Tiempo perdido

Ubicarse laboralmente no es fácil, todos sabemos que es una gran meta y también una suerte encontrar no sólo un trabajo, sino, buenas condiciones para querer seguir ahí. Sin duda la suerte es algo en lo que no se puede confiar, por lo tanto, ubicarse laboralmente es casi una Odisea, una aventura en donde los dioses no intervienen ni a favor ni en contra  del hombre trabajador. Desenvolverse laboralmente en Colombia es una aventura que implica muchos esfuerzos, como: salir de la casa, conocer lugares nuevos, gastar los ahorros que se ha obtenido con sacrificio, para finalmente someterse a unas condiciones, las cuales no sé cómo llamar, pero por el momento se puede decir, que las instituciones nos atrapan bajo una serie de engaños  que  implica toda clase de desventuras, de las cuales, muchas veces nos lleva  a volver sin victoria y sin honor  a nuestro  amado hogar.

Salimos en busca de un trabajo digno que este de acorde con nuestras capacidades pero deseamos más que eso y es lógico, porque aparte de encontrar qué hacer, necesitamos como sobrevivir y como ayudar a nuestros seres queridos a continuar con la lucha diaria, la supervivencia. Es mucho más difícil el camino laboral para aquellos que están convencidos en que lo único que puede ayudar a Colombia es la educación, la cultura y el arte, para la mayoría de la gente ser humanista y artista es vivir una utopía ociosa en una generación ya desgastada, en parte es cierto que nuestra sociedad occidental está desgastada y perdida por las costumbres pesadas y las rápidas tendencias que terminan siendo corrosivas en todos los aspectos sociales.

El rebusque se instala en  nuestra sociedad infectando toda clase de buenos propósitos e ideales de quienes buscan un retorno a la libertad de expresión y de movimiento para encontrar un trabajo digno y verdadero, es decir, que sea un trabajo sin apariencias, sin enredos y equitativo para  el trabajador. Se busca entonces un trabajo para perseguir una estabilidad económica pero fundamentalmente se busca un camino intelectual; pero en estos tiempos modernos encontrar un camino que compense en totalidad esta serie de metas, se convierte en una neurosis efecto domino que va tumbando en orden  a las familias y por lo tanto a toda la comunidad desde las más aisladas hasta las más influyentes y poderosas del país.

Es el síntoma de todas las modernas sociedades, la explotación disfrazada de un trabajo digno y justo, que las empresas y los jefes venden al trabajador más necesitado y desesperado. Aunque se diga por todos los medios de comunicación que el desempleo en Colombia ha bajado y que hay más posibilidades para tener cierta independencia económica, intelectual o creativa, no sé menciona con  detalle todos los esfuerzos que  hacen  los colombianos que son de corazón humanistas y artistas para tener al menos una pequeña libertad económica y de expresión en su sitio de trabajo.

Por lo general para lograr firmar un contrato es necesario estar  muy sumiso ante las propuestas del jefe o empleado que defiende sin convicción pero con mucho coraje los objetivos definidos de la empresa; si el trabajador llega con sus pensamientos  claros, tratando de no ser del montón (un esclavo), es muy común que sucedan dos cosas completamente desconcertantes y mezquinas hacia los trabajadores, o, se les contrata porque los otros candidatos están muy alejados de sostener la apariencia de la empresa,  pero se necesita con urgencia alguien a quien contratar.

Sin embargo ya de ante mano se sabe cómo utilizar al contratista el mayor tiempo posible para luego dejarlo a la deriva y cambiarlo por alguien que siga más los objetivos de la empresa, la segunda situación que es muy frecuente, es  la de contratar al trabajador, pero este al paso del tiempo, digamos que sería más o menos entre dos o cinco semanas se va dando cuenta poco  a poco por medio del ambiente laboral y sus nuevos compañeros, que el trabajo no es lo que parece, no sólo implica estar toda la semana, sino, también que es esencial dedicar gran parte de su fin de semana, “tiempo libre” para  fortalecer la empresa o la institución que nos da de comer pero que nos quita la libertad.

A pesar de todas las situaciones de explotación que se puedan presentar en un trabajo, se labora no sólo por el dinero como lo creen muchos jefes, sino, que se trabaja porque en medio de tanta intriga, pretensiones y engaños, se encuentra espacios que carecen de poco tiempo, pero en donde los humanistas y artistas logran cautivar a un pequeño público de aprendices, que tiempo después vivirán la misma historia de explotación laboral que no permite tiempo para ser libre, autónomo pero sobre todo que roba el tiempo,  para que no se pueda llegar a ser  feliz.

 Autor: Lina Marcela Arana Paz