La tendencia existencial se contrapone a la concepción del hombre que deja entrever los métodos psicoterapéuticos utilizados y, en particular, a la división del mundo en sujeto y objeto. Se propone analizar la existencia humana de manera totalmente distinta, considerando el fenómeno por lo que es y renunciando a utilizar conceptos ya formados o presupuestos teóricos que condicionan y distorsionan todo lo que ve el observador.
Los pensadores y terapeutas existenciales ven al hombre como un «ser en el mundo», refiriéndose al «mundo» como la estructura de relaciones significativas en la que la persona existe y participa.
Lo que distingue al ser humano es la posibilidad de no permanecer atado a un esquema específico de mundo, la posibilidad de separarse de abstenerse de la situación concreta; tener la capacidad para proyectar y la oportunidad de escoger entre muchos mundos. Los existencialistas centran su atención en la modalidad de la práctica terapéutica, remarcando la importancia de la actitud mental del terapeuta en el encuentro con el paciente.