Burbujas de vida.

No es solo verlas volar y mezclarse con el aire lo que produce esa sensación, la paz también está cuando se sopla el burbujero y ves salir las pompas de jabón brillando de muchos colores como el arcoíris. Son tan livianas y tan frágiles, nos recuerdan que la vida es efímera así como la duración de ellas. Es increíble que algo tan normal y corriente como el jabón, sea la fuente de este fenómeno físico tan maravilloso, que además de ser un juguete predilecto para los niños es también atrayente y encantador para adultos. Es cada vez más común el uso de las burbujas en diferentes escenarios, entra a ser un sustituto perfecto para el arroz que era arrojado a los felices recién casados en un matrimonio; también es el nuevo confeti de fiestas infantiles, juveniles, de navidad o fin de año. Además las burbujas siempre son un buen pretexto para sentarte junto a alguien con quien contemplar el paisaje, agitar el burbujero y dejarlas volar.

Los pequeños placeres son los que le dan sentido y gusto a la vida, qué sería de nuestra cotidianidad sin escribir, sin la música, sin cocinar, sin amor, sin los sofás cómodos o sin las pompas de jabón. Es que el encanto de éstas está en la sutilidad, en lo mucho que se asemejan a la vida, en la forma volátil que se nos van los momentos, y muchos sin percatamos simplemente nos entregamos al maravilloso viento. En el imaginario colectivo se entraña la creencia que la vida es eso que pasa mientras decidimos como vivir. Cavilamos y tomamos decisiones basadas en conclusiones existencialistas de temas que realmente no son trascendentales para vivir felices y tranquilos; muchas veces enfrascados en nuestros dilemas, nos olvidamos que la emoción de vivir se basa en ser y en dejar ser. Tal como las burbujas que pasean tan libremente existiendo y siendo hasta que sencillamente se agotan.

Nuestra condición de seres racionales puede llevar a complicarnos la existencia. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de encontrar la felicidad y de no atarnos a las cosas materiales/banales que ofrece este siglo XXI; aunque, ya no somos tan pocos los que soñamos con una vida más sencilla. En lo básico, en lo espontáneo y momentáneo está lo verdaderamente valioso. Lo verdaderamente enriquecedor. Es que en nuestro afán, el caos, la urbe, la contaminación, la saturación de información y los teléfonos inteligentes; nos olvidamos que deberíamos ser más como las burbujas, más libres, más simples y, dejarnos llevar por ese viento que en nuestra condición humana es la imaginación. Abrirnos a ésta y explorar las múltiples posibilidades que tenemos para ser felices.

Así como de un soplido del burbujero salen muchas burbujas, también nosotros tenemos muchos días y oportunidades para vivir, e ir acercándonos a lo que nos conlleva a la felicidad y el goce. Bien lo dijo el escritor y político Irlandés Jonathan Swift “Ojalá vivas todos los días de tu vida”. Y es que se nos olvida vivir, se nos olvida sentir, se nos olvida amar, se nos olvida que pase lo que pase lo único que nos queda son los recuerdos, porque cuando nos vamos flotando así como lo hacen las encantadoras burbujas, y terminamos por agotar nuestra existencia en el plano físico, todo lo demás queda acá.

Invito a que seamos más como las burbujas, a ser tranquilos y a movernos con la vida, a no dejar que ésta nos aplaste y más bien a ir por ella pacíficamente. Invito a que disfrutemos de esos pequeños placeres que nos sacan una sonrisa. Invito a que luchemos constantemente para conseguir la plenitud y la libertad tan anhelada. Invito a que busquemos una razón por la cual vivir y por la cual sentir ganas de estar aquí. Y por último, invito a dejarnos llevar por la brisa, a dejarnos envolver de ella y no permitir que nos suelte hasta que estemos seguros que podemos pisar fuerte para no desviarnos de nuestro camino.

Escritor: Laura Buelvas Martínez.