El autor cinematográfico no es únicamente la persona que escribe un guión. La Nouvelle Vague aporta una nueva mirada acerca de la definición de autor, lo refleja como un artista que presenta su visión particular y única del mundo. Intentaremos exponer este concepto de autor en la construcción de los personajes y sus relaciones en la película de Tim Burton, Big Fish (El gran pez). Para ello analizaremos una escena que refleja la intimidad y el vínculo de la pareja de Ed Bloom (Albert Finney) y Sandra Templeton (Jessica Lange).
El director ha declarado que este film era un proyecto que el estudio le ofreció, basado en un libro de Daniel Wallace. Por lo tanto, la historia y el guión llegan a sus manos y no son producto de una inquietud o búsqueda previa propia. Es autor, entonces, en la incorporación del universo, de la mirada propia que tiene este cineasta y que aporta en todas sus películas; incluso en ésta que ha sido considerada un film atípico en su trayectoria. Tim Burton presenta una película excepcional, no habitual en su filmografía. Extraña porque no presenta el clásico protagonista de sus filmes, un personaje inadaptado, incomprendido. Por el contrario, Ed Bloom es un hombre carismático y atractivo que seduce a todos cuantos lo rodean. Sin embargo, este hombre posee características habituales en los personajes de Burton. Por un lado, es un ser que esconde algo, que nos mantiene en la incertidumbre acerca de la veracidad de su pasado debido al matiz fantástico de las narraciones de sus experiencias. Por otro lado, es un personaje que presenta un tono romántico y que muestra gestos de ternura que no responden al cliché de los héroes de las historias de amor.
Un ejemplo de este rasgo de sensibilidad es la escena por analizar. Ésta fue añadida a la película, no se encontraba en el libro ni en el guión de John August y fue escrita por sugerencia de la actriz, que reclamaba una escena de la pareja en la que se expusiera su relación. Es el momento en que aparecen solos para que podamos ser testigos de su vínculo y es el momento de mayor intimidad en toda la película. El estilo de Burton es muy identificable en lo visual y también en la construcción de los personajes, en cómo se presenta la sensibilidad de los caracteres. En relación a esta película, el cineasta ha señalado que decidir filmar esta escena presentó uno de los conflictos constantes que tienen los directores con los estudios: incorporar tomas que comunican algo que se lee entre líneas, que no necesariamente está presente en los parlamentos, sino que se vale de los gestos y de las actuaciones. Según Tim Burton, aquí las miradas de los personajes dicen más que un diálogo.
Y la marca de autor es la representación no tradicional de una escena de amor. La secuencia en que Sandra se introduce con su marido en la bañadera refleja mucho más lo profundo del sentimiento que el beso más apasionado que pudieran darse. Por lo tanto, la intimidad y conexión ajena al cliché de la escena de amor sí es algo habitual entre las criaturas de Burton, seres extremadamente sensibles y atípicos que exponen sus sentimientos sin cursilería.
Escritor: Laura I. González.