DESEO Y SUFRIMIENTO

y un día se nos dio todo, miramos alrededor y deseamos algo más. Es en este deseo donde surge el sufrimiento, cuando se tarda un poco o llega pronto lo deseado. Esta interminable carrera por conseguir una y otra cosa nos aleja del presente cubierto de trascendentes momentos que nos pueden estar mostrando grandes verdades importantes para nuestro ser esencial. Viene la cuestión sobre si debemos desear o no. Pues bien, el deseo como superación nos mantiene motivados y nos lleva a querer crecer más y más.

Podemos decir que el hombre vive por el deseo, lo más importante es que este deseo no valla acompañado de desesperación, ambición, ira, desamor, envidia, todas esas pasiones que pueden generar funestas consecuencias. Cuando somos conscientes de todo aquello que poseemos, vemos cómo surge una secuencia de cosas agradables en nuestro existir, sin preocupaciones ni sinsabores, solo debemos permitir que un acontecer lleve al otro sin presión, de esta manera es como se manifiestan las grandezas del universo, develando un sinnúmero de acontecimientos que antes habían sido deseados y ahora se van manifestando.

Las cosas pasan, solo basta un instante en el cual cerramos los ojos para construir nuestras vidas y cuando volvemos a abrirlos, nos encontramos sumergidos en medio de construcciones, o mejor dicho vidas ajenas edificadas o en vía de deterioro. Espacios corroídos por el tiempo, seres que finalizan su periodo de vida, dejando como herencia sus ideas sus gustos, las cosas que cuidaron con empeño y recelo, asuntos conclusos y sin concluir.

En fin la vida va y viene como el viento que penetra los recónditos lugares, ventilando nuevas etapas que nos hacen más viejos, cargados de conocimientos que ni sabemos si utilizarlos o dejar que la vida fluya arrastrada por ese viento que despeina y confunde nuestro horizonte, porque no sabemos en qué tiempo debemos detenernos y decir no más conocimiento quiero que fluya esa verdad que hay en mí, quiero ver cuando vea, oler cuando huela, tocar cuando toque, que la conciencia invada al ser y permita manejar ansiedades que alejan y perturban el pensamiento.

Con el paso del tiempo revisamos ese molde en el cual fuimos plasmados y nos angustia o nos alegra descubrir ciertas formas de ser que están rodeadas de buen fundamento. Pero cuando toda nuestra vida la hemos construido erróneamente, sin descubrir que parte de ese molde no ha permitido nuestra correcta adaptación a las situaciones que se nos presentan día a día, surge esa incertidumbre o esa angustia que nos hace revisar ese trayecto estancado. Despertamos revisamos y encontramos que en ese molde había un fragmento que no encajaba en nuestro ser, porque no nos permitía el acceso a dar forma a todo aquello que se presentaba en nuestra ruta. Ese fragmento no era nuestro, pertenecía a un sistema que otros han creado con intereses propios. Bienvenida la revisión de nuestra existencia porque nos aterriza y nos permite reconocer que la esencia de la vida está en el presente, en la conciencia de todo lo que transcurre.

Tomar conciencia de lo que ha sido nuestra existencia en gran medida causa dolor, en tanto nos damos cuenta de la cantidad de engaños en los cuales hemos sido envestidos bien sea por la religión, el sistema, la familia, la tradición. Lo más importante es estar vivos para retomar nuestras riendas y emprender el camino de la sabiduría que nos instaure en el sentido de vida. Nacemos con un potencial de triunfo que podemos recuperar en cualquier momento, quitar ese velo entorpecedor que nos aísla de lo esencial. Revisemos así toda situación hasta qué punto tiene razón de ser. Con quistemos un universo en el cual comprendamos las diversas áreas en las cuales se moviliza el hombre, para así no estar sujetos a decisiones ajenas.

Todo lo que nos rodea está en nuestro pensamiento debemos estar muy preparados para comprender, que esa fuerza universal que rige todo cuanto existe es parte de nosotros, y que envuelve el gran misterio oculto hace miles de años atrás, ese misterio está inmerso en ambos sexos, porque este mundo es habitado por hombres y mujeres que día a día viven el problema de la división. La división entre los seres humanos está implícita en un sistema que nos hace diferentes cuando en realidad somos un solo ser que tiene como fundamento la misma energía universal.

Esta división hace parte del sufrimiento que se apodera del ser cuando deja de percibir la abundancia y grandeza que tiene a su alrededor, pues está deseando cada vez más sin visualizar un presente lleno de riquezas, porque el deseo algunas veces se vuelve insaciable, y cuando esto sucede nos sentimos extraviados y sin rumbo. No necesitamos preocuparnos por lo deseado, en tanto el universo nos brinda todo a su medida, sólo vivir cada día consientes de todo acontecer y nada más.

Escritor: MARIA NELLY ORTIZ