CONTRACULTURA Y MERCADO EN ÉRASE UNA VEZ EL AMOR PERO TUVE QUE MATARLO

La contracultura es un movimiento iniciado primeramente al oeste de San Francisco, California (EUA) y que rápidamente influyó las principales ciudades de Europa y más tarde toda América, es entendido como una manifestación que lucha y cuestiona la cultura tradicional y oficial, y a pesar de que su término indica contra de la cultura, esta corriente no indica ir en contra de la cultura, sino que más bien es una voz que debate, critica y principalmente propone direcciones distintas a la cultura oficial.

En Colombia este movimiento contracultural se inicia desde el pensamiento juvenil a ciertas capas representativas de la sociedad, como la moda, el lenguaje, los ritos, asimismo a la música, el arte y la literatura, Efraím Medina Reyes, escritor cartagenero retoma aspectos de ese pensamiento y crea una obra singular, pero que por supuesto hace parte de una propuesta narrativa.

En Efraím Medina, por un lado, existe una crítica a la cultura tradicional literaria, arraigada con las instituciones que la legitiman como la educación, la religión y el estado, por otro lado enuncia al mercado y a la cultura mediática como elementos configurantes de su propuesta narrativa.

Los medio masivos de comunicación actúan en la vida de los personajes como indicadores de fortuna, calidad de vida y aceptación social, como cuando Rep, personaje principal en la obra Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, (música de Sex Pistols y Nirvana) se sueña asimismo a través de la mediatización del espectáculo y se convierte imaginariamente en Big Rep: Sueño que soy Big Rep, una estrella del cine y el arte, que vivo en New York y concedo mil entrevistas por día, que tengo un sirviente filipino y una mansión de 57 habitaciones. Que las mujeres se arrastran por mí. Que hago lo que quiero y digo lo que siento. Sueño que soy íntimo de Sean Penn, Wim Wenders y Monica Huppert. Sueño que juego en el Barcelona F. C, que hago dupla en el ataque con Romario, que soy mejor que él. (Medina, 2006).

Es una muestra de superficialidad, de vanas búsquedas de aceptación, del interés por hacer parte del mundo capitalista, del mundo moderno, es pasar por la trivialidad del mundo del espectáculo y llegar a convertirse en un personaje reconocido en el medio.

Medina a través de la evocación del cantante de Rock: Kurt Cobain, en Erase una vez el amor pero tuve que matarlo manifiesta como en el mundo del espectáculo la fama es efímera y fugaz. Este cantante, compositor y guitarrista de Rock y controversial integrante del grupo de nirvana, nacido en la ciudad de Seattle ubicada en Estados Unidos es una muestra del funesto resultado de la fama y la mediatización del mercado.

“Durante el trayecto hacia el hotel, Kurt había leído un artículo en la revista People sobre ellos, un fragmento lo había intrigado: los muchachos de Seattle están al tope, justo sobre la cima de la cima, es el final del camino. Ahora temblaba en un rincón de aquella suite”. (Medina, 2006). Vemos como Kurt es lanzado al mundo de la fama y del espectáculo mediático, pero luego ahí en la cima no hay mas camino, no hay mas salida, solo queda la incertidumbre de un mundo incierto.

“Él era uno más que exprimían, que tomaban por idiota, y quizás lo fuera, sí un idiota cansado. Sabía que iban hablar de drogas y excesos, de su alocada mujer, del inesperado éxito”. (Medina, 2006) Y así paso, aun después del suicidio de Kurt, los medios masivos de comunicación se dedicaron a tomarlo como un objeto que se vende, ya lo habían hecho durante su carrera artística, ahora lo hacían después de su trágica muerte, lo convertían en una cosa que vendía revistas, periódicos, aumentaba el rating de los programas televisivos, este objeto llamado Kurt Cobain ahora más que nunca era oprimido por los mass media.

Es de esta forma como el mercado actúa y destruye, el ídolo de masas, el líder de nirvana, Kurt Cobain confirma la enajenación y destrucción de un sujeto-objeto; es así como el mundo capitalista crea y aniquila, y como el sujeto moderno está condenado hacer un fracaso, en palabras de Medina una alternativa de vida que fracaso.

De este modo se muestran las nefastas direcciones que conduce la industria cultural, como cuando Big Rep sugiere que de ser posible hubiese querido ser blanco, que jamás querría ser un jodido indio que si hubiese sido mujer, se pegaría un tiro al saber lo que eso entrañaría, estas afirmaciones son el resultado de la condena que contienen en el mercado la imagen del negro, del indio o de la mujer.

En Erase una vez el amor pero tuve que matarlo nos encontramos frente a una ironización de la industria del mercado y las sociedades de consumo, teniendo en cuenta que la ironía es la visión crítica de la modernidad, es el carácter fundamental del pensamiento moderno; Víctor Bravo define ironía, como un estado del mundo, es decir es develar las otras vertientes de lo real, es una contracorriente frente a todo orden instalado, a lo presupuesto, una lucha contra las cegueras del mundo, ir en contra de la homogeneidad de lo real. Por lo tanto el pensamiento irónico hacia el mercado se origina en Medina Reyes, no desde alguna lejanía por supuesto, sino más bien asumiendo la verdad de sus premisas y obteniendo los resultados más nefastos de su propia lógica.

La narrativa de Efraím Medina Reyes se constituye entonces, a partir de elementos como el cine, la música, a partir de un realismo cotidiano, un trasfondo político y social, es un contexto citadino, donde se maneja un mundo individualista, pero principalmente se construye en bases contraculturales, y fuertes críticas a la sociedades de mercado y mas media todos estos elementos no son arbitrarios, hacen parte de la nueva narrativa colombiana.

BIBLIOGRAFIA:
• MEDINA REYES, EFRAÍM. (2006).Erase una vez el amor pero tuve que matarlo.

Escritor: Mirlyn Patricia Tapia Almanza