Al momento de disparar contra John Lennon frente al edificio Dakota en Nueva York, Mark David Chapman llevaba consigo un libro. En futuras entrevistas diría que era dueño de múltiples copias de la misma. Diría también que no salía a la calle sin una de ellas. La novela de la que hablaba es The Catcher in the Rye, de J. D. Salinger. Obra capital del autor estadounidense, El guardián entre el centeno –nombre que recibió en castellano el texto- influenció a una generación posterior de narradores. Su registro transgresor basado en el lenguaje fluido y en el universo emocional adolescente es aquello que la caracteriza. En ella se narra la historia de un joven que, tras ser expulsado de la escuela, emprende un viaje por Nueva York. En la trama se desenvuelven las tensiones propias de un estadío híbrido entre la infancia y la adultez.

A pesar de su éxito en el ámbito literario, Salinger no se siente dueño de su obra. Posterior a la publicación de lo que hoy sería un clásico de la literatura americana, entrega el texto a los lectores y desaparece. El autor, poco interesado en la vida pública, toma la decisión de no participar de entrevistas. Por el contrario, decide recluirse y niega a contactarse con periodistas o con cualquier persona del mundo exterior. Además de la mencionada novela, el trabajo del autor consta de otros tres títulos: Nueve cuentos, Franny y Zooey y Levantad carpinteros la viga del tejado. A pesar de que el corpus de su obra no es extenso en cantidad, el escritor ha influenciado a autores diversos como John Updike, Philip Roth, Alessandro Baricco y Harold Brodkey, entre otros.

Hubo múltiples intentos de llevar “El guardián entre el centeno” a la pantalla grande, pero el autor no consintió entregar el texto para que fuera adaptado a dicho formato pues sostenía que no sería posible captar la trama en su total complejidad. La narración gira en torno a un interlocutor ausente. El registro, semejante a la oralidad, da lugar a una prosa ágil y ordenada que no pierde la informalidad propia del lenguaje adolescente. Es así como Holden Caulfield, personaje principal, se convierte en un ícono de la juventud de la época.

El título hace referencia a un pasaje de un poema en el que, mediante el uso de metáfora, se alude al duelo resultante de abandonar el universo infantil. El narrador vislumbra en el mundo adulto y en sus convenciones sociales una hipocresía e impostura causante de su profundo malestar. La traducción del título al castellano ha sido un tema ampliamente discutido. La primera traducción del texto al idioma español data de 1961, momento en que la Compañía General Fabril Editora en la colección Anaquel de Buenos Aires, lo titula como El cazador oculto. Sin embargo, años después y con autorización del mismo Salinger, la obra pasaría a tener su titulación actual. El nombre, a pesar de ser criticado por su traducción literal, fue aprobado por el autor en persona y, por ende, se mantiene hasta hoy.

El libro fue criticado por múltiples razones. En primer lugar, treinta años después de su publicación, sería tildado de instigador de la violencia adolescente por su contenido explícito en temas referentes a alcohol, drogas y prostitución. Por otro lado, su mala reputación tiene origen en los diversos personajes que dijeron estar obsesionados con el libro. Es el caso de Mark David Chapman quien afirmó sentir una profunda identificación con el personaje y que además referenciaba al texto como su biblia personal. Es también el caso de John Hincley, quien intentó asesinar a Ronald Reagan y declaró estar obsesionado con el libro. No obstante su prohibición y la discusión que gira en torno a la novela. “El guardián entre el centeno” y su particular dificultad de ajustarse a los cánones de la literatura tradicional hará que se erija, probablemente, como una de las obras literarias más importantes de la literatura americana del siglo xx.

Escritor: Lourdes Velásquez

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