La verdad está en marcha y nada la detendrá

Hay quien piensa que el concepto de antisemitismo se crea en la Segunda Guerra Mundial con el acoso del nazismo a los judíos. Error. El término antisemitismo lo  acuña Wilhelm Marr en 1879, un agitador alemán contrario, no solo a este agregado religioso-cultural, sino a varias tendencias o políticas liberales que lo beneficiaban. La creación del término no marca el inicio del odio, que es anterior, por eso recordamos, entre otros, los diversos episodios que se produjeron en el gobierno de los Reyes Católicos a finales del siglo XV.

Uno de los casos más famosos de antisemitismo en la historia es el caso Dreyfus, por la gran repercusión mediática que supuso. Alfred Dreyfus era un militar francés de religión judía al que acusaron de traición por la filtración de informaciones a los prusianos en 1894, pueblo que 13 años antes había cercado y ocupado la capital francesa, finalizando así la guerra franco-prusiana. El Ministerio de Guerra francés interceptó este documento dirigido al agregado militar alemán en París y basándose en la letra del documento se concluyó que era el capitán Dreyfus el autor del mismo pasando a ser arrestado, juzgado por un consejo de guerra, declarado culpable de alta traición y condenado a cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana Francesa.

Un par de años después, el coronel Picquart, como nuevo responsable del Service de Renseignements, descubrió que el verdadero informador no era Dreyfus, sino Esterhazy, otro oficial con la letra casi idéntica a la del primero. Lo comunicó a sus superiores, quienes lo trasladaron a la frontera del este y posteriormente a Túnez, además, los tribunales militares dominados por camarillas antisemitas se negaron a revisar el caso. En 1897 el hermano de Alfred promueve una campaña en Le Figaro con la ayuda de unos cuantos periodistas, entre los que encontramos a Émile Zola, un senador y un diputado. Ese mismo año inculpan a Esterhazy y contra todo pronóstico es absuelto, momento en el cual Zola publica su famosa carta al  presidente de la República titulada: ‘Yo Acuso’.

La primera parte de la carta, publicada en el diario L’Aurore, es la explicación de todo lo que había sucedido desde el comienzo del caso Dreyfus. Con un ritmo perfecto, Zola expone uno a uno los responsables directos e indirectos de la inculpación del militar judío, describiendo el grado de implicación y calificándolos de una manera aplastante y sin contemplaciones. Además de la cúpula militar, la prensa recibe duras afirmaciones del periodista durante este primer acto, en el que va haciendo referencia en todo momento al presidente de la República, Félix Faure, destinatario de la carta.

Mucho más breve que la anterior es la segunda parte, brevedad suplida por la determinación de las palabras. Émile Zola acusa a cada uno de los responsables de la trama, por ejemplo: “Yo acuso al teniente coronel Du Paty du Clam de haber sido el diabólico artífice del terror judicial, quiero creer por inconsciencia, y de haber defendido posteriormente su nefasta obra, a lo largo de tres años, mediante las más descabelladas y delictivas maquinaciones”. En total, acusa a 10 personas, entre militares y técnicos, a los servicios del Ministerio de la Guerra, y a los consejos
de guerra, es decir, la justicia militar.

Tras esta carta se cita a Zola a comparecer, acusado de difamar a los oficiales citados en su acusación, es declarado culpable a un año de cárcel y a una multa, sentencia que recurre, pero temiendo por su vida se exilia a Inglaterra y este segundo juicio se celebra sin él. Poco después se confirma que el documento que inculpó a Dreyfus se había manipulado, se le volvió a juzgar en 1899 y fue condenado de nuevo por los tribunales militares, que no accedieron a reconocer el error. Alfred Dreyfus fue indultado por el nuevo presidente: Loubet.

El título de la famosa carta es el que se ha utilizado para encuadernar una selección de los artículos que él mismo escribió durante el proceso del caso Dreyfus, en un periódico o los que publicó por su cuenta en forma de folletos. ‘Yo Acuso, la verdad en marcha’ es una lectura obligada por la importancia política, social y periodística que tuvo.

Escritor: JAnt Sánchez. Barcelona

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