Algunas percepciones sobre la escritura

Las personas diariamente hablan, escuchan, ríen, lloran, comparten, discuten, pero dentro de sus actividades, pocas escriben como parte de su quehacer, las razones más comunes para no hacerlo se fundamentan en no sentir ganas, no tener gusto por esta actividad o creer que la escritura sólo hace parte de las acciones meramente estudiantiles o de oficio.

Escribir es una actividad tan antigua como la historia del ser humano; los primeros hombres y mujeres que escribieron tal vez, sintieron la necesidad de plasmar algo de sus historias y vivencias propias o colectivas y de acuerdo con lo que cuentan algunos historiadores, hace unos 5000 años se empezó a escribir; la Biblia, por ejemplo, fue el primer libro escrito y el más conocido, desde el año 1200 antes de Cristo; inspirado por Dios y elaborado por personas que querían contar algo a los demás, puede ser una historia, una alabanza o un consejo, por lo que se puede afirmar que la escritura tiene diversas intensiones: informar, reflexionar, educar, entre otras. Sin embargo, existen al respecto de este tema una cantidad de hipótesis; pero es importante realmente saber que escribir es una actividad de todos desde que nos vinculamos a un grupo escolar, ya que puede que antes de esta acción los sujetos no tengan la posibilidad, ya que socialmente se le adjudica a la escuela la tarea de hacer escritura.

Para algunas personas escribir es aburrido, pero la mayoría de las que coincide con esta opinión no tienen ni la actitud, ni la disponibilidad, ni la creatividad o inspiración; tal vez porque fue un requisito para el proceso escolar y no un hábito en su formación personal.

Si bien es cierto, esta acción puede ser influenciada por las personas con las que se comparte a diario y que complementan el núcleo familiar y social. Hay cosas que se enseñan desde el ejemplo y por ende, teniendo en cuenta nuestro entorno cultural, son pocos los escritores como los lectores. Sin embargo, con ironía, cada vez más los sujetos hacen parte de redes sociales en las que la escritura es una forma diferente de comunicar…enviar un emoticón, reducir las palabras o utilizar abreviaturas son parte dela nueva forma escrita dicen los jóvenes, pero esto no asegura un escritor, un escrito, ni la misma escritura, ya que una persona que utiliza estos y acciones comunicativas no es precisamente un literato, sólo un emisor, receptor en una actividad actual en la que encaja y de la que maneja unos códigos.

Una persona a quien le guste leer y documentarse, tiene una alta probabilidad de escribir, un buen manejo de vocabulario, adquirido desde los textos que utilice y puede partir de esta premisa para elaborar un texto propio. Pero hay que tener en cuenta también, la clase de textos que lee, ya que uno expresa lo que tiene en la cabeza. No puede decirse cuál de los textos son los más apropiados, eso tiene que ver con entornos, contextos, ámbitos e intereses, pero lo que si es cierto es que un sujeto que lee, interpreta mejor, abstrae y analiza. No todas las lecturas son para un tipo de persona, cada sujeto desde su individualidad va creando sus propios grupos de libros o temáticas y desde ese punto de vista cada uno va orientando sus palabras y argumentos en su proceso social, escoge a sus amigos y hasta sus nuevas prestezas.

Las personas que en su cotidianidad son poco cercanas a la lectura, probablemente aquellas que conforman el mayor porcentaje de los que no escriben, no tuvieron la oportunidad de acercarse a los textos en forma regular, no hubo un gusto o simplemente no encontró una afinidad para el desarrollo de esta habilidad y prefiere hacer parte de esa mayoría que dice cosas sin argumento, con miedo o sin pensar, en el peor de los casos.

No con lo anterior se quiere decir que es bueno y que no, simplemente se da un punto de vista desde el conocimiento y la experiencia docente y social, por ello, se afirma que como docente es esencial hacer de cada acto pedagógico un momento de lectura y escritura, es decir, una lectura del mundo, del momento, un espacio en el que se logre involucrar de forma intrínseca con la socialización la parte de lectura y de esta misma forma pueda entonces acompañar o guiar al educando o sujeto un momento para plasmar algo de su propia experiencia, aunque sea poca y reflexiva, sería un ejercicio ideal para despegar y comenzar a dejar el miedo frente a la escritura, el mito frente a esta actividad, que no ha sido culturalmente heredada.

Muchas personas dicen que no saben de qué escribir ni mucho menos cómo comenzar un escrito, eso es una realidad, pero, sólo se aprende a escribir en el ejercicio mismo, en el ensayo y el error, en la regularidad de hacerlo, de releerlo y de corregirlo, compartirlo y perpetuarlo.Intentar escribir, es poner un conocimiento o pensamiento en la mirada social, sabiendo a lo que se enfrenta y asumiéndolo con objetividad.Quiene escriben aseguran que el ejercicio mismo saca lo mejor de ellos mismos, que entre más lo hacen más se siente la necesidad de conocer más vocablos, más sinínimos, más.

Escritor: Diana Alejandra Orjuela Sáenz