BASES Y CONDICIONES PARA UNA EDUCACIÓN FILOSÓFICA

La educación tradicional impartida en Colombia tiende a trazar planes de curso basados en indicadores de logro que determinan la articulación de esquemas conceptuales nuevos dentro de la estructura cognitiva de los estudiantes. Los indicadores de logro son expresados como conductas observables empíricamente, esto implica una contradicción, pues la descripción de un proceso cognitivo que busque alcanzar el nivel de pensamiento crítico propio de la educación en filosofía no pueden ser el reflejo de una conducta observable, este nivel de pensamiento crítico alcanzado a través de la actividad intelectual de filosofar es debe ser de carácter conceptual.

Si bien el proceso de aprendizaje de la actividad filosófica es de naturaleza cognitiva, las teorías cognitivas del aprendizaje que se desprenden de la psicología de la Gestalt y el procesamiento de información, caen en la imposibilidad de explicar cómo es que llegamos a aprender conceptos a priori, la información que el sujeto configura dentro de su estructura cognitiva siempre parte de generalidades estructuradas que provienen de la experiencia.

Esta condición implica aceptar una idea de aprendizaje pasivo, pues a pesar de que el sujeto es quien procesa la información, esta información es suministrada bien sea por sus padres, maestros o el mismo ambiente, utilizar el enfoque cognitivo como marco teórico para el aprendizaje de la filosofía sería desconocer su carácter activo. Siendo una actividad generalizadamente recursiva, su principal característica es la de ser un saber que busca concepciones generales, y esta búsqueda implica una visión activa del sujeto, muy lejana a la que la teoría de la Gestalt nos pueda proporcionar.

Podemos reconocer la naturaleza cognitiva de la actividad filosófica, pero esta naturaleza no puede ser excluyente de su carácter activo. No podemos comparar al sujeto con un ordenador pues estaríamos negando el componente semántico de sus esquemas conceptuales, no podemos reducir el conocimiento a la experiencia, pero tampoco podemos negar que en el aprendizaje de la filosofía interviene la información que el sujeto obtiene, el problema no está en cómo obtiene la información, sino en cómo la utiliza para aprender.

La epistemología genética de Piaget nos ofrece un modelo teórico que puede servir como marco para el aprendizaje de la filosofía, plantea dos medios por los cuales se puede llegar a aprender separando al aprendizaje del desarrollo, las abstracciones empíricas a partir de las cuales el sujeto construye esquemas conceptuales están ligadas al aprendizaje, este tipo proceso es de carácter físico, por otro lado, el desarrollo es un proceso de carácter operacional, las abstracciones reflexivas a las que llega el sujeto luego de las operaciones que realiza sobre sus esquemas conceptuales le permiten articular conceptos lógico-matemáticos a priori, es decir, descubrir, esta actividad operacional es de tipo intelectual.

Esta noción privilegia el carácter activo del aprendizaje de una manera tal que desconoce el papel de la escuela en el desarrollo de este proceso. Si bien el aprendizaje de la filosofía debe ser activo, es ingenuo pensar que el aprendizaje por descubrimiento es suficiente para llevar al sujeto a obtener la información sobre los conceptos filosóficos generales. Para poder aprender filosofía es necesaria una fuente de la cual se pueda llegar a conseguir la información sobre la cual el sujeto articulará los conceptos lógico-matemáticos a sus esquemas conceptuales previos.

Cuando el sujeto asimila dentro su estructura cognitiva la información que obtiene por medios receptivos como la lectura de textos o las conferencias, los nuevos conceptos son parte de sus esquemas conceptuales y el aprendizaje es significativo, este tipo cumple las condiciones para ser marco teórico del aprendizaje de la filosofía, es de naturaleza cognitiva y la actividad intelectual juega un papel fundamental en la asimilación de conceptos que no necesariamente deben de ser a posteriori.

Para que este tipo de aprendizaje se dé es necesario que se cumplan varias condiciones como lo son el carácter potencialmente significativo de la información, los conocimientos previos a los que pueda articular los conceptos nuevos y una actitud positiva frente al aprendizaje, en esta última condición es donde decimos que hay un “deseo” por conocer las causas o los principios generales de algo, si queremos hablar de un ideal en educación filosófica, la enseñanza de la filosofía debe tender a fomentar el desarrollo de un aprendizaje significativo.

En este proceso la lectura es un elemento metodológico fundamental para que el estudiante logre obtener la información que necesita y pueda articular nuevos conceptos a sus esquemas conceptúales, es por esta razón que este proceso interactivo nos sirve como principal fuente de información para el aprendizaje de la filosofía.

Cuando el lector lleva a cabo un proceso de lectura en donde interviene el pensamiento y el lenguaje, lo que hace es articular nuevos conceptos a su estructura cognitiva a través de la aplicación de estrategias como el muestreo, las predicciones, las inferencias y la confirmación o autorregulación, La aplicación de estas estrategias demuestran que el lector asimila la información desde una perspectiva crítica. El estudiante utiliza la información que obtiene de los textos para articular conceptos nuevos dentro de su estructura cognitiva, este proceso como aprendizaje receptivo nos proporciona un elemento que se convierte en una condición necesaria y suficiente para aprender significativamente la filosofía.

A partir de esta concepción de aprendizaje y lectura, podemos decir que un ideal de educación filosófica que busque la reivindicación de la educación como formación de individuos críticos, debe tener un marco teórico enfocado hacia el aprendizaje significativo y la lectura como proceso interactivo entre el texto y la construcción del significado.

Autor: Manuel Loaiza

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