Convivencia en la calzada

Creo que las ‘zonas 30’ son una buena iniciativa, pero que no se han ejecutado de la mejor forma, porque moverse en sentido contrario a los coches es poco seguro”, explica Guillermo Lazcoz, ciclista habitual. Hace poco más de dos meses se implantaron en Vitoria-Gasteiz unas calles en las que el límite de velocidad se ha fijado en 30 kilómetros por hora y que cuentan con un carril-bici, para que bicicletas y vehículos puedan compartir la calzada con mayor seguridad. El objetivo es animar a los ciclistas a que se bajen de las aceras y mejorar así la convivencia con los peatones.

La medida de ‘calmado de tráfico’, como la denomina el Ayuntamiento, afecta a 47 calles de la ciudad y en 13 de ellas el carril-bici se ha diseñado en el sentido contrario a la circulación. Eso sí, para aumentar la seguridad, en estos casos, se han instalado bolardos tanto a la entrada como a la salida de la vía. Aunque José Miguel Urdiain, conductor, advierte que muchos de ellos ya están rotos. “Los coches se los llevan sin querer al girar la calle, porque no se ven”, matiza. Los carriles en contrasentido a los vehículos no transmiten confianza a los ciclistas, que evitan andar por ellos, como aclaraba Lazcoz. “Yo he ido una vez por allí y pase tanto miedo, que no repito”, apunta Pilar Angulo, otra ciclista.

El punto fuerte de estas vías es que el riesgo de que el automóvil sufra un accidente se reduce a la mitad con la disminución de velocidad, según ha informado el Consistorio. “Son más seguras que la carretera; pero no tanto como un ‘bidegorri’, porque la mayoría de los coches no cumple el límite impuesto, y menos si no hay ciclistas por la calzada”, denuncia Angulo. Juan Carlos Galdos, taxista, insiste en que la velocidad sí se respeta, porque “la vía se ha quedado tan estrecha para los vehículos al añadir el carril-bici, que no permite circular más rápido”.

Los vecinos de las ‘zonas 30’ no están demasiado conformes con el cambio, ya que las nuevas calzadas han eliminado alrededor de 200 aparcamientos en Vitoria. Unos de ellos para poder habilitar el carril-bici y otros para ampliar la zona de carga y descarga. «Nos quitan las pocas plazas que había y encima no nos dan otra solución», reprocha Eloisa Legarda, residente de la calle Arana. Antonio Domínguez, vecino de la zona de San Antonio, critica: «Nosotros pagamos mensualmente la OTA precisamente para poder aparcar y hoy por hoy no tenemos donde. Es una vergüenza».

Las 47 calles de ‘calmado de tráfico’ se han conectado con los 145 kilómetros de carriles bici con los que contaba la ciudad. Por lo que ya se puede llegar en bicicleta, de forma segura, a cualquier rincón. El taxista resignado: «Ahora tendremos que aprender a compartir la carretera

Escritor: Ane Napal