El hombre es un producto de la naturaleza. Éste fue creado por Dios a su imagen y semejanza. Así mismo, el ser humano ha recreado a partir de su entorno, un mundo artificial, un ambiente cultural. Dentro de su innumerable repertorio de creaciones, el hombre creó el televisor; que no es más que una caja electrónica que nos transmite información, nos distrae o, simple y llanamente, nos envicia. La televisión contiene un gran abanico de programas para que los televidentes no se despeguen y queden idiotizados y subiéndoles el, muy conocido, rating a los canales televisivos.
las actividades realmente importantes y degradan La televisión, y en especial las telenovelas producen en las personas distracciones de el lenguaje y la cultura, puesto que los individuos que se sientan delante de la caja maligna sienten tanto placer con ella, que se olvidan de sus obligaciones y quehaceres; además de disminuir poco a poco la comunicación con sus familias, amigos y allegados. La caja que seduce con sus miles de estrategias, lleva a su receptor a un mundo ficticio, donde la realidad y la fantasía no importan, solo subir cada vez más la sintonía. Las telenovelas alejan a las personas de sus actividades rutinarias, los lleva a una realidad alterna, los atrapa; y como para los drogadictos las drogas, para las amas de casa las telenovelas. El muy famoso arte de la pantalla chica “ayuda” a que la comunicación se pierda, debido a que al estar ella como centro de atención, los demás se olvidan del mundo que los rodea.
Las telenovelas crean distorsiones familiares, puesto que al haber programaciones muy variadas y múltiples canales, que compiten como carros en la autopista por ganar su máximo trofeo, el aumento de la teleaudiencia; estas “expresiones artísticas”, vistas desde la caja seductora, en vez de unir a la familia, lo que hacen muchas veces, es generar conflictos que pueden conllevar a distorsiones. “Ya se ha probado que el cine y la televisión presentan actos de violencia como una alternativa viable y legitima.” . Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, y muchas veces se pueden disfrazar lobos de ovejas mansas con cara de ternura, que cuando encuentran la oportunidad, saltan sobre su presa y la devoran, no sin antes haberlas amansado con su dulce mirada que hipnotiza a quien la ve, convirtiéndose ella en el centro de atención.
Así mismo, la caja seductora, más que ayudar e informar a la sociedad; genera falta de identidad al producir las telenovela, que además de presentar personajes estereotipados, muestran los lados negativos de una cultura que, como una esponja, absorbe todo lo que ve y reproduce como un disco rayado la misma canción. Las muy famosas “telebobelas”, como algunos críticos la llaman, deberían respetar las características de ciertas comunidades y no ofenderlas con sus pudines quemados. La costa, por ejemplo, es motivo de burla al presentarse con remedos y habla‘o golpea’o a los personajes de la muy sobresaliente y vista obra majestuosa del “pequeño cine”; mostrada de lunes a viernes en horario triple.
Algunas telenovelas degradan la cultura costeña, pues presentan a las personas de esta región como individuos poco preparados y corronchos. Conjuntamente se reflejan seres con un dialecto que deja mucho que decir. Según el sociólogo samario Edgar Rey Sinning “actores abusan mucho del golpea ‘o, impostan y exceden los ademanes…se pasan de morisquetas…y lo triste es que los auténticos costeños se contagian de esta fiebre desculturizante” Lo peor de estas producciones, es que la mayoría de sus actores son costeños. ¡Qué pena que por unos cuantos pesos, y más fama de la que ya poseen desvaloricen la tierra que los vio crecer! A decir verdad, todo el problema surge por los “miserables productores”, que por falta de oficio y con ganas de reírse de unos monos poco adiestrados, toman nuestro contexto miserable, producto de las malas administraciones, y lo convierten en una versión macondiana de un pueblo que carece de inteligencia, que no repudia los comportamientos que un simple aparato les transmite. En síntesis, las telenovelas sobre la costa Caribe Colombiana, degradan la cultura costeña al transmitir el sabor agridulce de la alegría caribeña y su audacia, con la corroncheria y los malos usos lingüísticos.
Por otra parte, la cultura es aquel conjunto de estructuras sociales, religiosas y de manifestaciones intelectuales y artísticas que caracterizan a una sociedad. Sin embargo, este aspecto fundamental para cualquier sociedad, está siendo derrumbado, y la cultura costeña está siendo distorsionada por un terremoto o por una avalancha de lodo, que como sucedió en Armero, tapará nuestros rasgos característicos. “Chepe Fortuna” es otro ejemplo de la ambientación de la costa bajo el estereotipo machista, plutócrata, escandalosa y poco desarrollada, de esa que lamentablemente está enquistada en el imaginario nacional sin mayores posibilidades de reivindicación” .No somos iguales, y por ello, existen conflictos y discusiones en cuanto a lo que respecta a la cultura. Las telenovelas producen distorsiones culturales que afectan a quienes la ven, dulce como una niña y hermosa como una reina de belleza; que atrapan las miradas de quienes las observan.
Si las telenovelas no existieran, tal vez el mundo fuese diferente. Tendríamos una sociedad más segura y comprometida con la lectura y el estudio, no hubiese tanto vago chismoseando sobre chismes. Leer convierte a las personas en seres analíticos, productivos, con gran imaginación y creatividad; pero las telenovelas crean seres idiotizados, estereotipos, personas NINI (Ni trabajan, ni estudian). Las telenovelas generan falta de lectura, crean poco a poco seres moldeados por las manos de un medio que le dice que hacer, y que lo orienta hacia un futuro marcado, principalmente, por la pobreza.
Al no ayudar a las personas positivamente, las telenovelas se convierten en agentes destructores de la cultura. Producen falta de imaginación y creatividad, puesto que los individuos que se aplastan a ver uno tras otro los capítulos de estas historias ficticias, se involucran tanto que no piensan en más nada sino en lo que gira en torno a los protagonistas y personajes de dichas historias. Las “telebobelas” son aquellos entes problema que en vez de solucionar los conflictos y dificultades que presenta la sociedad deshumanizada y empobrecida en la que habitamos, convierten a las personas en seres ignorantes y dominados por la mano de unos cuantos que buscan la ignorancia para alcanzar la “gracia”.
Por ello, a los ricos solo les interesa que la creatividad y el ingenio del pueblo sean nulos, es decir, que se actué sin razonar, sin propósitos, solo por instinto o por persuasión. Pero, como acabar con una enfermedad que entra todos los días a nuestros hogares, y que como la butifarra se transmite sin interrupción, ósea que donde una hace su cierre, la otra hace su increíble aparición; dejando en la tabla del cerebro una imagen y una orden inscrita. ¡Mírame! Deberíamos tomar consciencia de lo que hacemos por nuestra vida, del rumbo que estamos tomando; del bus en el cual nos montamos hacia un futuro con un fin inesperado. Creamos o no, las telenovelas además de degradar la cultura y empobrecerla, producen seres humanos incapaces, inseguros, débiles, sin memoria, individuos que sirven como juguetes para los grandes niños que los gobiernan a su antojo, como un titiritero maneja a su títere. Ahora después de todo, pensemos ¿Estoy viendo lo correcto?, ¿Será que tengo futuro al ver estas producciones?
Escritor: Jorge Amador López
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