Querido lector lo que encontrará en este escrito no es ficción, es la historia que cuentan los antiguos sabios acerca del nacimiento del amor y no del amor que conocemos ahora, donde la gente solo nace, crece, se reproduce y muere; si parece una clase de biología, pero esto va más allá de la ciencia y sus descubrimientos, que al parecer desmedidos y en su afán de develar un no sé qué oculto, está llevando a nuestra civilización a la destrucción de su hábitat, pues ya incluso a los desparecidos Atlantes de quienes aún desconocemos su verdadera historia les ocurrió.

Bueno dejemos de lado la ciencia, que si bien juega un papel muy importante en esta historia, no deja de estar sujeta a los paradigmas del ser y lo que acá se cuenta es del deber ser, algo que hasta ahora los científicos no logran explicar y tardarán mucho en hacerlo, porque aún no han entendido que la respuesta esta al interior de cada uno de nosotros, de lo que hemos aprendido, de nuestras experiencias y de cómo nos han enseñado nuestros padres, nuestros maestros, la sociedad y todo el conglomerado que nos rodea, a ver el mundo.

Si, de esas experiencias es que nace esta historia, pero no fue acá en esta dimensión inmediata, fue muchos años atrás y con unos personajes que hasta ahora vuelven a encontrarse en este plano etérico y físico, y de la manera menos esperada, ella se encontraba en un viaje de negocios y él aunque con muchas ocupaciones, tuvo que asistir al mismo congreso al que ella asistiría, porque sería uno de los más importantes ponentes, se trababa de un encuentro de psicólogos, en el cual se desarrollaría el tema de las emociones y como actuaba el pensamiento humano, en la vitalidad del cuerpo físico.

Fue entonces, cuando María Ortiz y Juan de la Mar se conocieron, ella estaba repasando sus notas de aquel día y por aquella época se sentía agobiada por una vieja experiencia sentimental que desde años pasados, la había dejado marcada y desilusionada, y él no hacía mucho había terminado con un relación de poco tiempo y se encontraba decidido a seguir su vida en soledad, cuando de repente iba caminado por el pasillo y la vio leyendo y sintió como si conociera a aquella mujer de hace mucho tiempo, pero no relacionaba en dónde y cuándo, se acercó hacia ella y escuchó una voz que le dijo: “háblale”, él no entendía porque tenía esa sensación, pero sin pensarlo dos veces le dijo: hola no estés triste, nunca has estado sola, no sé por qué pero siempre he estado contigo; en ese instante, ella sintió un escozor que le corrió todo el cuerpo y una gran cantidad de sentimientos encontrados, pero con una felicidad que nunca había sentido en su vida. Él no terminaba de entender que pasaba, pero de inmediato la invito a tomar un café, quería conocer todo de aquella mujer, ella confundida pero encantada al mismo tiempo, se dejó seducir por aquellas palabras y desde aquel instante ambos se sintieron unidos el uno al otro.
Esta es una de muchas historias que hemos leído y nos han contado, varios de sus personajes, han entendido que no es más que el encuentro de parejas que se han amado desde muchas vidas pasadas y se han vuelto encontrar, lo que muchos expertos han llamado almas gemelas.

Es así como nació el amor, de dos almas que nacieron y se unieron, se amaron profundamente, sus interiores se han encontrado a tal punto que esa unión es perfecta, en todos los planos físicos y espirituales, es como un sueño eterno que va siempre acompañándonos y por eso siempre buscamos y soñamos con encontrar el amor de la vida, no es imposible, se puede hacer realidad, solo basta con mirar a tu interior y buscar en esa memoria que aunque no recuerdes basta con escudriñar, como dirían los jóvenes de hoy ”Google buscar”.
No lo olvides querido lector, todo lo que quieres siempre está ahí, solo hay que buscar en tu interior la llama del amor.

Escritor: Shandra Mendoza Benitez