PERCIBIR: EMERGENCIA DE LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPACIO

¿En algún momento usted se ha preguntado por los fenómenos que afectan los espacios?, ¿De qué manera los seres humanos percibimos, habitamos y construimos los lugares, los objetos que nos acompañan?, ¿Qué emerge en la relación de espectadores ante una obra de arte? El mundo siempre será escenario de la interminable acción de fenómenos que emergen desde el mismo vientre del universo. La estética fenomenológica no se distancia de la cotidianidad humana porque recuerda esa presencia viva del acontecer, en tanto abre el espacio para reflexionar las relaciones de percepción, de habitar y construir – reconstruir la experiencia con los lugares, los objetos, los elementos que nos rodean y afectan no solo en un nivel visual sino también en las esferas emocionales.

(Pedragosa, p. 355)cuerpo desde el problema de la arquitectura se hace evidente, esa misma relación es absolutamente válida para traerla hacia el estudio propio del cuerpo en el espacio, porque este es quien experimenta el fenómeno perceptivo, es el medio de circulación, adaptación y reconocimiento, esfera de espacialidad viva donde tienen sitio los pasajes perceptivos, cuerpo vivo constituido como lugar de los episodios sensibles, en palabras de Pau Pedragosa (2009):

El cuerpo vivo se constituye como el campo donde los episodios sensibles tienen lugar, lugar que tiene un tipo apropiado de localización y movilidad que no coincide con la localización mundana de las formas y los movimientos de las cosas, pues es la condición de posibilidad de la espacialidad mundana. (p. 357) escenario sensible, es pertinente, estacionarnos en la experiencia de la extensión corporal humana como ente productor de significados, de cada episodio, en este caso de estudio con la fenomenología, el ámbito del espacio arquitectónico desplegado en tanto obra de arte, sería coherente revisar el planteamiento de Patricia Márquez (2002) para reflexionar el cuerpo desde su propia condición corpórea y lugar de producción de la obra, pero igualmente aplica en relación al estudio de la experiencia arquitectónica indicando otras fuentes de referencia.

(p. 130) sujeto para que ocurra la experiencia, porque no se trata de los simples objetos, sino cómo se vive la apariencia siempre mutante de ellos; comprendemos entonces que la experiencia con la obra es el momento donde el sujeto capta y transforma aquello que ella le proporciona.

Como habitantes del mundo transitamos la ciudad, masas de cuerpos que circulan por las calles y dejan pasar las imágenes que ahí suceden, que rodea, cobija y afecta; la interminable tira de sucesos gira como una cinta más agolpada en algún carretel para desenrollar y volver a enrollar cíclicamente, sin embargo jamás se devuelve con el ánimo de rectificar aquello que sus ojos asisten; imágenes olvidadas, sin estudio, sin encuentros, sin confrontaciones, grabadas por añadidura, nunca observadas, imágenes que pasan y se estacionan en la memoria alejadas de experiencias sensibles, sin dejarse afectar por los objetos, aquellos elementos muertos pero vivos en la medida de la percepción humana, espacios que rodean los cuerpos y que solo en la acción perceptiva construyen o vislumbran la posibilidad de una experiencia estética, espacios y objetos que habitan el mundo y permanecen atentos para generar preguntas.

La fenomenología invita a reencontrarnos con los espacios, motiva a vivir la experiencia y descubrir que allí habita la posibilidad para referenciarlos como escenario del arte; igualmente desde esa estética del fenómeno, se indica un nodo para preguntar: ¿Qué distingue aquel espacio arquitectónico de una construcción común, cimentada en bloques de cemento de incluso la misma composición física? ¿Por qué solo algunos lugares producen en el espectador sensaciones, cuestiones perceptivas, intuitivas, procesos de comunicación en la proximidad o lejanía? ¿Por qué las consideradas obras de arte arquitectónicas difieren de las masas de cemento?.

Quizás las respuestas comienzan a surgir cuando al indagar se descubre que el concepto de obra de arte arquitectónica invita a descubrir, recorrer, escuchar, en definitiva, a sentir el lugar donde se guarda el tesoro permisible para que el fenómeno aparezca, momento cuando ocurre el encanto, el análisis, la obligación a mirar y volver a ver. En última instancia, la fenomenología es el puente que hace posible percatarnos de la riqueza que encierra el volver a mirar, ese dejarse invadir, que sigue la distribución de las formas para abrirse al juego de la intercalación de texturas, vacíos, ecos, cuerpos y miradas que presencian el nacimiento de la afectación y significación del espacio.

BIBLIOGRAFÍA
Márquez, P. (2002) Cuerpo y arte corporal en la posmodernidad: las mujeres visibles. Arte, Individuo y Sociedad. (14), 121 – 149.
Pedragosa, P. (2009). Estética Fenomenológica. La Obra de Arte Arquitectónica. ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura. Marzo – Abril (736), 355 – 367.

Escritor: Claudia Elena Zuluaga Idárraga