracteriza por una configuración física específica y una funcionalidad definida, siendo éstas dos dependientes y directamente proporcionales entre sí.[3]

Ahora bien, los patrones morfológicos de una ciudad se pueden manifestar de manera predeterminada. En otras palabras, esta formación es entendida esta como un modo en que los habitantes construyen la ciudad tomando referencias mentales de otras ciudades donde han estado presentes o por medio de una previa planificación tomando ya sea referencias externas adicionándole detalles propios de su cultura y procesos sociales que ocurran dentro de esta.

Paralelamente, las interpretaciones dentro de qué es lo desordenado[4] y qué es lo ordenado tienden a ser totalmente subjetivas puesto que cada modelo de ciudad está determinada por una infinidad de agentes que establecen su forma presente y destinan su futuro. Estos juicios de valor entre lo ordenado y lo desordenado son establecidos por estándares de desarrollo de varias ciudades en el mundo en donde las que se encuentran en vía de desarrollo, pretenden copiar el modelo de ordenamiento territorial esperando el mismo resultado que la ciudad objeto de análisis y copia.

Bogotá es una ciudad que en su fundación fue diseñada con unas características hispánicas, las cuales son un centro donde se encuentran los tres poderes: administrativo, religioso y policial. Con una plaza central usada para actividades comerciales y sociales. Además toda la malla vial conduce a su plaza, pero en el momento de su expansión, de manera lineal hacia el norte por los cerros orientales, el poco espacio que quedaba en su centro fue abandonado y de modo progresivo fue deteriorándose y convirtiéndose en un sector poco deseable para los habitantes y con un proceso de expansión urbana en proceso de consolidación hacia el norte sur y occidente.

A pesar de estas nuevas expansiones, no se utilizó ninguna norma de planificación moderna, puesto que antes de 1930 no existía una oficina de urbanismo en Bogotá y las normas urbanas que se tenían eran reguladas por la alcaldía directamente. Es por eso que en Bogotá, hasta después de la década de los 30 como se dijo al inicio del texto, se dio inicio a un nuevo proceso de planificación y ordenamiento de la ciudad. Después de la fundación del Departamento de Urbanismo de Bogotá, se iniciaron procesos de regulación y planificación del suelo y el control de su crecimiento estableciendo Acuerdos Municipales como el Acuerdo 15 de 1940 por el cual “Se establece los usos de suelo y el límite de expansión de la ciudad”. Estos instrumentos de control fueron seguidos por los planes de ordenamiento planteados por Brunner y Le Corbusier, ofreciendo tanto nuevas formas de concebir a la ciudad, nueva estructura vial, nuevos equipamientos colectivos y nuevas propuestas para uso de suelo.

Es por eso que, a pesar de la planificación de una ciudad radio céntrica[5], la expansión de la ciudad fue desordenada en cuanto a las edificaciones y en los usos del suelo, pero fue creciendo en torno a sus ejes viales existentes y nuevos ejes previamente planificados por Karl Brunner. Brunner tomó esta idea de Ebenezer Howard[6], donde pretendía asegurar un equilibro entre el casco urbano y el área rural con el objetivo de ser una ciudad auto suficiente e imponer un esquema de ciudad de bajas densidades. De modo complementario, este esquema radial buscaba una facilidad y optimizar la manera en que una ciudad se comunicaba e interactuaba con todos los agentes que la componen.

Es preciso resaltar que la morfología de Bogotá, más concretamente en el occidente, posee una morfología heterogénea[7]. Es por eso que, “Los Modelos espaciales de la ciudad, han sido derivados de otras disciplinas y solamente son válidos como expresiones generalizadas de la estructura y el crecimiento”[8]. En cuanto a Karl Brunner, planteó un patrón de trazados radiales, imponiendo una nueva variable de desarrollo para la ciudad reemplazando el patrón lineal que se tenía desde su fundación.

El sector de Puente Aranda no fue ajeno al plan de Brunner quien, hacia 1940, destinó una zona de expansión urbana e industrial, y, de esta manera, posibilitó el surgimiento de nuevos puntos de expansión y de organización territorial en el sector, al mismo tiempo que promovió que la regulación de los usos del suelo, se fijara a corto, mediano y largo plazo.  En este sentido, Puente Aranda se proyectó como un polo de desarrollo industrial, lo que permitiría la exportación de productos hacia otras zonas del país, e igualmente, se vislumbraría como una zona en la que las industrias tendrían un mejor acceso a recursos naturales y al vertimiento de desechos en los cuerpos de agua.

Esta asignación de usos de suelo generó que el suelo pasara de ser agrícola y periférico, a ser de tipo industrial. Lo que a su vez permitió la adquisición de predios en la periferia por parte de los dueños de las fábricas, que se caracterizaban por tener precios relativamente bajos, en comparación con otras zonas de la ciudad. Además de tener una ubicación estratégica, en inmediaciones de la entonces denominada Avenida Centenario, actual Calle 13 y una mayor facilidad del vertimiento de sus desechos en las cuencas hidrográficas aledañas.

Puente Aranda al ubicarse en el occidente, se benefició de la modificación de las normativas de uso del suelo. Durante este periodo hubo una masiva migración hacia Bogotá y nuevos inversionistas que deseaban invertir en la capital colombiana, ya que con el crecimiento industrial y comercial, la ciudad estaba siendo atractiva para invertir.  Para 1940 en el Cabildo Distrital, se promulgó el Acuerdo Municipal número 15, “por el cual se fija el perímetro urbanizable de la ciudad y se dictan otras disposiciones sobre urbanismo”, lo que generó que Puente Aranda se viera directamente afectada por su nueva organización territorial y el uso de su suelo.

Este sector, que en su inicio fue una mancha urbana relativamente alejada del centro de la ciudad, fuese conectado permitiéndole así consolidarse no como una célula dispersa en el territorio de Bogotá, sino más bien como una parte del sistema urbano de la ciudad.

Dicho acuerdo consistía en que el perímetro urbano se ampliara y se constituyera por un periodo de 5 años. Cabe añadir que, en dicho Acuerdo, toda construcción que se realizara fuera del perímetro urbano se consideraba ilegal, salvo que esta se destinara, exclusivamente, para uso agrícola. La aparición de industrias en la periferia de Bogotá tiene su origen en la implantación de la Estación principal de ferrocarriles, que, de inmediato, se convirtió en punto de recepción del transporte de carga y de pasajeros de diferentes lugares de Colombia.

No obstante, las ideas del Baron de Haussman[9], traídas por Brunner, que consistían en renovar el centro de la ciudad para revivir sus dinámicas y promover sus beneficios además de ampliar sus vías. Fueron adaptadas en su plan para la ciudad y permitieron vislumbrar soluciones a los problemas estructurales de Bogotá y a su expansión urbana incontrolada.  Del mismo modo, la morfología de zonas tales como el centro de Bogotá, impedía que se pudieran aplicar completamente, las vías monumentales concebidas por Brunner.

Para 1944, el casco urbano de Bogotá se estaba expandiendo debido a la migración de desplazados por la violencia bipartidista favoreciendo a las industrias en mano de obra y al desplazamiento de las élites al norte hacia el barrio La Perseverancia; y las industrias con su crecimiento acelerado al occidente. Al tiempo, surgían nuevas construcciones tanto en los barrios habitacionales, como en los nodos comerciales y en las células industriales[10]. Bogotá fue creciendo a medida que la migración demográfica y su crecimiento económico así lo impusieron, ya que durante estos procesos migratorios y la falta del control administrativo, no se cumplió a cabalidad con lo estipulado en el reordenamiento territorial interrumpiendo con los procesos pensados para la ciudad, pero no perjudicando sus dinámicas de crecimiento y desarrollo estructural y económico.

En el siguiente mapa, en la zona de Puente Aranda, se puede observar que al occidente, sur y norte se ubican las primeras unidades industriales y habitacionales, lo que refleja una modificación en la morfología de la ciudad y del sector mismo. Partiendo de lo expuesto en los planes de Brunner y el Acuerdo Distrital ya se encontraban en vigencia, las viviendas y las industrias se asentaron alrededor de la vía el centenario, produciendo un desarrollo lineal del sector.

Como la mayoría de fábricas de instalaron en el occidente de Bogotá, la necesidad de vivienda fue haciéndose cada vez mayor, dando paso a la aparición de unidades de vivienda ilegales hacia 1945[11], muchas de las cuales se situaron en zonas ubicadas fuera del perímetro urbano. Estos barrios como La Concepción y La Pradera se ubicaron cerca de las industrias ya que todos los obreros de las fábricas edificaros sus viviendas con el fin de ahorrar tiempo para el desplazamiento y debido al poco control que el Distrito ejercía en estas zonas, entonces los obreros podían edificar sin temor a una sanción por parte de la administración.  La mayoría de dichas viviendas ilegales, se ubicaba en la zona sur de Puente Aranda.

Al vislumbrar a Puente Aranda como un sector industrial, esto generó un sinnúmero de potencialidades, partiendo desde un desarrollo económico acelerado en Bogotá, pasando por una facilidad de envío y recepción de mercancía, hasta el asentamiento de industrias de gran tamaño en la zona. Pero a su vez, ha permitido el surgimiento de distintas problemáticas, que van desde mayores costos en infraestructura pública, hasta falta de dotación de servicios públicos para estos nuevos barrios. En este sentido, es necesario describir algunos factores que contribuyeron a que Puente Aranda, se haya convertido en un nodo de expansión industrial y en un agente modificador de la morfología del occidente de la ciudad.

[1] Comparar con, Acebedo, Luis Fernando “La Expansión Industrial y el Urbanismo Moderno” On-Line http://facartes.unal.edu.co/portal/publicaciones/bitacoraut/7/posgrado/expansion_ind.pdf Recuperado el 29 de Octubre de 2011 09:50, p. 18

[2] La carta de Athenas, redactada en 1933 en el IV congreso Internacional de Arquitectura Moderna, consta de diez puntos en los cuales se fijan pautas y patrones a seguir para construir, diseñar o rediseñar una ciudad limpia, ordenada, extensa y poco densa. Dicha carta se enfocó en ofrecer una nueva perspectiva del urbanismo, brindando una idea de ciudad extensa y armoniosa con su entorno. Esta carta fue una base en el momento de la reconstrucción de las ciudades después de la Segunda Guerra Mundial. Siguiendo.

[3] Ver Delgado, Manuel “La ciudad mentirosa: fraude y miseria del «modelo Barcelona»,  Capítulo 4 “morfología Urbana y Conflicto Social”, Editorial: La Catarata, Barcelona, 2007, p. 140

[4] “El desorden es una noción de orden que no hemos llegado a comprender” Giancarlo De Carlo.

[5] Una ciudad Radio céntrica hace referencia a un patrón morfológico de ciudad que basa su crecimiento y desarrollo en torno de anillos viales y a su gravitación como núcleo el centro de la ciudad, que a su vez, muestran a groso modo cómo va a ser la expansión de la ciudad y cuáles serán sus límites finales de forma circular.

[6] Urbanista Británico el cual promovió un modelo de concepción de ciudad como una ciudad de tres magnetos (Three Magnets) El Estado, La Ciudad y El Campo. Cada Magneto contiene una serie de factores positivos y negativos y estos a su vez, por su fuerza magnética, creando una relación de influencia entre sí. Finalmente, estas fuerzas afectan directamente a las personas las cuales se encuentran dentro de estas tres magnetos.

[7] Una Ciudad con morfología Heterogénea es definida como una combinación de dos o más patrones de conjuntos externos urbanos. Estos forman una gran mancha urbana, pero sus patrones de forma se mantienen diferentes, por lo que dentro de esa totalidad, no se percibe como algo uniforme, sino como algo con diferentes tejidos y texturas urbanas.

[8] Ver, Delio Gómez J, “Mofología Urbana o el significado de las formas urbanas”, U.Piloto, 1990. P. 222

[9] Este modelo consiste en la restructuración de una ciudad o asentamiento humano desde su centro, hacia su periferia con el objetivo de reducir costos e impedir una expansión urbana poco controlada.

[10] Cabe resaltar que en algunas industrias como las industrias ladrilleras y canteras, construían dormitorios dentro de las instalaciones con el fin de albergar a los obreros en su propiedad y tener un mayor control sobre los mismos y optimizando los tiempos de desplazamiento y producción.

[11] Ver, Contraloría General de La República, Encuesta Nacional de Industrias 1945. P 45