LOS ALCANCES CONCEPTUALES DE LA OBRA DE ANTONIO CARO

El desplazamiento del objeto por la idea, desempeña un papel preponderante en su producción artística. El carácter secundario del objeto físico (y de sus características inmanentes) le da prioridad a los procesos formativos que constituyen sus obras, fundándose así en una estética procesual (Fiz, 1988)

Su creación no busca una desmaterialización completa del arte; en Caro la eliminación supone un replanteamiento o una crisis del objeto (no una desaparición) que se aboca a “una renuncia a la fiscalidad a la infraestructura cosal tradicional” (Fiz, 1988, pág. 252) con el propósito de contradecir el paradigma de belleza del arte tradicional. De esta manera, su arte inserta cuestionamientos, de forma amplia, sobre las prácticas artísticas mismas; sus objetos, entonces, son soportes y, al mismo, medios de difusión de su crítica y de su escepticismo.

A pesar de lo anterior, su obra no limita las prácticas artísticas a la mera reflexión, convirtiéndolas así en una aislada investigación filosófica sobre la naturaleza del concepto arte. Por el contrario, el autor reprocha el solipsismo en el que la mayoría de las obras de la época recaen. Una evidencia de este esfuerzo lo representan las recurrencias a registros lingüísticos o proposiciones a las que el artista apela en varias de sus obras; esta acción respalda la definición de arte que, según Eduardo Serrano (1975, pág. 28), el propio Caro pronuncio: “arte igual información.” Estas incursiones no aislaron su producción de la representación material y de la dependencia del contexto, por el contrario ataron su obra, y su comprensión del arte, a escenarios coyunturales de la época (principalmente políticos).

Sumado a esto, Caro asume la preocupación por insertar el quehacer artístico en nuevos sistemas de representación; las técnicas de reproducción barata-popular, tomadas del arte gráfico, como la xerografía, le permitieron abandonar críticamente los medios tradicionales y apropiar para su obra nuevos modos de comunicación, propiciando la aproximación de nuevos públicos susceptibles de verse afectados por lo denominado artístico, dando lugar, como implicación política-social, a una democratización no sólo de la distribución sino de la misma creación. Sus producciones, como consecuencia intencional, no alcanzan las mismas cuotas de valor que las creaciones tradicionales pues procuran anunciar rompimientos con las tendencias de mercantilización del arte y con la constitución de industrias monopolistas de la cultura.

De esta forma, el arte de Caro recupera una referencialidad a la realidad que libera sus creaciones del paradigma del autor encerrado, herencia del romanticismo alemán, haciéndolo un recopilador, un actor social, “el artista se asemeja de alguna manera al investigador a un nivel de conocimiento y reflexión sobre los datos de experiencia” (Fiz, 1988, pág. 267) Los espacios de circulación artística son utilizados por él para generar una resonancia social y su arte se establece como un espacio sintomático.

La obra, en el caso de Antonio Caro, se convierte en un documento, un dato de una realidad contextual. La materialización resulta ser la documentación de un proceso mental que actúa como catalizador para que el receptor inaugure su propio proceso mental, sin determinarlo unívocamente. Su práctica conceptual rescata la concepción del arte como conocimiento o, más relevante aún, lo legitima como un modo de apropiación práctica de la realidad que deviene en una movilización con una intención transformadora, limitada por el terreno específico de su actividad.

Desde 1990, este artista ha dirigido “Talleres de creatividad visual” en distintos lugares de Colombia (Bogotá, Medellín, Cali, Manizales), México, Quito, Venezuela, Puerto Rico, Brasil, entre otros. Él define de la siguiente forma el propósito de sus talleres:

Lo que yo trato de abordar en mis talleres es algo de lo cual todavía no sé nada y algo que me parece una cualidad esencial de los humanos: la creatividad. Poco a poco tengo algunas frases sobre el tema. Como tratando de apartarme digo: “se puede ser creativo sin ser artista, pero no se puede ser artista sin ser creativo” (Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, 2008, pág. 17)

Finalmente, Antonio Caro halla en sus talleres una solución a un problema persistente en los ámbitos artísticos: el egocentrismo. No solo rechaza las características formales del arte clásico, sino que contradice (y lucha) las consecuencias éticas que éste carga sobre el sujeto creador, así como la aparición de estéticas mesíanicas. El taller, según el autor, “es un contrapeso a la desmesura de mi ego (soy artista profesional) y un aprendizaje continuo no solo de los aspectos formales y conceptuales de las tareas que impongo, sino, de lo más importante: los valores humanos de los participantes.” (Entrelasartes, 2010)

Bibliografía
Entrelasartes. (6 de Noviembre de 2010). Entrelasartes. Educación Artística en Red. Recuperado el 30 de Junio de 2013, de entrelasartes. Educación Artística en Red: http://www.entrelasartes.org/archivos/2o-encuentro/3a-sesion/3a-Ses-Taller-de-antonio-Caro.pdf
Fiz, S. M. (1988). El arte de «concepto» y los alcances conceptuales. En S. M. Fiz, Del arte objetual al arte de concepto (1960-1974): epílogo sobre la sensibilidad postmoderna, antología de escritos y manifiestos (págs. 249-271). Madrid: Ediciones Akal.
Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo. (2008). Miguel González, Antonio Caro y Rosemberg Sandoval en Guayaquil: relaciones entre el arte y la violencia. Guayaquil: Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo.
Serrano, E. (1975). Antonio Caro. Gaceta: Revista Nacional de Cultura (3), 28.

Escritor: Camilo Andrés Igua Torres