Asigna al trabajador social, por una parte, el papel de facilitador del crecimiento natural del individuo y por la otra, el de responsable de influir en el ambiente, para que este sea «nutritivo», rico en estímulos que favorezcan el proceso. Usuario y trabajador social deben ser elementos activos en el proceso de ayuda.
Serán objeto de análisis los problemas vinculados a la relación persona-ambiente, con especial atención a la fase del ciclo vital en que se encuentra el usuario, a las tareas que debe enfrentarse ya las relaciones interpersonales que está viviendo.
Estos modelos se prestan a ser utilizados en una dimensión individual del trabajo social. Se atenúa la concepción «energética» del hombre y se acentúan los aspectos pragmáticos, permitiendo una evaluación de los resultados más sencilla. Se trabaja más en la tentativa de resolver los problemas mediante tareas que en la comprensión de las causas. Amplía el campo de análisis, aunque con distintos matices, según el modelo, apuntando más hacia los problemas relacionales que los intrapsíquicos. Adquiere mayor relevancia el aspecto del contrato , que se hace más explícito y detallado en lo referente a la duración temporal de la relación trabajador social-usuario.