Una de las novelas que generalmente se cataloga entre la literatura escrita para un público infantil, pero que en realidad plantea cuestiones más profundas que normalmente ocupan a las personas en su vida adulta es “Alicia en el País de las Maravillas”.
Lewis Caroll comenzó a escribir ésta novela en 1862. Como miembro de la comunidad inglesa, imprime detalles en su obra como la famosísima hora del té en que el sombrerero loco junto con sus amigos pasan las horas tomando té y cambiando de lugar aparentemente sin sentido, cada vez que un reloj les indica. En medio de éste escenario, es que Alicia tiene su primer encuentro con la pregunta fundamental de la madurez: -¿Quién soy?
En ésta situación y con una serie de preguntas enredadas a la manera de un subconsciente, el Sombrerero lleva a Alicia a la reflexión, que forma parte del diálogo interno de las personas cuando llegan a la vida adulta y se plantean el descubrimiento de su propia identidad.
Además, la novela se encuentra plagada de simbolismos, que si bien resultan ser sólo situaciones cómicas para los niños –como el mar de lágrimas que está a punto de ahogar a la propia Alicia cuando se encoje de tamaño– analizado desde una perspectiva adulta, es un símil perfecto de la frase “ahogarse en un vaso de agua”, que hace referencia a cómo dejamos que nuestros supuestos problemas nos ahoguen, cuando se trata de solamente un poco de agua atrapada en un vaso. Así, la historia de Alicia en éste pasaje nos enseña como nosotros mismos creamos nuestros mares en una tormenta sin sentido, cuando Alicia se pone a llorar por haberse convertido en un gigante, y esos mismos mares auto-creados resultan ser al final nuestros propios enemigos interiores, pues están a punto de ahogarnos, que es el caso de Alicia al reducirse en tamaño.
El valor del tiempo que cuando niños no es ningún motivo de preocupación, es representado por el Conejo Blanco, que muy particularmente en la producción cinematográfica de dibujos animados producida por Walt Disney, se presenta como un personaje cómico y hará reír a los niños por su aparente torpeza al correr constantemente simplemente porque ya es tarde, consultando siempre su reloj de bolsillo guardado en la pequeña bolsa de su diminuto y elegante chaleco. Sin embargo, para un adulto éste personaje no es otra cosa que el reflejo de la vida cotidiana que atrapa a los adultos sin razón, reflejando lo que es vivir deprisa, sin detenerse a disfrutar de los momentos de la vida que no volverán.
El Gato, el Ratón, la Oruga, el Rey y la Reina de Corazones, se suman a los personajes extraordinarios que forman parte del folklor de ésta novela, en la que aunque su autor haya tenido como intensión que los niños disfrutaran de las aventura de Alicia, dejó impreso un mensaje para los jóvenes que llegan a la edad de la madurez, con lecciones de vida que se pueden aprender sin importar la edad.