Democracia, Derechos Humanos y Ciudadanía.

En las próximas líneas voy a hablar sobre Derechos Humanos, Democracia y Ciudadanía. Mi intención no es extenderme mucho, tampoco resolver un problema que es muy complejo y que envuelve a estos conceptos, sino simplemente aportar un poco de claridad sobre el mismo. Pido disculpas antes por cualquier cuestión de falta de claridad que pudiese existir, el acotado espacio del que dispongo no me deja explayarme demasiado.

Los Derechos Humanos son libertades y obligaciones inherentes a la persona cualquiera sea y son irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables. De garantizarlos se debe encargar el Estado. Para que esos derechos fuesen conquistados, primero tuvo que darse un cambio en la visión sobre los sujetos que tenían las personas poderosas: pasaron de ser considerados irresponsables a ser seres consientes de sus actos, es decir en agentes , dotados de juicio para poder decidir sobre sus destinos de forma responsable.
La visión del sujeto de la iglesia de la Edad Media europea era la de un pecador, que venía al mundo a sufrir tormentos para lavar sus pecados. Nunca el ser humano sufrió tanto como en la Edad Media, ahí no había derechos humanos. Se avanzó mucho con el invento del Estado moderno.

El Estado moderno nace con la violenta y no continua secularización del poder espiritual (Iglesia) y temporal (Estado), finalmente venciendo supuestamente este último. Sin embargo, el poder temporal se nutre del espiritual ya que el ejercicio del poder en la iglesia se caracterizaba por ser absoluto y el del Estado también. A su vez, el monopolio de la violencia legítima pasa al poder temporal. La religión comenzó a ser instrumento de dominación y ya no, como antes, su base fundamental. El Estado moderno, inclusive, no tiene unívoca forma de ser, hay Estados absolutistas, Estados Liberales, Estados Sociales y Democráticos y Estados Democráticos de Derecho . Y es en este último donde más se garantizan los derechos humanos, porque en él hay una democracia basada en una constitución, que garantiza la libertad individual, protegiendo tanto a las minorías como a las mayorías. Con lo cual, la democracia quedaba coartada por la falta de acceso al derecho político de la mayoría. La libertad se daba en el papel pero no en la realidad concreta.

 lo cual no protege a las minorías y resta enormemente calidad a la democracia que debe garantizar los derechos humanos.El Estado fundamental para garantizar la protección del sector popular es el Estado Democrático de Derecho, porque garantiza por ley absoluta los derechos individuales, de forma universal. Sin embargo no garantiza el acceso al derecho político, pues no puede o no quiere hacer frente a la lucha contra la pobreza. Esto es recurrente en la América Latina de la actualidad, por ejemplo. La pobreza ataca al sector popular, que es el mayoritario y más vulnerable en tanto no cuenta con las condiciones materiales óptimas para recuperarse de las cada vez más constantes crisis económicas.

A medida que se fue configurando el Estado moderno también lo fueron pensando.legal , según Weber. Hubo varias teorías sobre el Estado: para Thomas Hobbes (siglo XVII) el Estado debía ser una especie de Leviatán que asegurara el pacto social; según John Locke, se trataba de una cuestión de excedente y el Estado sería el protector de la propiedad privada. Para ambos el hombre en estado de naturaleza era malo. Pero para Rousseau (siglo XVIII), en cambio, era la división del trabajo y la propiedad privada los que hacían vicioso al hombre, que en estado de naturaleza se mantenía puro. Para Rousseau la democracia debía ser directa.

Estado debe intervenir para nivelar las capacidades entre los seres humanos, para que puedan acceder en una democracia participativa. No se debería renegar de la política porque es renegar de la democracia y de la garantía de los Derechos Humanos , aunque podemos hacerla mucho mejor. Hace falta un régimen democrático, pero no solo eso: es necesario también un universalismo ilimitado en la creación de los derechos, es decir que se les den a todos y se cuide de acrecentar el desarrollo humano (vida digna) que hará capaces a los personas de decidir responsablemente, precisamente de ser ciudadanos reales. En este sentido, la democracia debe ser inclusiva y estar institucionalizada para que pueda preservase. Hay que garantizar la eficacia en la toma y resolución de los problemas, para eso es estimable la calidad institucional. Y avanzar en los derechos civiles para que ningún ser humano sea víctima del poder.

Para todo esto hace falta una sociedad participativa y un Estado amistoso que la acompañe y principalmente acompañe al sector popular, que es el más vulnerable. También dejar atrás el mito de que hay que cuidarse de no decir lo que la gente no quiere escuchar , quien les escribe opina humildemente que no es irreversible la separación entre ética y política. Hablando se entiende la gente. Hoy necesitamos hablar más que nunca.

Escritor: Emir Ezequiel Alonso.